Hipersexualidad: “El mayor reto no es dejar la conducta, sino enfrentarse al dolor que tapa”, dice Alejandro Villena

28 agosto 2025

En el diálogo que mantienen David Corbera y Sara Pallarès con Alejandro Villena, psicólogo especializado en sexualidad y adicciones, surge una reflexión profunda sobre la manera en que utilizamos el sexo y otras conductas compulsivas para regular nuestro malestar.

Más allá de lo evidente, lo que se despliega es una exploración del vacío emocional, la necesidad de vínculo y la influencia cultural en nuestra forma de relacionarnos.

Este encuentro en el pódcast “Destellos de Sabiduría”, lejos de presentar respuestas cerradas, abre un espacio de conciencia en el que cada palabra resuena como invitación a mirarnos íntimamente a nosotros mismos.

 

La hipersexualidad como un grito de necesidad emocional

David introduce la conversación reconociendo que, muchas veces, lo que vemos en la superficie puede confundirnos: conductas repetitivas, impulsos desbordados, exceso de actividad sexual. Y, sin embargo, tras esa máscara aparece un mensaje más profundo que interpela directamente a nuestra forma de gestionar el dolor.

“La hipersexualidad no es un problema con el sexo en sí, sino con la manera en la que usamos el sexo para regular nuestro malestar”, confirma Alejandro Villena, autor, precisamente, del libro ¿POR qué NO? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía.

 

Lo que disfraza el deseo sexual

Sara comparte que, lo que aparece con frecuencia es una carencia relacional. “Muchas veces no se trata de un deseo sexual en sí, sino de la necesidad de sentirse visto, acompañado, sostenido. Y el sexo se convierte en el vehículo rápido para eso”, reflexiona.

“Si nos quedamos en lo superficial, solo vemos exceso de conducta. Pero si vamos más allá, descubrimos un grito de necesidad emocional”, agrega Corbera.

 

Destellos Alejandro Villena

 

La infancia y la estructura afectiva como raíz de las adicciones

En el diálogo aparece un aspecto esencial: el modo en que las experiencias tempranas y el tipo de familia en la que crecemos marcan nuestra manera de relacionarnos con el placer y la intimidad.

“Muchas de las personas que desarrollan adicción a la pornografía o conductas compulsivas han vivido en su infancia disfunciones familiares, falta de apego seguro o incluso experiencias de abuso. Estas heridas tempranas condicionan la forma en que buscan regular su malestar en la adultez”, señala Villena.

Sara puntualiza: “Cuando alguien crece en un entorno donde no se siente querido o suficientemente sostenido, es mucho más probable que busque fuera, en una conducta compulsiva, aquello que no pudo recibir de manera sana en la infancia.”

“No se trata de culpabilizar a la familia o a la infancia, sino de reconocer que allí están muchas claves de lo que vivimos hoy. La conciencia nos da la oportunidad de transformar lo heredado”, concluye Corbera.

 

El vínculo y la búsqueda de conexión genuina

Muchos comportamientos compulsivos no se encuentran en la pulsión misma, sino en la incapacidad de sostener la vulnerabilidad.

“Detrás de la conducta compulsiva suele haber una herida de apego, un anhelo de conexión real”, reconoce Villena.

“Cuando alguien no ha tenido un modelo sano de afectividad en su infancia, tiende a confundir la intimidad con la gratificación inmediata. El sexo, en esos casos, funciona como un sustituto de la cercanía emocional que no se aprendió a construir”, añade.

 

Destellos Alejandro Villena

 

La influencia cultural y el vacío interior

En este encuentro en “Destellos de Sabiduría” aparece también el papel que juegan los discursos sociales en la manera en que concebimos el deseo y el placer. David subraya que lo cultural puede intensificar aún más ese vacío cuando lo llena de exigencias irreales.

“Vivimos en una sociedad hipersexualizada donde el deseo se sobredimensiona y, a la vez, las personas se sienten profundamente solas”, advierte Villena.

“El mercado y los medios han convertido el sexo en un producto de consumo. Esa presión alimenta expectativas irreales y, en lugar de favorecer el encuentro, aumenta la frustración y la desconexión”, agrega.

 

Las adicciones como intentos de calmar el dolor

Al ampliar el tema, Alejandro Villena establece un paralelismo evidente entre las distintas formas de adicción, mostrando que todas ellas comparten un mismo trasfondo emocional:

“No hay tanta diferencia entre la adicción a la pornografía, a las drogas o al alcohol: en todas hay un intento de calmar un dolor que no se puede sostener”, afirma.

Sara advierte que, en ese sentido, lo esencial no es la conducta visible, sino aquello que se oculta. “El vacío que está debajo de la adicción es lo que verdaderamente necesita atención y comprensión”, manifiesta.

 

Mirarse lo que realmente duele

Quienes se acercan a estos procesos suelen descubrir que lo que más cuesta no es la renuncia a la sustancia o a la conducta, sino el contacto íntimo con la propia soledad.

“Cuando trabajo con personas con adicciones, lo que siempre aparece es la dificultad de sostener la soledad, el vacío, la tristeza”, dice Villena.

“El mayor reto no es dejar la conducta, sino enfrentarse al silencio que queda cuando ya no se utiliza. Ese silencio confronta con la tristeza, con la herida, y ahí es donde empieza el verdadero trabajo terapéutico”, explica.

 

Destellos Alejandro Villena

 

La responsabilidad personal y el camino de integración

Hacia el cierre, David invita a desplazar la atención de la lucha contra la conducta a la exploración del sentido que esa conducta está cumpliendo. “La pregunta que tenemos que hacernos no es ‘¿cómo dejo esta conducta?’, sino ‘¿qué necesidad estoy intentando tapar con ella?’”, afirma.

Alejandro Villena coincide: “Más allá de la conducta sexual o de la droga, lo importante es mirar qué dolor intenta acallar la persona y acompañarla a encontrar otras formas de gestionarlo.”

 

Tenemos la posibilidad de transformar el vacío

Este diálogo no concluye con una receta, sino con la certeza de que el camino de comprensión abre la posibilidad de sanar. Reconocer la vulnerabilidad y el vacío que se esconden bajo la hipersexualidad o las adicciones nos invita a responsabilizarnos de lo que sentimos y a encontrar nuevas maneras de relacionarnos.

Lo que parecía un exceso, una conducta incontrolable, se revela entonces como una oportunidad: la de escuchar el grito silencioso de nuestra propia necesidad de amor y conexión.

 

 

Este artículo es solo una breve parte de la conversación con Alejando Villena de David Corbera y Sara Pallarès -director académico y CEO, respectivamente, de Enric Corbera Institute- en el podcast “Destellos de Sabiduría”. Puedes ver o escuchar el episodio completo “¿Quieres el Cielo?: Aprende desde el Infierno”, aquí:

 

 

 

 

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Diplomado en Bioneuroemoción®

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