¿Alguna vez has sentido que, aunque vivas de forma distinta a tus padres, repites sus historias? Las lealtades familiares no siempre se manifiestan en las mismas conductas, pero sí en la energía con la que enfrentamos la vida.
Comprender qué papel jugamos dentro de nuestro sistema familiar puede ayudarnos a liberar patrones que se repiten y transformar la manera en que nos relacionamos, decidimos y vivimos.
En una charla profunda con Enric Corbera en Destellos de Sabiduría, Sara Pallarès y David Corbera exploraron las dinámicas invisibles que heredamos, cómo se repiten patrones y cómo podemos intervenir desde nuestra conciencia para abrir nuevos caminos. Aquí van las claves.
“La ley de la complementariedad siempre funciona”, explica Enric. “Las lealtades no solo están en las repeticiones, también en las compensaciones”, sostiene David. “Es imposible no vivir alguna lealtad familiar”, reconoce Sara.
Una familia no solo transmite valores o hábitos, sino también polaridades: si unos vivieron desde la rigidez, otros lo harán desde la rebeldía, pero ambos comparten el mismo impulso interno.
Incluso cuando creemos que somos lo opuesto, seguimos participando de la misma información. Lo esencial no es alejarnos del modelo familiar, sino comprender desde qué polaridad lo estamos representando.
“Mírate a tu madre desde otra mirada… no te juzgues”, propone Sara. “Mis mejores maestros han sido mis padres, porque los he trascendido”, confiesa Enric.
Muchos conflictos con nuestros padres persisten porque nos definimos en oposición a ellos. Sin darnos cuenta, juzgar sus decisiones nos ata a su historia.
La verdadera transformación empieza cuando dejamos de verlos como causa de nuestro sufrimiento y los reconocemos como parte de nuestro aprendizaje.
Comprender es liberar, y liberar es honrar sin repetir.
“Si no hablase de los demás como la causa de mis problemas, mi vida cambiaría ex facto. El que se siente víctima no hace nada porque está convencido de que él está bien”, sentencia Enric.
Toda situación que nos altera refleja un aspecto interior que busca ser visto. Cuando dejamos de señalar fuera, el conflicto se convierte en espejo y oportunidad.
“El defecto que ves fuera es el que tienes escondido en tu sombra”, agrega Enric. “La sombra se vuelve más monstruosa cuanto más la reprimes”, sostiene David.
Lo que más nos irrita del otro suele ser algo que no nos permitimos ser. Aceptar la sombra no es justificarla, sino reconocerla como parte de nuestra humanidad.
“Todo se resume al perdón. El perdón no es porque soy bueno, sino porque comprendo”, manifiesta Enric Corbera.
Perdonar no es olvidar, es comprender lo que esa experiencia vino a mostrarnos. Solo así dejamos de vivir desde el pasado y podemos actuar desde la conciencia presente.
“Quien sigue esperando ser vista en la adultez es porque no lo fue cuando correspondía”, revela David. “Hay una herida en la infancia: aprendiste que era mejor no ser visto”, agrega Sara.
Nuestras relaciones de pareja son uno de los mayores espejos de nuestras lealtades familiares. Buscamos en el otro aquello que no recibimos y, sin darnos cuenta, recreamos los mismos patrones afectivos que un día nos dolieron.
“La pareja es el que más te complementa… te enamoras de la sombra”, sostiene Enric. “Empieza por valorar lo que hay en lugar de negarte lo que hay”, desafía David.
La pareja refleja nuestras luces y nuestras sombras. Cuando dejamos de exigir que el otro cambie y empezamos a actuar desde una nueva comprensión, la relación se transforma.
“Bendice cada situación, porque cada situación habla de ti”, insiste Enric. “El tiempo está a la espera de que tomes decisiones diferentes”, reta Sara.
Cada experiencia es una invitación a decidir distinto, a responder de otra forma. El tiempo no sana por sí solo: lo hace la conciencia con la que elegimos vivir lo que sucede.
“Cuando no soy coherente, todo mi sistema biológico no es coherente”, declara Enric Corbera. “El cuerpo es el campo de batalla, pero la razón del conflicto nunca está ahí”, suma David.
El cuerpo expresa aquello que la mente calla. Un síntoma no es un enemigo, sino una llamada a integrar lo que sentimos, pensamos y hacemos.
Las tensiones no resueltas buscan coherencia, y cuando no la encuentran, el cuerpo se encarga de recordarlo.
“Eso de que un síntoma siempre significa lo mismo ya ha quedado obsoleto”, aclara Sara. “Cada persona vive un conflicto distinto, aunque el síntoma sea igual”, agrega Enric.
Cada cuerpo habla desde su propia historia y cada experiencia física tiene un sentido único en la vida de quien la vive.
“Conviértete en observador inocente de una situación estresante. El simple hecho de observar sin juzgar abre nuevas posibilidades”, dice Enric.
La observación sin juicio permite que emerja la comprensión. Cuando dejo de buscar culpables y me pregunto qué parte de mí necesita atención, el cuerpo deja de gritar y empieza a dialogar.
Mirar nuestras lealtades familiares no significa romper con el pasado, sino reconocer su influencia para poder elegir de manera consciente.
Cada vez que comprendemos un conflicto, perdonamos una historia o escuchamos lo que el cuerpo nos intenta decir, estamos haciendo algo más grande: estamos liberando a toda la familia de la repetición.
“Mis mejores maestros siempre han sido mis padres, porque los he trascendido y ellos se han sentido liberados”, concluye Enric Corbera.
Transformar no es cambiar lo que ocurrió. Es transformar lo que aceptas y cómo respondes, para que tu futuro deje de repetirse y empieces a crearlo desde tu verdad.
Este artículo es solo una breve parte de la conversación con Enric Corbera de David Corbera y Sara Pallarès -director académico y CEO, respectivamente, de Enric Corbera Institute- en el pódcast “Destellos de Sabiduría”. Puedes ver o escuchar el episodio completo “Descubre el aprendizaje oculto en tu familia”, aquí:
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