A nivel físico hablamos del intervalo de lugar entre dos elementos. Desde el punto de vista temporal indicamos el espacio de tiempo entre dos acontecimientos y desde la perspectiva emocional hablamos de distancias afectivas, por ejemplo, cuando sentimos que alguien se ‘aleja’. En psicología existen estudios que demuestran que cuando algo nos toca ‘de cerca’ ponemos nuestra atención en todos los detalles y tenemos dificultades para ver cómo estos detalles encajan en algo más grande. En cambio, cuando eso mismo le sucede a otro, que está ‘lejos’, vemos más los resultados finales y las consecuencias generales.
Lawrence E. Williams, profesor de la Universidad de Colorado Boulder y John A. Bargh, profesor de la Universidad de Yale son psicólogos que investigan las influencias inconscientes o implícitas sobre el juicio social, la motivación y el comportamiento. Proponen que “las representaciones perceptivas y motoras de la distancia física influyen en los pensamientos y sentimientos de las personas”. Nos recuerdan que todos observamos el espacio en busca de pistas para saber cómo sentirnos, es una forma inconsciente de valorar la situación en la que nos encontramos.
Si entramos en una habitación desordenada (sin distancia física entre los objetos) no tenemos las mismas sensaciones que si lo hacemos en una ordenada.
De la misma manera, vivimos inmersos en una serie de metáforas que nos condicionan y que apenas percibimos. Por ejemplo, internamente todos pensamos que arriba es mejor que abajo, y valoramos más lleno que vacío, y también preferimos más hacia delante que hacia atrás y así sucesivamente. Al utilizar los conceptos de distancia física como puente para desarrollar los conceptos de distancia psicológica es de suponer que “la distancia en un sentido amplio debe influir en los juicios y estados afectivos”.
En su investigación, Lawrence y Bragh, exponen 4 experimentos claros y diferenciados en los cuales siempre hay dos grupos de sujetos, los que han sido incentivados a distanciarse y los que no. En uno de los experimentos preguntan a los sujetos voluntarios sobre la fortaleza de los lazos emocionales con su familia, madre, padre y hermanos, y también con el lugar en el residen. Los que han sido incentivados a sentir mayor distancia psicológica con su entorno expresan tener lazos débiles y sienten un desapego emocional del mundo en general.
El desapego da lugar a un espacio de libertad y este es un tipo de información que se da a nivel inconsciente.
Los autores concluyen que la distancia emocional influye y, al mismo tiempo, es influida por la distancia real: si algo se encuentra lejos nos afecta menos. También nos dicen que “los sentimientos de distancia pueden moderar la intensidad emocional de los estímulos” y que “estos efectos revelan la importancia fundamental de las señales de distancia en el entorno físico para modelar los juicios de las personas y las experiencias afectivas”.
Es posible que después de una consulta en Bioneuroemoción® el consultante sienta que debe reorganizar su espacio vital y tomar distancia con alguien en concreto. A veces una persona puede sentir que necesita tomar distancias para dejar de hacer lo que los demás esperan que haga y empezar a ser aquello que siente que quiere ser. Es importante subrayar que este tipo de decisiones son exclusivas del consultante y de su forma de interpretar la nueva información. El acompañante en Bioneuroemoción® no prescribe nunca al cliente la separación de ninguna persona de su entorno.
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