En una nueva entrega de Destellos de Sabiduría, David Corbera y Sara Pallarès conversan con Ignacio Rabadán, autor de Y si mañana no estoy… Ciencia, mente y espiritualidad para una vida intensa. Ingeniero de formación y buscador por vocación, su recorrido vital lo ha llevado a tender puentes entre la razón y la trascendencia, la ciencia y la conciencia.
A través de esta conversación, nos invita a mirar la muerte —y la vida— desde un lugar más lúcido y humano.
David recuerda que muchas búsquedas espirituales comienzan con una inquietud intelectual, con esa pregunta que se abre paso cuando la razón ya no basta. Ignacio sonríe al pensar en el origen de la suya.
“Desde pequeño, el primer libro que me leí fue Vida después de la vida, de Raymond Moody. Y eso ya es un indicador de que hay algo dentro que te dice: ‘Oye, tú vas a investigar estas cosas por el motivo que sea’.”
Desde entonces, la curiosidad lo acompañó como brújula. Aunque su carrera se desarrolló en el ámbito de la ingeniería, nunca dejó de interesarse por la psicología, la antropología o la espiritualidad.
“La curiosidad es básica. El ser humano tiene sed de conocimiento, sed de más. Y la única forma de llegar es a través del conocimiento y la propia experiencia”, manifiesta.
Para Sara, esa sed de saber parece haberse convertido en una forma de vida. Ignacio coincide: “Empecé a descubrir disciplinas, y da igual cuál explores: la psicología, la antropología, la espiritualidad, todas investigan porque queremos ser cada vez más”.
A medida que avanzaba en su camino, Ignacio comprendió que la curiosidad no se satisface solo con ideas, sino con experiencias que transforman la percepción. En ese tránsito, descubrió que el conocimiento intelectual se vuelve sabiduría solo cuando se encarna.
Esa comprensión lo llevó a uno de los temas más universales y desafiantes: la relación con la muerte.

Hablar de la muerte, dice David, es enfrentarse al mayor de los silencios humanos. Ignacio Rabadán lo hace sin dramatismo: “Las personas cuando están cerca de la muerte lo que más dicen es: ‘Te quiero’. Entonces, ¿cómo podemos no esperar a ese momento para vivir muy bien?”
Su manera de mirar la pérdida se aleja de la tragedia. Para él, comprender la muerte permite vivir de otra forma: “No hay que tenerle miedo a la muerte. Es un proceso bien organizado. Marcharte es como nacer.”
Sara observa que esa actitud nace de una profunda aceptación de los procesos vitales. Ignacio asiente: “Cuando tú trabajas la aceptación, hay algo que se despierta que te hace ver que todo es estrictamente necesario para tu evolución. Todo es perfecto como es.”
Recordar la muerte no le alejó de la vida, sino que le enseñó a saborearla con más presencia: “La vida es un milagro. Las cosas malas a lo mejor luego no eran tan malas, o has crecido con ellas. Lo abordé así y me fue fantástico.”
Esa sabiduría se resume en una frase que condensa todo su aprendizaje: “Yo creo que mueres como vives. Saber vivir es saber morir.”
Aceptar la impermanencia, dice, no resta, sino que da sentido a cada instante.

En diálogo con David y Sara, Ignacio Rabadán relata experiencias que desafían la lógica y que él vive con naturalidad. En ellas encuentra la certeza de que la realidad no termina donde lo hace la materia.
“Para mí no existen las casualidades. Me han pasado un montón de cosas que no puedo demostrar, pero es mi experiencia”. Entre esas vivencias, hay una especialmente significativa: la noche en que acompañó a su hermano Mariano en su despedida:
“Esa noche escuché una voz interior que me decía: ‘Tienes que ir a ver a Mariano’. Fui, y esa fue su última noche. Él me cogió la mano y me dijo: ‘Diles que me ayuden a ir al sitio donde voy’.”
Rabadán no busca convencer a nadie, solo compartir lo que ha vivido. “Yo pienso que las señales existen. Hay algo que te dice: ‘Ve’, y eso pasa todos los días. Solo hay que estar atento.”
Desde la publicación de su libro, ha escuchado muchos relatos similares: “Desde que escribí el libro, la cantidad de personas que me han contado experiencias similares es enorme. Es precioso cuando puedes percibir eso y no necesitas convencer a nadie.”
Para él, las sincronicidades son mensajes que nos recuerdan que la vida y la muerte forman parte de un mismo tejido.
Sara destaca que, en las palabras de Ignacio Rabadán, la conciencia no se presenta como una teoría, sino como una práctica cotidiana: “Cuando vives desde la consciencia, todo va mucho mejor, porque tienes una visión más allá de lo material.”
Esa manera de vivir cambia la relación con uno mismo y con el entorno. Ignacio lo expresa con sencillez: “Cuanto más expandes tu consciencia, te vuelves más perceptivo, más intuitivo. Necesitas menos para ser más.”
Para Rabadán, el despertar de la conciencia se traduce en coherencia: sentir, pensar y actuar en la misma dirección.
La libertad, dice, no está en controlar, sino en elegir la actitud con la que se vive cada experiencia: “El libre albedrío es cómo tú enfocas la vida. Esa es la verdadera libertad: puedo estar enfadado o ver que todo es perfecto como es.”
Esa comprensión culmina en una idea luminosa: Yo creo que mueres como vives. Saber vivir es saber morir.”

David propone mirar cómo la ciencia y la espiritualidad comienzan a encontrarse en una visión más integradora del ser humano. Ignacio lo explica desde su propia experiencia de investigación.
“La mecánica cuántica rompió un paradigma. Max Planck decía: ‘La materia no existe como tal, hay una fuerza que la crea’. Y Bohr afirmaba: ‘Todo lo real está hecho de cosas que no pueden considerarse reales’.”
“Tesla decía que el cerebro es solo un receptor. En el universo hay una fuente de conocimiento, inspiración y energía que nos llega.”
Ignacio Rabadán considera que este nuevo paradigma no resta valor a la ciencia, sino que la amplía: “No se trata de abandonar la ciencia, sino de ampliarla. La medicina es maravillosa, pero la actitud, la conciencia y la emoción influyen en la salud.”
Así, la física y la espiritualidad dejan de ser polos opuestos para convertirse en expresiones distintas de una misma búsqueda: comprender la conciencia y su papel en la realidad.
David y Sara concluyen la conversación con la convicción de que no hay respuestas definitivas, pero sí una invitación: vivir con mayor presencia y gratitud.
“La vida es un milagro. Las cosas malas a lo mejor luego no eran tan malas, o has crecido con ellas. Lo abordé así y me fue fantástico”, concluye Rabadán.
Esa certeza, nacida de la experiencia, parece contener el mensaje esencial de Ignacio Rabadán: vivir plenamente es aprender a morir en paz, y morir en paz es haber sabido vivir con amor, presencia y coherencia.
Este artículo es solo una breve parte de la conversación con Ignacio Rabadán de David Corbera y Sara Pallarès -director académico y CEO, respectivamente, de Enric Corbera Institute- en el pódcast “Destellos de Sabiduría”. Puedes ver o escuchar el episodio completo “¿Y si la MUERTE no es el FINAL? Relatos reales con Ignacio Rabadán”, aquí:
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