Una de las causas principales por las cuales no conseguimos cumplir nuestros objetivos o mantener nuestros logros es lo que se conoce como autosabotaje mental.
En cada etapa de la vida buscamos cumplir nuevas metas y objetivos, como estudiar una carrera, tener pareja, formar una familia, ascender en un trabajo, realizar un proyecto personal, estar en buena forma física, etc.
Sin embargo, a pesar de tener la mejor de las intenciones, en ocasiones nuestros actos no contribuyen a lograr lo que nos proponemos o, incluso, hacen que perdamos lo que ya hemos logrado. Así, no entendemos por qué estamos arruinando nuestras propias oportunidades.
En el siguiente artículo te explicamos en qué consiste y te invitamos a identificar y transformar las creencias que están en la raíz de esta dinámica limitante, para superar tus bloqueos, conocerte en profundidad y seguir adelante para lograr lo que te propones.
Podcast: Enric más cerca: Cómo gestionar la sombra- Enric Corbera
En este podcast, Enric nos habla sobre la sombra, esa parte oculta de nosotros mismos que rechazamos. Conocer los aspectos inconscientes relegados a la sombra nos permite trascender nuestras limitaciones y potenciar nuestro desarrollo.
¿Has aprendido a escucharte? – Enric Corbera Institute
En este vídeo, se anima a practicar el hábito de la escucha activa para observar nuestro diálogo interno sin juicios, sin filtros, con una mente limpia para llegar a discernir la información inconsciente que nos limita y así poder trascenderla.
El autosabotaje mental se refiere a la acción de obstaculizar de algún modo la consecución de nuestros deseos y objetivos, impidiéndonos alcanzar nuestro propio éxito. Esto supone una gran contradicción interna, ya que no entendemos por qué queremos y pensamos una cosa, pero terminamos haciendo otra que nos perjudica o que no supone un paso adelante para lograr lo que queremos.
Este estado de confusión con uno mismo nos lleva a sentir que tenemos un “enemigo interno”, y nos preguntamos ¿Por qué actúo así y no como quiero realmente?. Sin embargo, para comprender qué está sucediendo en nuestro interior, debemos comenzar por preguntarnos ¿Para qué hago lo que hago?
Cuestionarnos en profundidad es fundamental para llegar a comprender qué queremos realmente, qué consecuencias tememos de lo que podría suceder si conseguimos dichas “metas” y, también, a qué tendríamos que renunciar al salir de nuestro estado actual.
Todos pasamos por momentos difíciles en los que nuestra manera de afrontar los desafíos de la vida nos puede llevar a autosabotearnos sin darnos cuenta.
Vamos a ver algunos ejemplos:
Observando estas situaciones hipotéticas, podemos pensar que las personas, sencillamente, no tienen la fuerza de voluntad necesaria o que no se esfuerzan lo suficiente para lograr sus objetivos. Sin embargo, el origen real de sus dificultades se encuentra en un nivel más profundo: su inconsciente.
Si hay una contradicción evidente entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, es fundamental revisar nuestras creencias inconscientes. Dependiendo del ambiente familiar y cultural en el que hemos crecido, tenemos unas creencias que, sin darnos cuenta, influyen en nuestras decisiones, nuestras acciones, e incluso en lo que creemos que queremos.
Por ejemplo, cuando vivimos situaciones en las que creemos que no tenemos los recursos o las capacidades para afrontar ciertos desafíos, o creemos que no merecemos algo mejor, o creemos que no estamos a la altura de las circunstancias, solemos tomar decisiones y actuar de maneras que confirman nuestras creencias.
Por eso, debemos revisar nuestros aprendizajes y condicionamientos inconscientes, ya que lo único que nos frena está en nuestro interior. Siguiendo con los ejemplos anteriores, cada persona del ejemplo anterior puede preguntarse:
Hacernos estas preguntas es fundamental para comenzar una autoindagación en el momento que nos damos cuenta de que nos estamos autosaboteando. De este modo, nuestra conducta desadaptativa o perjudicial, pasa a ser una herramienta para hacer cambios e impulsar nuestro desarrollo.
