¿Puede una dolencia física tener origen emocional? ¿Hasta dónde llega la influencia del entorno familiar o del estilo de apego en nuestra salud mental? Estas son algunas de las preguntas que guían esta conversación de David Corbera y Sara Pallarès con la Dra. Rosa Molina, psiquiatra y autora del libro Una mente con mucho cuerpo.
A lo largo de este encuentro, en el pódcast Destellos de Sabiduría, se abordan temas clave como la relación entre diagnóstico y responsabilidad personal, el impacto de los microtraumas y el papel de la resiliencia.
Con honestidad y sensibilidad, la Dra. Molina expone su experiencia clínica y personal, y nos invita a revisar la forma en la que entendemos el malestar emocional.
Al inicio de la conversación, David Corbera se detuvo en un dato que le llamó especialmente la atención: la relación entre las emociones y las enfermedades físicas. A raíz de una mención de Molina sobre el impacto del estrés, quiso profundizar en qué dolencias están más directamente atravesadas por las emociones y hasta qué punto esa influencia puede medirse.
Dra. Molina: «Me atrevería a decir que el 100% están moduladas por el mundo emocional. Hay unas que mucho más y otras menos. El estrés es un modulador, es transversal, por eso es muy difícil ponerle un número, habrá cuadros donde ese porcentaje sea de un 3% y en otro sea de un 60.
También hay enfermedades que no tienen una causa médica clara, y muchas veces el cuerpo es el que primero expresa ese malestar emocional.»
Sara Pallarès, por su parte, compartió una observación muy frecuente en la práctica clínica y cotidiana: cómo muchas personas, incluso ante malestares físicos persistentes, aseguran que «están bien» sin explorar lo que sienten.
Dra. Rosa Molina: «Sí. Hay personas que no conectan, otras que no pueden poner en palabras lo que sienten, o que no lo tienen reconocido. Y luego, cuando vas viendo el proceso, aparecen cosas que al principio no veíamos.»
Por su parte, David planteó una cuestión tan clínica como existencial: cómo un diagnóstico, lejos de ayudar, puede convertirse en una etiqueta que limite a quien lo recibe. Desde su experiencia, le preocupaba la tendencia de algunas personas a refugiarse en esa identidad diagnóstica, renunciando así a su capacidad de cambio.
Dra. Molina: «El diagnóstico a veces te ayuda a poder acceder a un tratamiento, a tener más comprensión por parte del entorno, a tener autocomprensión también. Pero hay gente que lo adopta como identidad. Como un ‘no puedo hacer nada, soy víctima’. Entonces hay que ir con mucho cuidado con esto.
Incluso hay quien llega a consulta buscando una etiqueta para sentirse comprendido, aunque no siempre sea lo más saludable a largo plazo.»
Sara trajo un ejemplo muy concreto de la vida cotidiana: personas con diagnósticos leves suelen utilizar esa etiqueta como una especie de permiso para no hacerse responsables de sus actos ni afrontar transformaciones necesarias.
Dra. Rosa Molina: «A veces incluso no doy un diagnóstico cerrado en la primera visita, sino una impresión diagnóstica, porque puede condicionar la evolución.»
El análisis avanzó hacia una observación compartida por muchos profesionales de la salud emocional: la creciente intolerancia al malestar. David lo planteó como una pregunta abierta sobre si, en la actualidad, tendemos a confundir experiencias humanas comunes con patologías, simplemente porque nos cuesta sostenerlas.
Dra. Molina: «Sí, sí. Yo creo que hay una dificultad muy grande de tolerancia al malestar. La sociedad de la inmediatez, de querer una solución rápida… pero las emociones no se digieren con una píldora.»
En los últimos años, el concepto de narcisismo se ha viralizado hasta volverse casi omnipresente.
Para la Dra. Rosa Molina, esto puede ser problemático: “Ahora parece que todo el mundo es narcisista. Si una relación termina mal, es porque el otro era narcisista. Pero a veces simplemente fue una ruptura, un conflicto mutuo, una incompatibilidad”.
