¿Qué es la personalidad? Una guía sencilla para entenderte, liberarte y elegir mejor

12 diciembre 2025

Mucho más que “cómo soy”… Cuando hablamos de personalidad solemos decir: “Yo soy así”, “ella es muy introvertida” o “él es un desastre para decidir”. Pero ¿y si la personalidad no fuera algo fijo, sino un mapa emocional aprendido? ¿Y si parte de lo que llamas “tú” fuera, en realidad, la historia emocional de tu […]

Mucho más que “cómo soy”…

Cuando hablamos de personalidad solemos decir: “Yo soy así”, “ella es muy introvertida” o “él es un desastre para decidir”.
Pero ¿y si la personalidad no fuera algo fijo, sino un mapa emocional aprendido? ¿Y si parte de lo que llamas “tú” fuera, en realidad, la historia emocional de tu familia actuando a través de ti? ¿y si lo que llamas “tu manera de ser” fuera, en realidad, tu manera de protegerte?

  “La personalidad es un proceso, no un producto terminado”

Carl Rogers

Y desde la Bioneuroemoción añadimos: ese proceso está lleno de lealtades invisibles, heridas no atendidas y aprendizajes que pueden re-programarse.

La personalidad no es una esencia fija, ni una etiqueta, ni un destino. Es un sistema emocional que construiste para sobrevivir, adaptarte, sentirte querido y que, a veces, sin pretenderlo, te limita.

En este artículo exploraremos juntos el concepto mismo de la personalidad, de qué está hecha o aspectos tan fundamentales como por qué influye tanto en nuestras decisiones, como condiciona el amor, la crianza o tus elecciones amistosas o laborales y lo más importante: cómo transformarla para que se convierta en nuestro mejor aliado.

¿Qué es realmente la personalidad?

Imagina que tu personalidad es como tu “software emocional”. No siempre lo elegiste tú; muchas veces alguien lo instaló por ti.

La personalidad es el conjunto de patrones emocionales, cognitivos y conductuales que utilizas para adaptarte al mundo. Es tu “modo automático” de ser, sentir, interpretar y reaccionar.

Pero no es sólo temperamento ni carácter: Es el resultado de tu biología, tu experiencia, tus vínculos tempranos, tus heridas emocionales, tus creencias familiares y tu historia cultural.

En lenguaje sencillo: Tu personalidad es el traje emocional que desarrollaste para sobrevivir en tu ambiente afectivo y, a diferencia de lo que se cree, como ya te he avanzado más arriba, sí puede transformarse. No al 100%, pero sí de manera profunda

¿De qué está hecha tu personalidad?

a) Tu temperamento

Esto es, tu parte biológica. En este apartado es donde contemplamos el ritmo emocional con el que gestionas (o no) lo que sucede fuera, tu nivel de tolerancia… la sensibilidad, nivel de energía. Es algo que no lo eliges, viene de fábrica.

b) Carácter

Aprendido. Aquí ya influye de forma decisiva tu entorno, lo que ves desde edades tempranas entre tus primeros cuidadores. El carácter incluye rasgos como defensa, hábitos, estilo de vinculación, maneras de afrontar el conflicto…

c) Creencias familiares

Esto es más difícil de catalogar, pero si lo podemos explicar a través de ejemplos en los que te verás, en mayor o menor medida, reflejado. Se ve a través de mandatos invisibles como: “En esta familia somos fuertes y no lloramos”, “Hay que sacrificarse para que te quieran”, “Los hombres son muy egoístas” o “Las mujeres nunca están contentas con nada”.

A estas alturas te habrás dado cuenta ya de que no las cuestionaste: literalmente: las absorbiste. Las hiciste tuyas.

d) Heridas tempranas

Independientemente de si creciste en un hogar más o menos funcional y tus necesidades básicas fueron medianamente atendidas, es prácticamente imposible no haber crecido con alguna pronta sensación o percepción de rechazo, abandono, humillación, traición o injusticia vista bajo el prisma de tu mente de niño. No olvidemos que somos personitas que llegan al mundo en brazos de otras personas con sus propias heridas, personalidades en construcción y patrones disfuncionales individuales, por más que deseen darnos lo mejor.
        Así pues y a modo de ejemplo, cada una de ellas genera un patrón que te será fácilmente reconocible:

  Rechazo: invisibilidad

  Abandono: dependencia

  Injusticia: autoexigencia

  Humillación: culpa

  Traición: control

e) Estrategias de supervivencia emocional

Son los “personajes” con los que navegas la vida. Esto es, aquello con lo que te identificaste y que de una u otra forma te daba esa sensación de pertenencia, de aceptación en la familia, en el clan. Viene a ser algo así como el papel que encarnaste porque pensaste que así ya tenías tú lugar y serías no sólo aceptada/o, sino querible.