Si descubrimos que aquello por lo que estamos luchando no es lo que realmente queremos, sino lo que quieren nuestros padres, por ejemplo, podemos reformular nuestros objetivos en la vida. Si, por el contrario, confirmamos que realmente queremos lograr ese objetivo, pasaremos a indagar en nuestros miedos y temores.
Imagina que logras tu objetivo: ¿Cómo cambiaría tu vida?, ¿a qué tendrías que renunciar?, ¿qué nuevos retos crees que tendrías que enfrentar?
A veces nuestro mayor temor es conseguir lo que deseamos, ya que alcanzar nuestros sueños implica realizar cambios profundos, renunciar a aspectos de nuestra vida tal y como es ahora, y enfrentarnos a lo desconocido.
Si ya sabes lo que quieres realmente, pero te sigues autosaboteando, puedes preguntarte: Si logro este objetivo,
Siguiendo con los ejemplos anteriores: “Si termino la carrera, tendré que asumir la responsabilidad del trabajo e independizarme de mis padres”, “Si me comprometo con una pareja y tengo hijos, no podré seguir viajando por el mundo”, “Si logro ser un deportista profesional, pasaré mucho tiempo fuera de casa”.
Por ejemplo: “Perdería el contacto diario con mis padres y la comodidad de estar en su casa”, “Me perdería el placer de viajar en libertad”, “Perdería tiempo para estar con mis amigos y mi familia”.
Por ejemplo: “No sé si estaré realmente preparado para asumir la responsabilidad que conlleva la profesión para la que me he formado”, “No sé si podré tener la disciplina y la energía suficiente para cuidar y educar bien a los niños”, “Dudo de si estaré a la altura de las demandas del deporte a nivel profesional”.
En este punto es importante comprender que nuestros temores acerca de lo que nos depara el futuro, también están basados en nuestras creencias y aprendizajes. Las proyecciones que hacemos de futuro tienen que ver especialmente con lo que creemos que sucederá, en base a nuestras experiencias previas, lo que creemos acerca de nuestra capacidad para afrontar nuevos desafíos y lo que creemos acerca de lo que merecemos.
Plantearnos estas preguntas nos ayuda a hacer conscientes nuestros verdaderos anhelos, necesidades y temores, así como nuestros aprendizajes y condicionamientos inconscientes. De este modo, conectamos con esa parte de nosotros mismos que está oculta, pero que es la responsable de lo que al final terminamos pensando, sintiendo y haciendo o dejando de hacer: el inconsciente.
“Tú eres el único obstáculo real en tu camino a una vida plena.”
Les Brown
Decidir hacer ejercicio, cuidar la alimentación, dedicar más tiempo al estudio, o a la familia y amigos… “decidir”, en resumidas cuentas, es algo relativamente sencillo. Sin embargo, como dice un antiguo proverbio “El infierno está lleno de buenas intenciones, y el cielo de buenas obras”. Es decir, al tomar decisiones y no actuar en consecuencia no estamos avanzando en nuestro desarrollo.
Como hemos visto, los procesos mentales que están influyendo en nuestra manera de ver la vida, de pensar, sentir y actuar, se están produciendo a dos niveles: consciente – de lo que nos damos cuenta – e inconsciente – aquello de lo que no nos damos cuenta -.
La parte consciente tiene que ver con nuestro “ego”, es decir, con lo que creemos que somos. Este concepto que nos define se va construyendo a lo largo de los primeros años de nuestra vida, en base a los aprendizajes realizados en el contexto en el que crecimos.
“Muchos de nosotros, la mayor parte del tiempo no nos escuchamos,
sino que escuchamos las voces introyectadas de mamá, papá,
el sistema, los mayores, la autoridad o la tradición.”
Abraham Maslow
Cuando decimos “Yo soy…”, “No soy capaz de …”, “Me gusta …”, “no puedo…”, “No se me da bien…”, etc. estamos definiendo una versión de nosotros mismos limitada y limitante.
