Los seres humanos tenemos capacidad de adaptación a las situaciones que vivimos, a las relaciones que tenemos, a las circunstancias de nuestro hábitat. Cada cambio en el entorno es una invitación para aprender y evolucionar.
Nuestra capacidad de adaptación, a veces se ve afectada por traumas que no superamos en algún momento de nuestra vida. En este podcast, David Corbera nos explica qué hacer para superar las situaciones conflictivas que todavía hoy nos causan dolor.
En este video Enric Corbera nos habla acerca de las emociones y su relación con los cambios físicos que nos suceden como respuesta adaptativa a los sucesos que experimentamos.
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En la historia de la humanidad vemos cómo el hombre fue cambiando su aspecto físico y su comportamiento de manera significativa para adaptarse a los nuevos desafíos que le ofrecía su entorno. Desde la inestabilidad climática hasta los factores socioculturales, actualmente el ser humano necesita ser flexible para poder aprender y desarrollar su capacidad de adaptación al cambio.
El pensamiento flexible es muy importante a la hora de aprender y responder favorablemente al cambio, sin él no tendríamos la capacidad de adaptarnos a los cambios permanentes que nos ofrece la vida.
Para esto es necesario desaprender viejas formas, tanto de pensar como de actuar y uno de los caminos más directos es cambiar nuestra percepción de los hechos, aunque esto suponga renunciar a viejas creencias y salir de la zona de confort.
“El cambio no solamente es necesario en la vida, es la vida en sí misma”.
Alvin Toffler
La investigadora Anna Gislén, de la Universidad de Lund en Suecia, realizó un estudio sobre la perfecta visión bajo el agua de los niños de la tribu Moken, nómadas marinos, que viven en un archipiélago del mar de Andamán, en la costa oeste de Tailandia. A la mayoría de las personas nos falta definición para ver claramente bajo el agua.
El fenómeno de la refracción impide una buena visión submarina. Los rayos de luz sufren una desviación al pasar de un medio a otro: somos capaces de enfocar perfectamente en el aire pero no en otro medio. Por eso utilizamos gafas de bucear, para colocar aire entre el ojo y el agua.
Sin embargo, los niños Moken son capaces de sumergirse más de quince metros y distinguir perfectamente almejas, conchas y otros moluscos comestibles. Todos los días, cuando la marea sube, estos niños se lanzan al mar para conseguir alimento.
Los humanos dependen más del aprendizaje para la supervivencia que otras especies. ¡No tenemos instintos que automáticamente nos encuentren comida y refugio!
Para adaptarnos ante cualquier cambio es preciso mantener una mentalidad abierta, aceptar la incertidumbre como algo que es parte de la vida.
Cuando tomamos las nuevas situaciones como una oportunidad de aprender, en lugar de preocuparnos, podemos enfocar nuestra energía y pensamientos en desarrollar nuevas habilidades que nos ayuden a responder ante dichas circunstancias.
Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.
Los investigadores de la visión que observaron las habilidades de los niños Moken, mencionadas anteriormente, se preguntaban ¿Cómo han desarrollado el talento de mirar con claridad bajo el agua? ¿Cómo lo hacen? Y es más, ¿Esto puede ser aprendido?
Para responder esas preguntas, Gislén viajó a la isla y realizó diversas pruebas con los niños: “Tenían que sumergirse bajo el agua y colocar la cabeza sobre un panel”.
Desde allí podían ver una tarjeta donde se presentaban líneas verticales u horizontales. Una vez que habían mirado a la tarjeta, debían regresar a la superficie para informar de la dirección de las líneas. Cada vez que se sumergían, las líneas eran más delgadas, haciendo su tarea más difícil.
Resultó que los niños Moken pudieron ver dos veces mejor que los niños europeos que llevaron a cabo el mismo experimento en una fecha posterior. La investigadora, concluyó que estos niños habían aprendido a usar sus ojos de manera adecuada bajo el agua.
Los niños Moken pueden constreñir el tamaño de sus pupilas hasta el límite máximo conocido en los humanos y esa capacidad, conocida como acomodación de cristalino, les acerca a la visión de animales marinos como los delfines.
Sin duda, esta es una prueba más de la capacidad del ser humano para adaptarse al medio. La Bioneuroemoción® considera toda situación de dificultad como una oportunidad para la adaptación y la transformación.
La rigidez impide el cambio; la flexibilidad permite la trascendencia y la superación como personas.
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Igual que la vista de los niños con ojos de delfín se adapta al agua para asegurar su supervivencia facilitando encontrar alimentos, “nuestro cuerpo está en constante diálogo con el entorno y se adapta a él para invitarnos a evolucionar”.
Lo relevante en el caso de los seres humanos es que, ante una situación de dificultad, la respuesta de nuestro cuerpo se relaciona con nuestras interpretaciones y con las emociones que sentimos.
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© Enric Corbera Institute.