Ejemplos de ello tenemos varios como puede ser la complaciente, el autosuficiente, el mediador, la hiper responsable, el que evita el conflicto (tapando a sus hermanos o progenitores de cualquier error que pueda provocar una alteración del sistema)

Si. Estas estrategias fueron necesarias en una etapa puntual. Pero no siempre siguen siendo útiles. 

“La personalidad crea tu realidad, pero también puede limitarla.”

Jordan Peterson

Así pues… puede que sea tiempo de cambiar el traje: se te quedó chico.

¿Cómo se forma la personalidad? (te lo cuento fácil)

Primeros años: absorbes todo

De pequeño no cuestionas nada: simplemente imitas lo que ves.

Si tus padres discutían a gritos, aprendiste que el amor duele. Si había silencio emocional, aprendiste a no molestar.

Infancia y preadolescencia: construyes tu personaje

Para que te quieran, para sobrevivir al colegio, para encajar…

Aquí nacen roles: la responsable, el gracioso, la fuerte, la que nunca llora.

Adolescencia: te cuentas una historia

Empiezas a definirte con frases como:

  “Soy tímido.”

  “Soy un desastre.”

  “Siempre me pasa lo mismo.”

En resumen: Nace tu identidad narrativa. Aquí es el origen del: “yo es que soy muy…” o “Yo nunca hago eso o yo sería incapaz de…”

Aquí nace, como nos enseña la Bioneuroemoción, el concepto de Sombra, todo aquello que determinas que está mal, que es digno de ser juzgado. Lo impopular y que por tanto catalogas como inapropiado y lo derivas a lo oculto, lo que no se puede manifestar. ¡Ojo! No desaparecerá, solo lo habrás metido en “esa caja de cosas que juzgas y condenas”.

Spoiler: Tarde o temprano te enfrentarás de una u otra forma a ello y su integración será, a todas luces, tu mayor tesoro, el profundo desarrollo de tus dones.

En palabras de Dan Siegel: “La integración, no la rigidez ni el caos, es el sello de una mente sana.” pero no adelantemos, hablaré de eso un poquito después.

¿Se puede transformar la personalidad? 

La ciencia moderna es clara: Tu cerebro cambia con nuevas experiencias. Brian Little, psicólogo de Harvard, dice: “La personalidad es flexible cuando la vida te lo pide.”

Y en Bioneuroemoción lo vemos cada día. Cuando tomas conciencia del origen de tus patrones, la vida ya no te dirige: la diriges tú.

Una transformación que ocurre cuando comprendes el origen emocional de tus patrones, identificas la creencia limitante asociada, te responsabilizas de tu percepción y, finalmente, eliges una respuesta nueva y coherente.

Y cuando eso ocurre verás transformados aspectos tan relevantes como tu diálogo interno, tu forma de reaccionar, tu capacidad para poner límites, tus vínculos y, en definitiva: tu forma de estar en la vida.

No eres una versión definitiva de ti. Eres una versión en proceso.

Cómo influye tu personalidad en tus decisiones

Aquí va una verdad incómoda: No decides desde tu esencia. Decides desde tu herida.

¿Quieres verlo aún más claro? Fíjate en estos supuestos, quizá te sientas identificado con alguno de ellos:

  Si temes el rechazo: eliges lo que no molesta. (Silenciándote, callando tus propios deseos o anhelos, tu voz, tu necesidad. Buscarás complacer)

  Si temes el abandono: eliges lo que se queda, no lo que te conviene. (tu nivel de tolerancia superará cualquier límite)

  Si temes fallar: eliges lo seguro, no lo auténtico. (Te costará tomar decisiones, asumir riesgos, evitarás dejar cualquier zona de confort por incómoda que ésta sea)

  Si viviste con ausencia emocional: eliges lo inalcanzable. (Así evitarás el vínculo, buscarás la falta de profundidad y, por tanto, te proteges de una necesidad no cubierta)

¿Lo vas viendo? No te desanimes ahora, recuerda que tu personalidad marca tu mapa, pero tú puedes cambiar la ruta.

