Sabemos que toda enfermedad está influenciada por diferentes factores, es decir, es de origen multifactorial. Por este motivo, si queremos comprender algún síntoma en toda su complejidad no podemos ignorar los factores emocionales que contextualizan nuestra vida en el momento en que se manifiesta. Esta es una perspectiva innovadora en el abordaje del estudio fisiológico del cuerpo humano.
Uno de los supuestos donde podemos apreciar de forma más evidente está relación es cuando hablamos de depresión. Se estima que más de 300 millones de personas viven bajo esta condición actualmente. Además de las conocidas consecuencias y perjuicios que supone a nivel social o emocional, publica la OMS que cada vez más datos avalan la relación de la depresión con síntomas físicos tales como diabetes o las enfermedades cardíacas. Y, como ha sucedido otras veces a lo largo de la historia de la humanidad, la evidencia precede a la ciencia.
La integración de este planteamiento holístico en las diferentes disciplinas necesita de un tiempo de desarrollo para la verificación de sus planteamientos hasta su aprobación. Sin embargo, como vemos cada vez surgen más voces en el ámbito de la medicina que relacionan las emociones y la salud. La publicación en el blog del Centro Médico Teknon-Grupo Quirónsalud (Barcelona) de un post cuyo título es “Nuestras emociones juegan un papel importante en nuestra salud” certifica la disposición a tener en cuenta este aspecto.
En el texto se afirma que las emociones “ejercen una función catalizadora para que el individuo recupere su equilibrio físico-psicológico. Sin embargo, cuando éstas están desajustadas en cuanto a su intensidad o frecuencia pueden generar vulnerabilidad orgánica y sobrevenir un trastorno de salud tanto físico como mental”. Y expone como conclusión que:
“Las emociones juegan un papel influyente en el proceso de la salud y pueden ser consideradas como un factor de riesgo para patologías neuroendocrinas, autoinmunes, cardíacas e infecciosas”. (Dr. Albert Majó Ricart)
En este mismo sentido, el Dr. Andrew Smith del Population Health Research Insitute (Mac Master University) en Canadá ha dirigido una exhaustiva investigación recientemente publicada en la revista American Heart Association’s Journal Circulation. Su hipótesis es: «la duplicación del riesgo de asociación entre la ira o el malestar emocional o esfuerzo físico, y la aparición de los síntomas de ataque al corazón”. Para ello analizaron información de 12.641 pacientes de 52 países con una edad media de 58 años a los que se les pidió completar un cuestionario sobre el tipo de “disparadores” que experimentaron en la hora anterior a que tuvieran un ataque al corazón.
Los resultados mostraron que el 13% (1.650 personas) se había involucrado en una actividad física mientras que el 14% (1.752 personas) estaban enfadados o emocionalmente alterados. Sin que se presenten diferencias por región geográfica, enfermedad cardiovascular previa, medicamentos de prevención cardiovascular y factores de riesgo cardiovascular entre otros valores.
La asociación fue mucho más fuerte – un poco más del triple de riesgo – para los pacientes que dijeron que habían estado enfadados o en conflicto emocional y al mismo tiempo realizaron ejercicio físico pesado.
Es de destacar que este estudio se enmarca dentro de lo que se conoce como The INTERHEART study que reúne tanto departamentos de investigación de instituciones académicas como a empresas farmacéuticas. Según el Dr. Barry Jacobs, Director de Ciencias del Comportamiento del Programa de Residencia de Medicina Familiar Crozer-Keystone en Springfield, Pennsylvania «este estudio proporciona evidencias de la relación fundamental entre la mente y el cuerpo”. Con estas investigaciones podemos ver cómo nuestros pensamientos y sentimientos, es decir, nuestras percepciones, influyen directamente en nuestra fisiología.
Desde Enric Corbera Institute defendemos que somos un todo y que las emociones son el vehículo que nos permite conectar nuestra mente con el cuerpo. Ésta relación cuerpo-mente refleja los impactos emocionales detrás de cada suceso mediante la manifestación de diferentes alteraciones fisiológicas. El objetivo de una consulta en Bioneuroemoción® es la toma de conciencia para generar un cambio de percepción que, a su vez, permita comprender que nuestras experiencias no son casuales, que todo tiene un sentido. El cambio de percepción reduce el estrés que provocaba un estímulo externo y genera un estado de paz interior que potencia la salud y el bienestar.
“Si el cuerpo no siente al corazón latir, el cuerpo tampoco se mueve.”
Georges Brassens.
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