De este modo, establecemos las fronteras de lo que creemos que somos – el ego – y, si no tomamos conciencia de ello, también estamos determinando los límites de lo que podemos llegar a ser. Hacer consciente nuestra información inconsciente es la clave que nos permite desarrollarnos plenamente.
Pero para salir de los límites que nos hemos autoimpuesto es fundamental, en primer lugar, reconocer que nos estamos saboteando, averiguar cómo lo estamos haciendo y utilizar esta situación de dificultad para indagar en nuestro inconsciente y transformarnos.
Al final, se trata de aprovechar los retos para superarnos. Parafraseando al alpinista y filántropo neozelandés Sir Edmund Hillary “No conquistamos la montaña, sino a nosotros mismos.”
Solo cuando hacemos consciente la información que nos está limitando, podemos hacer algo al respecto. No podemos cambiar aquello que no conocemos. Por tanto, identificar en qué y de qué manera nos saboteamos, es el primer paso para generar cambios en nuestra vida que nos permitan avanzar hacia nuestras metas.
Con esta finalidad, vamos a ver diferentes formas en las que se manifiesta el autosabotaje:
Es complicado preferir hacer cosas aburridas o complicadas pudiendo disfrutar con otras más entretenidas. Para arrancar, puedes preguntarte cuál es el objetivo que deseas alcanzar realmente. Y, una vez identificado tu propósito, pregúntate: ¿Mis acciones y decisiones me ayudan a avanzar hacia lo que deseo?
Estudiar para un exámen quizás pueda resultar tedioso o aburrido, sin embargo, el propósito detrás de la acción (titularse, trabajar de lo que te gusta, ganarse la vida) tiene sentido y hace que merezca la pena el proceso.
Si no es así, es fundamental tomar conciencia de aquello que no está funcionando para ti. El primer paso en cualquier proceso de cambio, es poner el foco en tu interior. Cuando comprendes de dónde viene este comportamiento que no te sirve y para qué lo haces, puedes trascender la limitación que, de manera inconsciente, te habías autoimpuesto.
«El tiempo perdido es la existencia; utilizado es la vida».
– Edward Young
“Soy demasiado mayor para…”, “No se me da bien …”, “No tengo tiempo para…”, “Debería…” ¿Te suenan estos comienzos de frases? ¿Has usado alguna vez alguno de ellos? ¿Te has puesto excusas como el mal tiempo atmosférico o algún acontecimiento imprevisto para no hacer lo que te has propuesto? Si este tipo de ideas forman parte de tu forma de pensar y hablar habitual, te estás autosaboteando.
«Tus quejas, tu drama, tu mentalidad de víctima, tus culpas y todas tus excusas nunca te han acercado ni un paso a tus metas o sueños».
– Steve Maraboli
La buena noticia es que podemos usar estas excusas o pretextos como justificación para renunciar a nuestros sueños o como impulso para alcanzarlos.
Para comenzar a hacerle frente a este tipo de autosabotaje y descubrir el verdadero origen de tu manera de actuar, cuando reconozcas que te estás poniendo excusas, pregúntate:
Al comenzar trabajos o proyectos, generalmente lo hacemos con ilusión. Empezamos motivados, con ganas y energía. Sin embargo, al cabo del tiempo o cuando aparecen obstáculos, algunas personas van perdiendo la motivación y muchas veces abandonan a medio camino.
Autoindagarnos nos permite identificar cómo las creencias y aprendizajes inconscientes pueden estar minando nuestra motivación, llenándonos de miedos y dudas y, en última instancia, impidiéndonos alcanzar nuestras metas.
Cuando estés pensando en abandonar un proyecto, observa qué dificultades o limitaciones percibes que te han llevado a considerar dejarlo, indaga en tus verdaderas motivaciones y creencias, y recuerda que tanto el problema como la solución están en ti.
“La mayoría de cosas importantes del mundo han sido conseguidas por
gente que siguieron intentándolo cuando no parecía haber esperanza.”