 “Somos personas de libre construcción: actuamos fuera de nuestra personalidad cuando nuestro propósito lo exige.”

Brian Little (Harvard)

¿Y puede haber mayor y más noble propósito que vivir una vida en plenitud, libre y capaz de tomar decisiones de una manera más independiente, más auténtica, real… más acorde con lo que nos produce la tan anhelada paz interior?

Si. La hay, sólo hemos de descubrir esos patrones que ya se nos quedaron pequeños, viejos, casposos e incómodos.

Ahora bien, ¿Cómo detectarlos sin dar palos de ciego? ¿Cómo podemos tomar conciencia, ver, asumir o darnos cuenta de esos aspectos de nuestra personalidad que nos está limitando? ¿Acaso habrá alguna manera más o menos fiable?

Sí. La hay.

La personalidad en la pareja: el espejo más honesto

La pareja activa todo aquello que necesitas sanar. Y he aquí una verdad que, si bien puede que no te resulte incómoda, si puede sorprenderte: Nos atraemos desde nuestra herida y, si hacemos las cosas bien, evolucionamos desde nuestra conciencia.

¿Y qué es hacer las cosas bien? Entender que el conflicto no solo es necesario, sino deseable. Escuchar al otro y escucharte tú. Permitir, en definitiva, la alquimia que la pareja ha venido a ofrecerte. Recuerda esto: Tu pareja no está para hacerte feliz: está para hacerte consciente.

En la pareja se activan todas las partes que evitaste mirar como tu miedo al rechazo, la manera en la que te vinculas (apegos, ansiedades, silencios) tu forma de defenderte… en definitiva, tu modelo familiar de amor.

Te pondré un ejemplo sencillo, pero a todas luces práctico para que lo veas más claro.

Un ejemplo práctico de pareja (más común de lo que imaginamos)

Una mujer, María, acostumbrada a ser muy autosuficiente, a no pedir ayuda y hacerse cargo de todo sola. Dice buscar una relación auténtica, comprometida, un vínculo real…

Sin embargo de una u otra forma, siempre acaba estableciendo vínculos amorosos con hombres que bien, por lejanía geográfica, problemas familiares o, relaciones anteriores tumultuosas, no se encuentran emocionalmente disponibles. Al principio parecen interesados en establecer una conexión profunda, pero más temprano que tarde, se diluyen.

Sufre, le duele, pero acabará diciéndose a sí misma que “no necesita a nadie”. No tardaremos en verla tomando un café con varias amigas y repitiendo casi en letanía aquello de que: “los hombres en verdad son todos unos inmaduros sin compromiso ni lealtad genuinas”.

Sin embargo, la realidad más profunda es otra. Cuando los conoce ya atisba sus mil impedimentos, su falta de “disponibilidad emocional” pero inconscientemente sabe que al vincularse con ellos María evita la vulnerabilidad. ¿Por qué se da este patrón en la vida de María?  En su infancia y tras un abandono emocional temprano, entendió que expresar necesidad era “peligroso”.

¿Qué tendría que integrar María en su proceso de transformación? La comprensión profunda de que esa “independencia extrema” es un mecanismo de defensa y no algo genuino. Permitirse mostrar sus deseos desde el principio, sus requerimientos y entender que, permitirse ser vulnerable, es parte intrínseca de quien posee grandes fortalezas.

¿Os acordáis de la sombra? Ya nos vamos acercando.

La relación no es el problema: El problema es la historia emocional detrás de cada uno de nosotros.

Casos como el de María no son aislados, podemos ver otro ejemplo como el de Raúl, quien siempre dice “sí” para no perder amor. Un patrón que acuñó tras desarrollarse con una madre muy exigente emocionalmente y que, hasta hoy, le ha traído parejas controladoras y amistades desequilibradas. ¿Qué necesitaría Raúl integrar para romper con ese patrón? Atreverse a ser aquello que juzga. Decir “no” más a menudo, imponer límites y profundizar en un trabajo de merecimiento…

Y así podríamos seguir un buen rato… Ahora bien, ¿Es la pareja el único lugar donde puedo ver aspectos ocultos de mi personalidad?No. También podemos ver mucho de nosotros en nuestro entorno laboral, por ejemplo.

