En un nuevo episodio de Destellos de Sabiduría, David Corbera y Sara Pallarès conversan con Antoni Bolinches, psicólogo humanista, escritor y creador de la Terapia Vital, un modelo que integra psicología, ética y crecimiento personal. Con su estilo claro y aforístico, Bolinches explora el sentido del sufrimiento, el equilibrio entre egoísmo y generosidad, y la búsqueda de una madurez emocional que permita vivir con coherencia.
A lo largo del diálogo, sus palabras se entrelazan con las reflexiones de David y Sara, quienes amplían la conversación desde la mirada de la Bioneuroemoción, donde el autoconocimiento y la responsabilidad emocional son pilares del bienestar.
“Nadie sabe tanto como todos juntos”, afirma Bolinches, reivindicando el poder transformador del vínculo. Para él, la terapia —y, por extensión, cualquier relación significativa— es una interacción sanadora cuando se basa en la escucha y la aceptación.
“La terapia es la interacción, pero la interacción amable y atenta. Si yo hablo con el cliente, lo escucho amablemente y lo acepto incondicionalmente, el cliente empieza a preguntarse: si este señor me acepta, ¿por qué no me acepto yo?”
David recuerda que “lo que cura y también lo que enferma es el vínculo”, mientras que Sara destaca el valor de sentirse visto sin ser juzgado. En esa aceptación, dice Antoni Bolinches, empieza la posibilidad de un cambio profundo.
La aceptación incondicional se convierte en un espejo que devuelve a la persona su propio valor. Desde la perspectiva de la Bioneuroemoción, cada encuentro es una oportunidad para reconocer en el otro lo que aún no aceptamos en nosotros mismos.

Con su habitual precisión, Bolinches condensa su visión en una fórmula sencilla: “Madurez es igual a malos momentos bien asimilados. Neurosis es igual a malos momentos mal asimilados.”
Para él, el sufrimiento puede ser destructivo o pedagógico. Todo depende de si aprendemos o no de lo vivido. “El sufrimiento productivo —explica— es aquella manera de sufrir que nos cura, porque aprendemos de lo que sufrimos.”
David y Sara coinciden en que el dolor, cuando se comprende, deja de ser una carga y se convierte en un camino de crecimiento.
La madurez no consiste en evitar el sufrimiento, sino en integrarlo con conciencia.
Desde la mirada de la Bioneuroemoción, eso implica observar cómo interpretamos los hechos y transformar la percepción que genera malestar en una comprensión más amplia de nosotros mismos.
Bolinches lo plantea como uno de sus conceptos centrales.
“¿Qué es el egoísmo positivo? Aquella manera de gestionar el egoísmo que no perjudica a los demás. Yo tengo derecho a la satisfacción de mis necesidades, pero eso tiene un límite: que eso no vulnere el derecho ajeno.”
Sara destaca la lucidez de esta idea en tiempos donde confundimos amor con sacrificio. David añade que ser coherente con uno mismo no significa ser indiferente al otro, sino actuar desde el respeto y la claridad interna.
El egoísmo positivo no busca imponerse, sino equilibrar. Es una forma de coherencia emocional: actuar desde la autenticidad sin dañar, reconocer las propias necesidades sin justificar la falta de empatía.

Con tono didáctico y humor contenido, Bolinches expone su conocida tipología sobre las raíces de la inmadurez emocional.
“El niño Peter Pan puede haber sido un príncipe destronado, un niño vagabundo, un patito feo o un niño invisible.”
Cada uno de estos perfiles representa un modo de gestionar el amor y el reconocimiento durante la infancia. Cuando esas heridas no se elaboran, se repiten en la vida adulta como miedo a crecer, necesidad de aprobación o rechazo a la responsabilidad.
Sara observa que muchas personas repiten el patrón de su “niño invisible” en relaciones donde buscan ser vistas. Desde la mirada de la Bioneuroemoción, el reconocimiento no se alcanza a través del otro, sino mediante la comprensión de la propia historia emocional.
“La última oportunidad que tiene un hombre para dejar de ser niño es ser padre”, dice Bolinches con su ironía habitual.
Ser padre —añade— obliga a reemplazar el principio del placer por el sentido del deber. “Limpiando culos uno se hace maduro”, comenta entre risas, sintetizando la idea de que el amor verdadero implica responsabilidad y coherencia.
David señala que la paternidad confronta al adulto con su propio egoísmo. Sara agrega que el desafío no está en educar al hijo, sino en educarse junto a él. Asumir responsabilidades, dice Bolinches, es el acto que convierte la madurez psicológica en experiencia viva.

“La pareja es la mejor escuela de la vida”, afirma Bolinches. “Cuando se utiliza como espacio de aprendizaje, te enseña más que cualquier terapia.”
Para él, la convivencia confronta las idealizaciones del amor y revela la verdad del carácter. Propone cuatro pilares básicos: acoplamiento sexual, compatibilidad de caracteres, escala de valores compartida y proyecto de vida convergente.
Sara comenta que muchas crisis surgen porque las personas dejan de escucharse. David añade que “la pareja madura es aquella que aprende a hablar sin herirse y a discutir sin romperse”. En términos de la Bioneuroemoción, el otro actúa como espejo emocional que refleja lo que aún no hemos aprendido a integrar.
Bolinches introduce su conocida estrategia de los años de cárcel: la idea de permanecer en una situación difícil mientras tenga sentido, por un propósito mayor.
Explica que el bienestar no proviene de las circunstancias, sino de la coherencia con la que se eligen. “Si actúas bien, la recompensa ya está en el acto”, resume.
Sara observa que esta visión invita a transformar la queja en acción. David relaciona este principio con el desarrollo de la responsabilidad emocional: cuando elegimos conscientemente, dejamos de sufrir, por lo que decidimos libremente.

En el tramo final, Bolinches deja una frase que condensa su visión del ser humano: “Las personas que están contentas de sí mismas, es imposible que sean malas personas.”
La madurez, dice, no consiste en llegar a una meta, sino en vivir en coherencia con lo que se comprende. David y Sara coinciden: el bienestar nace de esa coherencia interior que convierte el conocimiento en sabiduría práctica.
El diálogo concluye con una sensación de entendimiento profundo. Bolinches, David y Sara coinciden en que madurar es aprender a aceptarse, asumir la responsabilidad de la propia vida y transformar el sufrimiento en comprensión.
Tanto la Terapia Vital como la Bioneuroemoción comparten esa mirada: el crecimiento personal como un proceso de conciencia que nos invita a relacionarnos con nosotros mismos y con los demás desde la comprensión y la autenticidad.
Este artículo es solo una breve parte de la conversación con Antoni Bolinches de David Corbera y Sara Pallarès -director académico y CEO, respectivamente, de Enric Corbera Institute- en el pódcast “Destellos de Sabiduría”. Puedes ver o escuchar el episodio completo “¿Te sientes perdido? Antoni Bolinches te habla directo al alma”, aquí:
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