El propósito: el motor que nos impulsa en la vida

20 julio 2024

¿Es posible vivir sin un propósito? ¿Cómo podemos descubrir aquello que le de un mayor sentido a nuestra vida? 

Te invitamos a indagar qué hay detrás de nuestra búsqueda por tener un objetivo vital.

 

El propósito de vida puede confundirse con otra cosa

El escritor Mark Twain dijo que los dos días más importantes de nuestra vida son el día en que nacemos y el día en que descubrimos para qué. Es decir, el día en que descubrimos cuál es el verdadero propósito de nuestra vida. 

Muchas personas viven con una sensación de vacío interno. Tienen sus trabajos y sus familias, pero se sienten incompletos. Sus vidas se han convertido en una rutina y no tienen muy claro hacia dónde van ni cuál es su verdadero objetivo.

 

proposito de vida común

 

El ruido de los propósitos a corto plazo

Otros se pasan la vida evitando, a toda costa, esa monotonía y se dedican a acumular experiencias. Por ejemplo, viajan mucho, estudian varias carreras o acumulan posesiones materiales. 

Ocultan su falta de propósito vital con una colección de pequeños propósitos a corto plazo. Tarde o temprano, estos acaban por ser insuficientes, generando la misma sensación de vacío.

 

“Quiero ser un héroe”: propósitos basados en el ego

Muchas personas se entregan a causas religiosas, sociales o políticas con el objetivo consciente o inconsciente de encubrir su incapacidad de atender sus propias necesidades. Su compulsión por ayudar esconde un pseudoaltruismo, se inmolan mientras se descuidan a sí mismas.

Sus intenciones positivas ocultan un deseo de reconocimiento. Basar su autoestima en cuánto ayudan a los demás los puede llevar a un ciclo de búsqueda constante de aprobación y validación.

Cabe preguntarse en qué modelos mentales, creencias y herencias emocionales nos basamos para definir los propósitos que nos establecimos en las diferentes áreas de nuestra vida.

¿Cuál es entonces esa vida más significativa que estamos llamados a vivir? ¿Cómo podemos identificarla?

 

 

Qué puedes hacer cuando no tienes claro tu propósito

Hay una creencia extendida de que el propósito se relaciona únicamente con el hacer

“Tengo que tener una carrera como mi padre, tengo que tener hijos porque es lo que espera mi madre de mí, tengo que colaborar con la parroquia porque aprendí que hay que honrar a Dios y ayudar a los pobres”.

También se considera que deberíamos encontrar “El” propósito y que, una vez hallado, no puede modificarse nunca más. La realidad muestra que las personas, cada vez más, se permiten vivir otro tipo de vida, tanto en el hacer como en su forma de plantearse su propia existencia.

 

El miedo a equivocarnos no nos permite avanzar

Detrás de no poder definir un propósito suele ocultarse el miedo a fallar. Precisamente, el querer hacerlo bien de buenas a primeras y de manera definitiva nos puede paralizar y dejarnos sin hacer nada.

¿A quién debo responder y de qué modo? ¿Qué o quién me impide liberarme de esa imposición?

Estas preguntas nos permitirán comprender la raíz del temor que nos dan nuestras ambiciones, en lugar de ser un motor para desarrollarnos.

 

La pasión: el combustible de nuestro propósito

Lo primero que podemos hacer para saber cuál es nuestro propósito es identificar qué es lo que nos apasiona. La pasión es un concepto que está estrechamente vinculado a nuestro propósito. 

No obstante, cuando la gente se pregunta qué es lo que le apasiona muchos encuentran más de una respuesta. Eso es porque la mayoría entiende la pasión únicamente como un deseo ferviente hacia algo o alguien que genera mucho entusiasmo o placer.

Por ejemplo, uno puede sentir pasión por hornear cada fin de semana los platos favoritos de la familia, por hacer ejercicio cada mañana para verse saludable o desarrollar un hobby en los ratos libres. 

Nuestros talentos, lo que “nos sale fácil” pueden ser el puente entre lo que nos gusta y nuestro propósito de vida. El punto en común es la pasión.

 

Los dones que encierran nuestros dolores

La pasión no solamente proviene de aquello que nos encanta, sino también de aquello que más nos duele.

Por ejemplo, el dolor que una persona ha sentido en la infancia por el abandono de sus padres puede despertar en ella una pasión por la educación y el cuidado de los niños. 

El dolor que alguien ha percibido en su familia por la falta de recursos puede llevarla a sentir un deseo ferviente de ser exitoso profesional y económicamente. 

El dolor es un gran impulsor de rumbos. Si nunca sintiéramos dolor, no tendríamos la necesidad de cambiar y evolucionar.

 

 

Resignificar lo que nos hizo sufrir

Encontrar y vivir nuestro propósito de vida se relaciona tanto con hacer lo que nos gusta como con conectar con nuestro dolor más profundo. 

Seguir el verdadero propósito de nuestra vida implica identificar e integrar aquello que nos generó sufrimiento emocional. Esto puede significar volver a mirar situaciones que fueron dolorosas, para poder trascenderlas.

Pero, para ello, hemos de dejar a un lado las expectativas de nuestro entorno, las creencias de nuestro sistema e incluso de lo que creíamos ser hasta ese momento. Se trata de elegir entre transitar un camino conocido y mil veces recorrido o adentrarnos en la aventura de descubrir quiénes somos en realidad.

 

«El hombre (cada hombre) es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse a otros ni sacrificar a otros para sí mismo. La búsqueda de su propio interés racional y de su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida.»

Ayn Rand

 

Un propósito genuino: trascender el deseo de ser y de hacer

Son muchas las dinámicas que nos alejan de aquello que estamos destinados a ofrecer al mundo. Sin embargo, es posible volver a conectar con lo que realmente nos mueve.

¿Qué tal si te propones diseñar un tipo de propósito que atraviese y resignifique cualquiera de las circunstancias de tu vida

Por ejemplo, mi propósito es dar el 100% en cualquier cosa que me toque hacer, tenga la ocupación que tenga. Y, a partir de hoy, no esperaré un trabajo que me guste sino que haré que me guste lo que tengo que hacer, mientras llegue algo mejor aún.

Mi propósito es vivir una vida coherente siendo fiel a mí mismo. Esto significará, por ejemplo, aceptar a aquella persona difícil o tomar la decisión de distanciarme de ella para preservar mi propia salud mental. Así, cada día viviré en integridad.

Este tipo de propósito te mantendrá vital hasta el último minuto de tu vida. 

Nuestro bienestar depende de nosotros y en definitiva, de nuestra capacidad de aceptar el propósito que la vida nos propone. Y, a la vez, de proponerle a la vida una forma propia de vivirla.

 

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

 

En este podcast David Corbera expone de qué forma se generan los traumas y la importancia que tiene ser capaces de conectar con esas heridas para descubrir nuestro propósito y desarrollar nuestros dones.

 

En este video David Corbera da claves para comprender que vivir con propósito implica gestionar adecuadamente no solamente aquello que nos apasiona, sino también lo que nos genera sufrimiento.

 

 

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