El tiempo de acción de calidad comienza con un tiempo de “inacción” de calidad. Guardar algunas horas al día desconectados del mundo, centrados únicamente en nosotros es el mejor regalo que podemos hacer a las personas que nos rodean. Cuando nos volcamos hacia el exterior es muy habitual que surjan comportamientos controladores o de sacrificio. Todos necesitamos aprender a escucharnos, y este es un hábito que solo se puede enseñar con el ejemplo. Los tiempos de sueño y ocio son uno de los secretos fundamentales para tener espacios de trabajo eficaces, creativos y productivos.
Imagina que viajas a un lugar desconocido, seguramente cuando pasees por sus calles estás pendiente de cada detalle, miras con curiosidad y atención cada recoveco, mucho más que cuando estás en tu barrio o ciudad. Aprender a analizar y ver con una perspectiva nueva lo cotidiano es una forma genial de desarrollar nuestra conciencia. Puedes imaginar que eres una persona de hace 5 siglos que acaba de llegar a esta realidad ¿qué te sorprendería?.
Hay una parte innata en el ser humano que se alimenta del juego y la risa. Cuando todo lo que hacemos es “importante” y “formal” perdemos la perspectiva y sobredimensionamos hasta el hecho más insignificante. Jugar es una forma de aprender a flexibilizar nuestra mente y estimular nuestra parte creativa. Decía el escritor Oliver wendell que “los hombres no dejar de jugar porque envejecen, sino que envejecen, porque dejar de jugar”, el juego desenfadado y la risa son formas de gestionar nuestro ego y nuestras emociones.
Recuerda que nuestro presente siempre es el momento perfecto para descubrir nuestros recursos internos, dejar de cubrir nuestras necesidades con la rutina y entrenar nuestro bienestar emocional, transformando nuestros miedos en herramientas de cambio.
“No hay mayor fuerza de cambio que las personas inspiradas en vivir una vida mejor”
Steve Maraboli
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