Indefensión aprendida: ¿cómo transformar lo que nos impide avanzar?

20 febrero 2024

¿En qué aspecto de tu vida estás esperando recibir una señal para saber qué tienes que hacer? ¿Añoras con impotencia ser alguien o hacer cosas y no lo consigues? Debido a la indefensión aprendida aguardas “el momento adecuado” para dar ese paso hacia lo que quieres porque siempre crees que no estás listo/a.

Si has pasado por alguno de esos lugares tal vez sientas que la inacción comienza a pesarte y sabes en tu interior que es hora de hacer algo al respecto.

En este artículo hablaremos de algunos comportamientos aprendidos que, de manera inconsciente, contribuyen a que nos sintamos bloqueados o impotentes. Y cómo convertirlos en una oportunidad para avanzar.

 

Evadir las dificultades ya no es solución

Todos sabemos que un GPS nos ayuda a ir de un punto a otro, siempre y cuando le demos las indicaciones adecuadas. En la vida sucede lo mismo, para poder movernos necesitamos, en primera instancia, saber adónde queremos llegar y para qué lo haremos.

Sin embargo, podemos estar deambulando sin saber muy bien qué queremos hacer o seguimos en situaciones que ya no quisiéramos sostener.

Esto lo podemos observar, por ejemplo, cuando no empezamos ese plan de ejercicio que nos propusimos o a emprender un negocio propio. O queremos comunicar algo a nuestra pareja o familiar y no lo hacemos. Postergamos y no hacemos algo concreto para resolverlo.

Es un sutil victimismo que se expresa como resignación. Lo cierto es que la inacción puede ir derivando en una falta de motivación que termina afectando nuestro bienestar y también nuestras relaciones.

 

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No me siento capaz: indefensión aprendida

¿Reconoces en qué aspectos de tu vida quisieras avanzar o realizar un cambio y no puedes? ¿A qué necesidades, metas o proyectos renunciaste por creer que no te sería posible conseguirlo?

Cuando no comprendemos por qué respondemos pasivamente ante algo que nos supone un conflicto o desafío, es posible que estemos ante una indefensión aprendida.

 

Nos sentimos indefensos ante nuestro propio bloqueo

Tal como lo explica el psicólogo Martin Seligman, la indefensión aprendida es un tipo de respuesta bloqueante que aparece cuando creemos que nuestra conducta no tendrá ninguna influencia sobre los resultados. De alguna forma, consideramos que no hay nada que podamos hacer para poder salir del contexto en el que estamos.

Este mecanismo resulta muy limitante porque afecta directamente a nuestro estado de ánimo y anula nuestra motivación para desarrollar nuevas respuestas.

Sin embargo, todo lo que se aprende puede ser desaprendido. En tal caso, es importante que podamos tomar conciencia dónde se gestó y qué creencias alimentan ese comportamiento.

 

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Indefensión aprendida: un ejemplo de la vida cotidiana

Imagina que una persona está por pedir vacaciones en su trabajo. Antes de comunicarlo, su jefa le da más tareas de las habituales y le dice que solo confía en él/ella para realizarlas. Cuestión que acepta y ni menciona sus vacaciones.

Esto se repite en situaciones más sencillas. Ahora esta persona necesita salir unas horas antes por temas personales, pero al tener más requerimientos laborales, termina cancelando sus otros compromisos y se queda trabajando.

Posiblemente, cuando era  niña/o aprendió que sus necesidades no importan tanto como las de los demás. A medida que fue creciendo dejó de intentar expresar lo que le pasa o de pedir ayuda.

Con el paso del tiempo, si esta persona no se permite priorizar sus necesidades, es posible que termine agotándose. Tal vez baja su rendimiento, se siente desmotivada y, de a poco, se anula a sí misma.

Detrás de esta frustración, él/ella cree que no hay nada que pueda hacer. Aunque dejar atrás sus vacaciones y sus compromisos personales no sea la única opción que tiene, sí es la única reacción que siente que es capaz de tener en ese momento. Una y otra vez calla y deja de atenderse a sí mismo/a.