– Dale Carnegie
El perfeccionismo es la actitud perfecta para el fracaso, pues la obsesión por no cometer errores puede llegar a paralizarnos.
Buscar la perfección no es algo malo en sí mismo, pues puede motivarnos a mejorar en aquello que hacemos. Sin embargo, se puede convertir en una actitud desadaptativa o perjudicial cuando la autocrítica es excesiva y el sentimiento de fracaso es persistente.
Este tipo de perfeccionismo oculta una gran desvalorización y se refleja en cualquier aspecto de la vida: sacar las mejores calificaciones, realizar las tareas siempre perfectas, querer tener un cuerpo 10, que la casa esté impecable, que los hijos sean los mejores, que la pareja sea ejemplar, etc.
Como se trata de ideales inalcanzables, el resultado es un sentimiento de no ser suficiente que genera frustración y culpabilidad.
Una personalidad perfeccionista suele confundir la valía de un individuo por lo que hace, por tanto solo se valora a sí misma por sus logros, no por lo que es. Si sientes que te saboteas de este modo, puedes preguntarte:
Además, las personas que se sabotean a través del perfeccionismo nunca están satisfechas con sus logros puesto que siempre creen que lo pueden hacer mejor. Si esto es algo que reconoces en ti y sientes que te está perjudicando, puedes preguntare:
Observa un comportamiento en el que te consideres excesivamente perfeccionista y plantéate las siguientes preguntas:
«El perfeccionismo no es una búsqueda de lo mejor.
Es perseguir lo peor de nosotros, la parte que nos dice que nada de lo que hagamos será nunca lo bastante bueno.»
– Julia Cameron
Por ejemplo, si una persona está escribiendo una novela, pero no llega el momento de terminarla y continúa modificándola incesantemente para que esté “perfecta”, es posible que no llegue a publicarla por considerar que “aún puede estar mejor”.
Si se hace las preguntas que hemos planteado, quizás pueda ver su miedo a exponer su trabajo y a recibir críticas. Y, también, es posible que descubra el miedo al éxito o, mejor dicho, a sus posibles consecuencias, como asumir nuevas responsabilidades, hacer sacrificios o renunciar a ciertas cosas.
Curiosamente, muchas veces el miedo a destacar y estar en la cima no es evidente, sino que se manifiesta en comportamientos que podemos confundir con desmotivación, flojera o falta de disciplina, pero que realmente son una forma de autosabotaje para protegernos de nuestros miedos inconscientes.
A continuación presentamos una serie de estrategias de afrontamiento para el autosabotaje que, incorporadas como hábitos en el día a día, pueden resultar de gran ayuda:
La autoindagación es un acto de observación mediante el cual podemos identificar las creencias y condicionamientos inconscientes que nos llevan a sabotearnos sin darnos cuenta. Nos ayuda a reconocer nuestras verdaderas necesidades, recursos y limitaciones.
Una parte fundamental de esta auto-observación es fijarnos en las conversaciones que tenemos con nosotros mismos habitualmente, para darnos cuenta de qué nos decimos y cómo nos lo decimos. Especialmente en las situaciones de dificultad, nos permite comenzar a identificar aquéllos pensamientos recurrentes y creencias que están en la raíz del autosabotaje.
“Gran parte de lo que llamamos razonamiento consiste en encontrar argumentos para seguir creyendo lo que ya creemos”
– James Harvey Robinson
Así, la parte de sí misma que le está saboteando tiene la intención de que reconozca sus verdaderos anhelos y redirija su vida.
Y, en el caso de una persona que quiere ser deportista profesional, puede darse cuenta de que se dice cosas como: “No soy suficientemente buena”. En este caso, se trata de una creencia instaurada en la infancia que está mermando su autoestima y motivación.
Identificar en qué momento de su vida y en qué contexto aprendió que “no es suficiente”, le permitirá comprender su dificultad actual y transformar esta creencia para dejar de autosabotearse y superar sus limitaciones.