Más allá del diagnóstico clínico, muchas veces usamos etiquetas como forma de evitar una revisión interna. “Lo preocupante —agrega— es que muchas personas se aferran a esa explicación para no preguntarse qué permitieron, qué decisiones tomaron, o qué podrían transformar en sí mismas”.
La CEO de Enric Corbera Institute planteó que muchas veces, cuando una persona comienza a transformarse, su entorno familiar no acompaña ese movimiento. Incluso puede ocurrir que intente restablecer las viejas dinámicas que dieron origen al malestar.
Dra. Rosa Molina: «Esto lo veo un montón. Detrás de cada persona hay una familia, un sistema que ha sido parte del problema. Cuando uno cambia, el sistema cambia, y puede haber una respuesta muy positiva o muy negativa.
Es habitual que el entorno, al sentirse descolocado ante ese cambio, trate de devolver a la persona a su rol habitual, incluso si ese rol la estaba enfermando.»
David Corbera profundizó la pregunta: ¿Existen patrones familiares que tienden a repetirse de forma disfuncional y que actúan como freno en los procesos de evolución emocional?
Dra. Molina: «Muchísimos. Por ejemplo, el paciente identificado como el loco de la familia, al que no se le cree, o las familias que invalidan. A veces el problema es familiar, pero no se ve.»
En esa línea, el director académico de Enric Corbera Institute propuso abordar el concepto de microtrauma: ¿Qué significa?
Dra. Rosa Molina: «No hace falta una catástrofe para tener un trauma. Muchas veces son pequeñas cosas que se repiten. Por ejemplo, una relación fría o una figura de apego ambigua. Eso puede condicionar mucho.»
Sara Pallarès pregunta si ese tipo de apego determina las relaciones adultas.
«Lo modula mucho, aunque no es determinante. Todo se puede trabajar.», enfatizó la Dra. Molina:
Existe una tendencia que cada vez se hace más visible: la de interpretar cualquier dificultad como un trauma. En contraste con generaciones anteriores, donde muchas veces se reprimía el malestar, hoy parece haber menos tolerancia a la frustración y una menor capacidad para sobreponerse a la adversidad.
Dra. Rosa Molina: «Antes se reprimía todo. Ahora lo emocional es central. Pero hay que encontrar un equilibrio. Validar sin victimizar. A veces confundimos validar una emoción con no hacer nada frente a ella. Validar también es asumir responsabilidad sobre cómo la gestionamos.”
En tal sentido, Sara Pallarès repregunta sobre los factores que contribuyen a desarrollar resiliencia. «La regulación emocional, la tolerancia a la frustración, tener recursos propios (como hacer ejercicio o meditar) y la empatía.», contestó la Dra. Molina:
Hacia el final del encuentro, David quiso rescatar una palabra que Rosa había mencionado con especial significado: ibrat, un término árabe que alude al aprendizaje que se extrae de una dificultad. Le pidió que compartiera un ejemplo propio donde una experiencia adversa hubiera dado paso a una transformación profunda.
Dra. Rosa Molina: «Cuando hubo recortes en sanidad en 2013, perdí mi trabajo. Me había formado en ese hospital. En su momento me pareció el fin del mundo, pero luego fue una etapa maravillosa. Si no desborda, no nos movemos.»
Esta entrevista nos recuerda que no todo malestar es enfermedad, ni toda dificultad es un trauma. Comprender el origen emocional de nuestros síntomas y resignificar la adversidad puede ser el primer paso para transformarnos.
Como dice la Dra. Rosa Molina:
«Las emociones no se digieren con una píldora. Aprender a estar mal también es parte de estar bien.»
Este artículo es solo una breve parte de la conversación de David Corbera y Sara Pallarès con la Dra. Rosa Molina en el podcast “Destellos de Sabiduría”. Puedes ver o escuchar el episodio completo “Narcisismo, Sobreprotección y Traumas: Reflexiones con la Dra. Rosa Molina”, aquí:
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