Al entrar en estas dinámicas, tendemos a culpar o responsabilizar a los demás de nuestra frustración, deteriorando así nuestras relaciones.

 

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Cómo transformar las creencias que alimentaban la inacción

Los ejemplos en nuestra vida pueden ser sencillos y cotidianos. Pero tras ellos se esconden poderosas creencias y comportamientos aprendidos que pueden ser modificados:

 

  • “No es el momento apropiado para decir lo que siento”. Tal vez mi padre se dejó avasallar por sus hermanos y nunca encontró “el momento” para reclamar lo suyo.

Lo que siento es tan importante como el estado emocional de los demás. Merezco comunicar mis sentimientos a quien considero importante para mí.

 

  • “Ya cambiará/n” ¿Quién en mi familia esperaba que “el problemático” del clan cambiara y esto no sucedía?

En lugar de esperar a que los demás cambien, me ocuparé de ser yo quien tome decisiones saludables con respecto a mi propia vida.

 

  • “Estoy esperando a que ‘el Universo me de señales’ de lo que tengo que hacer”. Quizás crecí en una familia donde la obediencia y el autoritarismo apagó mi voz interior y, siendo adulto/a, sigo esperando que otros tomen las decisiones por mí. Es la forma que conocí para ganarme la aprobación y el cariño de mis padres.

Para que “el Universo colabore”, primero tengo que elegir qué quiero. Porque es al revés, primero uno toma acción y luego lo demás se acomodará a nuestra propia coherencia.

Si no modificamos estos comportamientos solo lograremos evadir la responsabilidad que nos toca en cada situación. Pero reconociéndolos, los podemos cambiar.

 

un nuevo comienzo

 

Comprender el origen de nuestra percepción para pasar a la acción

El tomar conciencia de dónde y por qué generamos esos patrones de conducta no es suficiente. Podemos seguir en la inacción.

Por ejemplo: Tenemos relaciones en las que toleramos el maltrato: vemos la programación, tenemos los recursos para salir de ahí (apoyo, independencia económica, etc,), pero no lo hacemos.

El cambio no solo es de creencias, sino que debemos experimentarlo en otros registros: los que hemos juzgado como negativos o los que no hemos reconocido como propios..Por ejemplo, decir que no, levantar la voz, hacer algo a pesar de que al otro le puede molestar.

Es un proceso que genera incomodidad en uno mismo y el entorno. Es un reajuste de nuestra posición en la vida y (como cuando reajustamos nuestra postura corporal), requiere entrenamiento, molesta e incluso puede doler.

 

Podemos recuperar las riendas de nuestra vida

Cuando optamos por no ir hacia dónde deseamos, es lógico que nos encontremos viviendo una vida que no es la nuestra, sino la que los demás esperan de nosotros. Esto puede suceder incluso cuando creemos que sí lo decidimos.

Pero podemos convertir la indefensión aprendida en una actitud proactiva, donde reemplazamos la pasividad por acciones concretas a favor de nuestro deseo profundo. Debemos recuperar esa capacidad de liderar nuestra vida que un día perdimos.

Siempre es un buen momento para reconocer lo que sentimos, merecemos hacerlo.

También podemos elegir con quién lo compartimos. Es importante equilibrar el lugar que le damos a nuestros referentes externos, siempre priorizando nuestra propia voz.

Al percibir lo que parecía un bloqueo como una oportunidad de crecimiento, podemos avanzar hacia donde nos dicta nuestra poderosa intuición. La vida está esperando para colaborar.

 

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

 

En este podcast, Enric Corbera habla sobre cómo desarrollar el estado de conciencia que promueva cambios significativos en la vida. ¿Reconoces en qué ámbito de tu vida estás postergando dar ese salto al vacío?

 

En este vídeo, David Corbera explica por qué a veces nos cuesta dar el salto que nos permite crecer profesionalmente. ¿Estás dispuesto/a asumir las consecuencias de mejorar en lo laboral?

 

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