Culpa: 3 formas de entenderla y gestionarla

19 enero 2023

¿Por qué nos sentimos culpables? ¿Por qué detrás de un problema siempre tiene que haber alguien que tiene la culpa?

Cuando culpamos a los demás estamos juzgando algo que no consideramos correcto y repudiamos en nosotros mismos. ¿El castigo tiene alguna utilidad para gestionar la culpa?

 

En este podcast, Enric Corbera nos comparte cómo encontramos una gran recompensa al culpar a otro de nuestras desgracias y explica cómo salir de esta dinámica para mejorar nuestras relaciones y nuestra vida.

 

En este vídeo, Sara Pallarés entrevista a Enric Corbera, quien nos comparte algunas claves para comprender nuestra culpabilidad y reconocer su origen, con el objetivo de poder gestionarla de tal manera que, en vez de bloquearnos, favorezca nuestro desarrollo personal.

 

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1. La culpa y el castigo

Desde la concepción judeocristiana de culpa, podemos entender que quien tiene la culpa merece un castigo

En relación con esto podemos hablar de la psicología conductista y de los mecanismos de control de la conducta mediante refuerzos positivos y negativos

No obstante, sabemos también que el comportamiento de cualquier ser vivo contiene en sí mismo una intención positiva, un por qué y un para qué, que lleva a la persona a actuar de cierta manera. 

La gran mayoría de nuestros comportamientos inconscientes, persiguen en todos los casos cubrir necesidades biológicas básicas, como pueden ser los sentimientos de seguridad, de aceptación, de valoración, etc. 

No somos culpables, sino responsables

La represión o el castigo  de cualquier comportamiento, si no conlleva la comprensión y la cobertura de estas necesidades biológicas básicas, derivará en otro comportamiento, otra forma de ser que consiga suplirlas. 

De todo lo anterior deducimos que la culpa, y su consecuente castigo, no sirve para solucionar ningún conflicto. Hemos de tener en cuenta que no somos culpables, sino responsables de lo que hacemos, y de las consecuencias de nuestros actos.

Solamente comprendiendo nuestra forma de actuar y la intención positiva de la que proviene podremos cambiar nuestro comportamiento.

 

2. La culpa como mecanismo de proyección

Algunos describen el mundo en que vivimos como un mundo de ilusión, la Bioneuroemoción señala que es un mundo en el que percibimos en los demás aquello sobre lo que no somos conscientes o repudiamos en nosotros mismos.

A esto lo llamamos proyección, un término empleado por Carl Gustav Jung, discípulo de Freud. 

 

De esta forma, todo lo que nos molesta e incluso lo que sucede a nuestro alrededor, forma parte de nuestra propia forma de ser, que se proyecta en nuestra vida diaria hasta que tomamos consciencia de ello. 

Toda opinión o crítica, habla más de nosotros mismos que del otro. Cuando decimos que alguien es “desagradable”, “malicioso”, “cruel”, “interesado”, etcétera, estamos identificando en él/ella cualidades que no queremos ver en nosotros mismos, o que no relacionamos con nuestro “yo” ideal, es decir, el “ego”. 

 

Todo lo que nos molesta, e incluso lo que sucede a nuestro alrededor, forma parte de nuestra propia personalidad.

 

La culpa y la sombra

Cuando no reconocemos que lo que vemos en los demás forma parte de nuestra personalidad, lo rechazamos y reprimimos. Así, relegamos estos aspectos propios  a la sombra, al inconsciente. 

De tal modo que esta información se manifiestará en las situaciones y personas que forman parte de nuestra vida diaria hasta que la hagamos consciente. 

Cuando culpamos a alguien de algo, estamos juzgando aquello que no consideramos correcto para nosotros, y así perpetuamos estas circunstancias. 

 

“Solo estás atado al pasado con la cuerda de la culpa”. 

Anthony De Mello

 

Para deshacer estas proyecciones hemos de integrar la sombra, lo inconsciente, que es aquello que vemos en los demás y a nuestro alrededor, para entonces poder ser libres de todos estos condicionamientos, de la culpa y del castigo.

 

3. La culpa y el perdón

Cuando nos estancamos en el sentimiento de culpabilidad o responsabilizamos a los demás de lo que nos sucede, entramos en el victimismo. 

Nos convertimos en víctimas inocentes y creemos merecer la simpatía y la compasión de los otros, además de demandar un castigo para el culpable por el error cometido. 

Esto nos lleva a no movernos, a no cambiar nuestra forma de ser, ya que consideramos que el castigo sobre el otro resolverá nuestro problema, aliviando nuestro sentimiento de culpa y nuestro sufrimiento.

 

 

La culpabilidad y la integración de la sombra

No nos damos cuenta que aquello que queremos castigar en el otro es lo que castigamos en nosotros y que, por lo tanto, la única manera de resolver el conflicto es perdonar al otro

Al perdonar al otro, nos perdonamos a nosotros mismos, más bien, perdonamos nuestros juicios, que proyectamos sobre los demás

Sólo entonces podemos liberarnos de las cadenas que nos atan a nuestros propios mandatos inconscientes, y que el universo tan fervientemente quiere que hagamos conscientes.

 

 

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