¿Has sentido alguna vez miedo a perder a alguien a quien amas o un vacío interno cuando sientes que esa persona se aleja? O, por el contrario, tal vez alguna relación se rompió por los celos de otra persona hacia ti.
Tanto los celos que sentimos como los que “provocamos” hablan de nosotros. Aunque se los reconoce como sentimientos negativos, son una oportunidad magnífica para la autoindagación y nuestra propia transformación.
Sentir celos es natural porque, como seres sociales que somos, la perspectiva de «perder» una relación nos genera miedo. Eso que llamamos celos es una respuesta emocional a esta amenaza de que podemos perder algo que consideramos nuestro.
Es decir, los celos nunca nacen del amor sino del miedo. Reflejan una falta de confianza en uno mismo y una necesidad de ser amados, las que nos llevan a buscar el control.
«Los celos son una especie de miedo y de temor; miedo de perder lo que se tiene y temor de no lograr lo que se desea.»
Miguel de Cervantes Saavedra
Cuando nos relacionamos con este sentimiento de manera consciente podemos verlo como un estado emocional que, como todos, nos alerta de que algo no va bien en nuestro interior y necesita ser atendido.
Por eso, si sentimos celos podemos observar lo que sucede de manera objetiva y cuestionarnos: ¿Qué hace o no hace la otra persona cuando yo experimento este sentir? ¿Qué percibo que necesito y no me da? ¿Qué expectativas mías no cumple?
Los celos pueden manifestarse de diferentes formas, desde una leve incomodidad a vivirlos de forma exagerada.
Las creencias asociadas al amor romántico, por caso, legitiman los celos y justifican que se llegue al exceso de, por ejemplo, «La maté porque era mía».
En tanto, el desorden mental denominado celopatía o Síndrome de Otelo toma su nombre de la obra de Shakespeare donde Otelo mata a Desdémona, su esposa, como resultado de su delirio de infidelidad, aunque ella es inocente.
Cuando estamos bajo la influencia de los celos tendemos a controlar al otro porque esto nos aporta una falsa sensación de seguridad. Pero, paradójicamente, cuando más tratamos de dominar a alguien, más sentimos que se aleja.
Querer saber siempre dónde está la pareja, estar excesivamente pendiente del otro o querer organizar cada detalle de su día a día son ejemplos de un exceso que muestra un deseo de controlar.
Detrás hay una gran falta de autoestima y un miedo a estar solos.
El ambiente familiar donde nos hemos criado tiene una enorme influencia en cómo nos relacionamos con los demás cuando somos adultos.
La relación entre papá y mamá, y los mensajes que recibimos de pequeños nos pueden hacer repetir patrones en nuestras relaciones de pareja sin ser conscientes de ello.
Para reconocerlos podemos, por ejemplo, preguntarnos: ¿Qué quejas escuchábamos entre papá y mamá? ¿Repetimos en nuestra pareja la demanda de atención que había de parte de uno de nuestros padres? ¿Imitamos conductas de abandono o de irrespeto que veíamos entre ellos?
Por ejemplo: Mi madre se quejaba de que mi padre prefería pasar sus ratos libres con los amigos y yo reclamo a mi pareja que dedica demasiado tiempo al trabajo. Puede ser que pasemos tiempo juntos, pero nos enfocamos solamente en los momentos en los que no está porque, inconscientemente, repetimos la sensación de abandono que sentía nuestra madre y sus celos ante la ausencia de nuestro padre.
Puede ser una manera inconsciente de acompañar a nuestra madre en su dolor.
La actitud diferencial de los padres hacia los hijos también suele generar celos entre hermanos. Ya sea porque se educa distinto a niños y niñas, se hace diferencia con el primogénito o el último, o simplemente por simpatías.
Si percibimos que mamá o papá le prestaban más atención a un hermano, hoy lo podemos seguir proyectando en nuestras relaciones.
Por ejemplo, en el trabajo sentimos que el jefe tiene más en cuenta a un compañero/a que a nosotros. O que en nuestro grupo de amigos creemos que no recibimos la misma atención que otro/a amigo/a.
Darnos cuenta de estos patrones que se repiten es la oportunidad perfecta para la autoindagación ya que expresamos en nuestro entorno la relación que tenemos con nosotros mismos.
Podemos preguntarnos: ¿Qué información de mi historia familiar se refleja en mi forma de ver y experimentar lo que está sucediendo?
Al tomar conciencia de nuestra programación inconsciente podremos hacer algo que nuestros familiares no supieron o no pudieron hacer. De esta manera podremos alejarnos del resentimiento y la culpabilidad hacia nuestra pareja o hermanos y responsabilizarnos de nuestras carencias desde la coherencia.
«Para liberarte, lo que necesitas es darte cuenta de tu programación y de las premisas falsas en que apoyas tus acciones.»
Anthony de Mello
Cuando creemos que perdemos a la persona amada es como si una parte de nosotros también se fuera y nuestra herida de abandono queda al descubierto. Desde ese temor podemos generar dependencia hacia ella o soltar ese apego para decidir libremente desde el amor.
Del mismo modo, cuando nuestra pareja se siente insegura de nosotros y nos cela, podemos indagar qué información complementaria llevamos, puesto que todo tiene que ver con nosotros.
Podemos preguntarnos, por ejemplo, en qué nos sentimos inseguros/as, cómo reflejamos en nuestra vida la desconfianza que había entre mis propios padres.
La pareja nos sirve para reconocernos pues relegamos en ella cualidades y defectos que hemos olvidado que también poseemos.
Si por ejemplo, sentimos celos porque nuestra pareja prefiere pasar tiempo con sus amigos, podemos transformar esa carencia en una oportunidad para, también, pasar más tiempo haciendo cosas que nos gustan.
Ser capaces de llenar nuestros propios vacíos nos hará ganar autoestima y, probablemente, fortalecerá la relación con nuestra pareja.
Los celos no son buenos ni malos en sí mismos, estar dispuestos o no a aprender de ellos será lo que marque la diferencia. Podemos vivirlos como algo que nos bloquea o utilizarlos como impulso para conectar con nuestro ser más profundo y completarnos.
Todas las relaciones son perfectas y han venido a mostrarnos algo que debemos aprender sobre nosotros mismos.
Al tomar este aprendizaje y cambiar nuestra percepción sobre nuestras relaciones siendo responsables y coherentes, podemos vivirlas con una mirada limpia, desde el amor y con gratitud, descubriendo así el regalo que cada vínculo nos ofrece.
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En este episodio, Enric Corbera nos invita a la autoindagación para poder tomar conciencia de los programas inconscientes que están detrás de nuestras inseguridades.
En este vídeo Enric Corbera explica cómo transformar el miedo a la pérdida y los conflictos en general para poder vivir una vida más plena.
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