En este episodio del pódcast Destellos de Sabiduría, Enric Corbera, fundador del Enric Corbera Institute y creador del método de la Bioneuroemoción, dialoga con David Corbera y Sara Pallarès sobre un concepto que desafía la lógica con la que solemos mirar nuestras dificultades: “¿Quieres el cielo?: Aprende desde el infierno”.
A través de experiencias personales y reflexiones compartidas, nos invitan a observar nuestras heridas desde una conciencia ampliada, integrando la acción y la comprensión como caminos complementarios hacia la transformación interior.
Muchas veces, cuando se vive una situación que sentimos como injusta, aparece la confusión entre comprensión y tolerancia.
Comprender, como insiste Enric, no significa quedarse inmóvil, ni justificar lo que ocurre: “Puedes comprender que tu pareja tuvo una infancia difícil o un pasado duro, pero no por eso tienes que seguir con ella si te maltrata. Comprender no es justificar. Comprender es actuar sin resentimiento”.
Ante estas situaciones, la clave está en no quedarse atrapado en el juego del victimismo y la culpa. “Si alguien me engaña, no me pregunto por qué me lo ha hecho, sino para qué estoy viviendo esa experiencia”, añade Enric.
Sara lo resume así: “Busca tus límites, acepta la injusticia que te tocó experimentar y luego actúa en coherencia. Esa es la clave”.
Comprender, actuar, respetarse. Tres niveles que no compiten, sino que se complementan.
Lo importante es no cronificar la emoción ni tolerar lo intolerable. Como recuerda David: “Cuanto más tiempo justificas algo desde la comprensión, sin poner límites, más profundo se vuelve el conflicto”.
Desde la conciencia de unidad, la justicia no se mide por normas externas, sino por el nivel de coherencia interna con el que vivimos nuestras experiencias.
Enric lo expresa de forma clara: “La conciencia universal no juzga. Pero lo que tú proyectas, eso es lo que recibes”. Aquello que llamamos injusticia, en realidad, puede ser un eco de nuestras propias incoherencias.
David introduce una reflexión clave: “Si alguien es injusto contigo, pregúntate también cómo te engañas a ti mismo. ¿En qué parte de tu vida no estás siendo justo contigo?”.
La mirada se invierte. Ya no se trata de culpar al otro, sino de preguntarse qué parte de uno está atrayendo esa experiencia, no como castigo, sino como aprendizaje.
La justicia, en ese sentido, deja de ser un juicio y se convierte en un espejo.
En palabras de Enric: “Dios no hace juicios. Te da libertad. Pero esa libertad conlleva responsabilidad: tú decides quién quieres ser en cada situación, y lo que proyectas, regresa”.
Así, la verdadera justicia no se impone, se manifiesta. Y se transforma cuando cambiamos nuestra forma de percibir.
Hay momentos que lo cambian todo. Enric recuerda un episodio que marcó un antes y un después: un robo en su casa, cuando apenas tenía dos objetos de valor.
“Ese día, al perderlo todo, descubrí que no me faltaba nada. Sentí que estaba sostenido. Y comprendí que la verdadera abundancia es saber que nunca te va a faltar lo esencial para cumplir tu función en el mundo”.
Sara conecta esta vivencia con la muerte de un ser querido: “Cuando estás en la máxima oscuridad y aun así te sientes sostenida, ahí descubres la fuerza que hay dentro de ti”.
Y Enric lo resume con una frase contundente: “Lo que me impedía vivir la abundancia era aferrarme a lo que tenía”.
La abundancia, lejos de ser acumulación, se convierte en confianza. David lo expresa así: “Primero confío, y luego la vida me sostiene. Pero si espero que la vida me dé para confiar, estoy actuando desde el miedo”.
El desapego no es resignación, sino certeza interior.
En muchos caminos espirituales, se valora el entendimiento de la experiencia, pero a veces eso puede convertirse en una trampa. Enric lo dice con énfasis: “Comprender sin actuar es ego. Cuando uno comprende, actúa. Y actúa sin resentimiento”.
Sara recuerda cómo muchas personas se dan cuenta de que están atrapadas, pero vuelven a sus patrones porque no se atreven a cambiar. “La gente es muy cobarde. Prefiere lo conocido, aunque duela, a dar un paso hacia lo nuevo”, interpela Enric Corbera.
Por eso, comprender lo que ocurre sin dar un paso hacia el cambio, solo perpetúa el sufrimiento.
“Mis mayores enemigos han sido mis mejores maestros”, dice Enric. Las situaciones adversas no son el final, sino el inicio del proceso.
David lo expresa con claridad: “Contra mayor sea el drama, más oportunidad tienes de sentirte sostenido por la vida”.
Muchos se preguntan cuál es su don, su propósito. Y, sin embargo, no siempre aparece de forma evidente.
En esa línea, Enric indica el camino para encontrarlo y desarrollarlo: “El don no se encuentra pensando, sino haciendo. Yo empecé a estudiar psicología a los 44 años. No lo planeé. Solo seguí una intuición”.
Sara añade: “Cada alma tiene un propósito, y muchas veces está oculto en la herida. Lo que más te dolió puede convertirse en lo que más tienes para dar”.
David lo confirma desde su experiencia: “Aquello que se me prohibió de niño, el comunicar, terminó siendo la chispa de mi propósito”.
En vez de buscar un don como destino fijo, se trata de mirar atrás y preguntarse:
Enric lo explica así: “Toda virtud nace de un trauma. Por eso hay que atravesarlo con conciencia, no evitarlo”.
Hablar de la muerte no es hablar del fin, sino de una transformación inevitable.
Enric lo explica: “La muerte no existe. Somos almas viviendo experiencias”. El apego es lo que nos hace sufrir, aunque esto también es humano.
Sara comparte su recurso para sobrellevar el duelo: “Recordar que voy a morir me da fuerza. Me ayuda a quitarle peso a lo que me da miedo. No se trata de no sentir, sino de soltar con sentido”.
La pérdida no se trata de olvidar, sino de resignificar. “Es una experiencia dolorosa, pero transitoria”, dice Enric.
Y añade: “Si estás dispuesto a ver más allá del cuerpo, descubrirás que el amor no se pierde, solo cambia de forma”.
Mirar hacia atrás y reconocer el hilo invisible que une nuestras heridas con nuestro crecimiento es un acto de profunda transformación. Enric recuerda una frase de Séneca: “Desgraciado es quien nunca ha sido visitado por la adversidad, porque nunca podrá demostrar de qué está hecho”.
El infierno puede tomar muchas formas: una pérdida, una traición, una enfermedad, una crisis interna. Pero si lo atravesamos con conciencia, podemos descubrir el regalo oculto.
Como dice una frase de Jung que inspira a Enric: “Para que las ramas de un árbol lleguen al cielo, sus raíces deben llegar al infierno”.
No hay que temer al infierno. Hay que atravesarlo.
Porque solo desde ahí se accede a una paz que no depende de lo externo.
Porque solo quien ha bajado a lo más profundo de sí, puede mirar la vida desde lo más alto.
Este artículo es solo una breve parte de la conversación con Enric Corbera de David Corbera y Sara Pallarès -director académico y CEO, respectivamente, de Enric Corbera Institute- en el podcast “Destellos de Sabiduría”. Puedes ver o escuchar el episodio completo “¿Quieres el Cielo?: Aprende desde el Infierno”, aquí:
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