La personalidad en el trabajo

El trabajo es la gran pantalla donde se proyecta tu inseguridad, tu merecimiento y tu necesidad de control.

Ejemplos de ello los vemos en los perfeccionistas que sufren burnout (acaban quemados por asumir un exceso de trabajo que no les compete); inseguros que evitan proyectos grandes, complacientes que no saben decir “no” o los autosuficientes que no saben delegar.

No es el trabajo. Es la historia emocional que llevas al trabajo.

¿Y qué piensan de todo esto los papás y mamás de la sala?

Hablemos de crianza.

La personalidad en la crianza

Criamos como aprendimos y también como no sanamos.

Así pues, nos encontraremos con madres auto sacrificadas que darán lugar a hijos con gran carga de culpabilidad, padres rígidos que desarrollarán hijos temerosos o padres ausentes que reflejarán a unos hijos profundamente confundidos en el amor.

La crianza mejora cuando tú mejoras. Un niño necesita modelos, no discursos.

 “Tus hijos no necesitan que seas perfecto. Necesitan que seas consciente.”

Dan Siegel

Cómo transformar tu personalidad (guía práctica y real)

1. Observa tu patrón dominante (ese que se te activa casi en automático) y pregúntate:

¿Qué hago cuando tengo miedo?, ¿Cómo reacciono ante el conflicto?, ¿Qué parte de mí más se repite?

Esto es: ¿Qué haces siempre, incluso sin darte cuenta?

2. Identifica su origen. Preguntas correctas: decisiones acertadas.

Desde la Bioneuroemoción te sugerimos una serie de preguntas muy sencillas que te ayudarán a trazar el mapa del origen de tu personalidad, tus conflictos más profundos y lo más importante: herramientas para el cambio.

Así pues, pregúntate: ¿A quién me parezco cuando hago esto? ¿Para qué aprendí a responder así? Y finalmente: ¿Qué emoción estoy evitando?

3. Revisa tu diálogo interno: Lo que te dices es un espejo de tu personalidad emocional.

No te preguntes “¿qué me pasa?”, sino “¿de dónde viene?”

No esperes grandes resoluciones, verdades intrínsecas o revolucionarias:

No necesitas una revolución. Necesitas un gesto coherente.

4.  Cambia tu respuesta automática

Ejemplo: Si tu patrón es evitar el conflicto, practica decir: “Necesito hablar de esto contigo”.

Pequeños actos: grandes transformaciones. 

5. Rodéate de relaciones que te hagan crecer

Puede parecer obvio, pero se nos olvida. La personalidad evoluciona en contacto. No sanas aislándote: sanas relacionándote mejor.

Al final, se trata de buscar la máxima coherencia emocional. Recuerda que modificar la personalidad nunca será cambiar quién eres, sino de quitar lo que no eres.

Conclusión: Tu personalidad no es una jaula, es una puerta

Si has llegado hasta aquí te habrás dado cuenta de que la personalidad no es un conjunto de etiquetas, es una narrativa viva que puedes revisar, cuestionar y transformar.

No se trata de cambiar quién eres, sino de recordar quién eras antes de necesitar adaptarte y para ello, ahora sí, te invito a permitirte todo aquello que decidiste meter en la caja de “lo inapropiado” aquello capaz de provocarte rechazos ajenos.

Cuando entiendes tus patrones, te liberas de repetirlos. Cuando reconoces tus heridas, aprendes a amarte mejor y definitivamente; cuando eliges diferente, te creas de nuevo.

Locura es esperar resultados diferentes haciendo siempre las mismas cosas”.

Albert Einstein

Te pregunto: ¿Lo que has hecho hasta ahora te ha funcionado?

¿Qué tal si probamos algo distinto?

No sé tú pero yo, no estoy hecha para vivir en piloto automático. ¿Y tú?

Te acompaño.

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Diplomado en Bioneuroemoción®

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