El miedo puede puede ser un silencioso enemigo, pues nos paraliza. Nos puede hacer perder antes de empezar y nos invita a rendirnos. Se trata de una emoción normal y natural, como todas, pero es nuestra decisión abandonar o seguir adelante con miedos incluidos.
También es importante comprender que el miedo nos conecta con nuestros objetivos y deseos. Pero, cuando es desmedido o se hace crónico, genera justo lo contrario. En palabras del poeta Amado Nervo “El miedo no es más que un deseo al revés.” Es decir, el miedo marca aquello que cada cual tiene pendiente de trascender en su vida para favorecer un proceso personal y particular de desarrollo.
Nos sentimos atraídos por aquello que tememos. La atracción/repulsión son polaridades de la misma naturaleza. Por tanto, el miedo nos guía hacia qué retos tenemos que afrontar, es parte de nuestro proceso de evolución, nos mueve hacia el mundo y nos invita a completarnos.
Cuando lo usas para evitar lo que temes, te aleja de tus necesidades y bloquea tu desarrollo. Cuando lo usas como guía, te impulsa y te potencia en todas las facetas de tu vida. El miedo no busca que sufras, busca que actúes: ¿Cómo deseas actuar?
“La única diferencia entre el éxito y el fracaso es la capacidad de actuar.“
– Alexander Graham Bell
Cuando identificamos que nos estamos saboteando en algún aspecto de nuestra vida, en vez de sentirnos culpables, podemos comprender que hay una parte de nosotros mismos que vela por nuestro bienestar y, en última instancia, por nuestra supervivencia.
La mente inconsciente posee toda la información que ha ido almacenando a lo largo de nuestra experiencia de vida, incluso cuando estábamos en el vientre de mamá. La utiliza para interpretar lo que sucede, hacer predicciones y tomar decisiones, sin que nos demos cuenta de ello.
Por eso, a veces no hacemos lo que queremos, o hacemos lo que no queremos y no entendemos por qué.
Así, todo lo que hacemos, en el fondo tiene una intención positiva, aunque no seamos conscientes de ella. Conocerla nos ayuda, por una parte, a comprendernos y alejarnos de la culpabilidad y, por otra, a encontrar nuevas maneras de motivarnos y de actuar para alcanzar nuestros objetivos, cambiando proactivamente nuestra vida y alejándonos del victimismo.
Por tanto, lo que llamamos “enemigo interior” es una parte de nosotros mismos que, en realidad, quiere lo mejor para nosotros. El problema es que se estructuró en un contexto muy diferente al que nos encontramos actualmente.
Por ejemplo, una persona ha podido aprender de su entorno durante la infancia que “las mujeres pierden su libertad cuando se casan”, y que “tener hijos implica abandonar la vida profesional”. Sin embargo, cuando es adulta, puede comprender que estas creencias no son ciertas, que en realidad se puede tener una relación sin perder la libertad, y que es posible ser madre sin renunciar a otras facetas de la vida.
Comprender la intención de nuestras acciones y descubrir las creencias que la sustentan nos permitirá transformarlas, lo cual nos llevará a pensar, sentir y actuar de una forma coherente y alineada con nuestros objetivos actuales.
Identificar esos momentos en los que nos estamos saboteando nos sirve para indagar y encontrar las claves que nos permitirán superar el autosabotaje. Al atender estos conflictos, pasamos de ser enemigos a convertirnos en aliados de nuestro propio desarrollo.
El psiquiatra y gran defensor de la libertad personal Thomas Szasz decía que “A menudo las personas dicen que aún no se han encontrado a sí mismas. Pero el sí mismo no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea”. En nuestras manos está elegir quién queremos ser, qué vida queremos tener y cómo vivirla.
Todos tenemos el poder, el derecho y la responsabilidad de escoger a cada instante con qué actitud responder a lo que la vida nos propone. Solo nosotros podemos liberarnos de las cadenas que nos aprisionan, pues somos el ser que se siente atrapado y el que atrapa, somos las cadenas y somos la llave que las libera.
Si te ha gustado, valora el artículo ♥, comparte y comenta lo que sientas. Te leemos.
© Enric Corbera Institute.