El corazón del aprendizaje: la importancia de la educación emocional

18 agosto 2023

La educación emocional nos ayuda a desarrollar la inteligencia emocional, que desempeña un papel fundamental a la hora de enfrentarnos a nuevos desafíos. Las destrezas que la definen nos permiten comprender y regular nuestras emociones, manejar la frustración de manera constructiva y establecer límites saludables en términos de expectativas y exigencias personales.

La falta de habilidades para manejar y expresar los propios estados emocionales puede causar dificultad para lidiar con la frustración y el estrés, y generar comportamientos extremos en respuesta a desafíos y presiones. Esto se refleja en personas que no estudian ni trabajan, así como en aquellas que ponen en riesgo su salud por altas demandas académicas y laborales.

El principal problema radica en que no se nos enseñó a gestionar nuestras emociones y, en muchos casos, ni siquiera sabemos reconocer nuestros estados emocionales. Por eso, es fundamental la educación emocional desde edades tempranas y cultivar nuestra inteligencia emocional a lo largo de toda la vida.

 

Educación emocional: educar para la vida

En la actualidad, el analfabetismo emocional es un factor determinante en los problemas que enfrentan las personas, especialmente los adolescentes y jóvenes”. Así lo afirma el especialista en educación emocional Rafael Bisquerra.

“Es fundamental proporcionar a los niños y jóvenes los recursos y estrategias necesarios para enfrentar las experiencias inevitables de la vida durante su desarrollo hacia la edad adulta”, agrega Bisquerra.

Para dar el ejemplo a futuras generaciones debemos comprometernos con nuestro propio aprendizaje. No importa si somos docentes, padres de familia o ninguno de ellos, todos necesitamos aprender educación emocional para transformarnos en adultos resilientes y empáticos.

Aprender a gestionar nuestras emociones nos proporciona las herramientas necesarias para lidiar efectivamente con el estrés, reducir los estados de ansiedad, frustración, y promover un mayor bienestar y satisfacción. De esta manera, podemos sentir una mayor motivación y compromiso en nuestras actividades.

 

Aprender lo que queremos enseñar

Poner en palabras cómo nos sentimos muchas veces es un reto porque no estamos acostumbrados a observar ni a sentir nuestras emociones sin juzgarlas o reprimirlas. De esto se percató la psicóloga Lisa Feldman Barret en la década de los 90.

De sus experimentos acerca de las experiencias emocionales de cientos de personas durante meses concluyó que aquellos que pueden describir con mayor exactitud cómo se sienten, también son capaces de experimentar “emociones a medida” para cada situación.

Reconocer el origen de nuestras emociones y sentimientos, así como permitirnos experimentar un amplio rango de los mismos, nos permite ser más eficaces en la regulación de nuestros propios estados emocionales.

Esto se debe a que ellos se originan en nuestra memoria emocional, en nuestras creencias y experiencias. Allí se genera nuestra forma de interpretar el mundo y, por consiguiente, de reaccionar ante él.

Aprender esto y aplicarlo en nosotros mismos es clave para poder transmitirlo y enseñarlo.

 

“La educación emocional es fundamental para la salud mental y para una sociedad más empática y compasiva”

Lisa Feldman Barret

 

La higiene emocional: el camino hacia una vida más saludable

El psicólogo Guy Winch, miembro de la American Psychological Association (APA), se cuestiona la normalidad con que las personas acuden al médico cuando sienten un dolor persistente o algún síntoma anómalo. En cambio, no consultan a nadie cuando sienten culpa, soledad o sufren una pérdida.

Hace 100 años la gente comenzó a practicar higiene personal y la tasa de esperanza de vida aumentó en más del 50% en apenas unas décadas. En esa línea, Guy Winch afirma que nuestra calidad de vida podría mejorar drásticamente si todos empezamos a practicar higiene emocional.

Y se pregunta: “¿Te imaginas cómo sería el mundo si todos fuéramos psicológicamente saludables? Si desde pequeños nos enseñaron higiene física ¿por qué no empezar a enseñar higiene emocional?”

Nos recuerda que no tenemos por qué gestionar por nuestra cuenta las emociones que sentimos y nos invita a aprender “higiene emocional”. Sin lugar a dudas, los beneficios en nuestra salud y bienestar serían enormes, al igual que su repercusión en nuestra sociedad.

 

 

Fomentar la educación emocional desde la infancia

La escritora y filósofa Elsa Punset nos recuerda que “enseñamos a los niños a leer, escribir o vestirse, pero ¿qué hay de sus emociones?”. La educación formal podría ir más allá de instruir en habilidades e incluir la educación en capacidades emocionales.

En este sentido, cabe destacar que hay centros educativos con programas específicos sobre educación emocional. Por ejemplo, escuelas que han suplantado el castigo por la meditación, iniciativa que invita a que, desde niños, aprendamos a calmar nuestra mente, lo cual es fundamental para saber cómo nos sentimos y qué hacer con esos sentimientos.

 

 

Educar desde el corazón: el poder del ejemplo en la educación emocional

Como miembros activos de la sociedad, tenemos la responsabilidad de enseñar con el ejemplo a las futuras generaciones. En tal sentido, solo un adulto que gestiona sus propias emociones puede aplicar estas habilidades en otros ámbitos de la vida.

En niños y adolescentes, las necesidades afectivas a menudo se manifiestan en la escuela a través de comportamientos desadaptativos o excesivos. Los docentes que no tienen un adecuado desarrollo de la inteligencia emocional no reconocen o no saben cómo lidiar con la situación y, en consecuencia, no pueden ofrecer un apoyo adaptado a sus necesidades particulares.

Esto sucede porque la carga emocional los supera y desconocen cómo gestionar sus propias emociones. Así como docentes o padres se tratan a sí mismos, atienden a los niños o adolescentes.

 

 

Conectar con los niños y motivarlos

La licenciada en Educación boliviana Carmen Arce C. es especialista en matemáticas y en educación emocional. Con más de 40 años de experiencia en docencia, destaca la importancia de reconocer las características de los alumnos y no juzgarlas: “Es fundamental dar utilidad a sus inquietudes en lugar de considerarlas un problema”.

La maestra compartió una experiencia con su estudiante Harold Numbela, de 12 años, a quien sus maestros anteriores consideraban insoportable. Al inicio del año escolar, Carmen llamó a Harold y, en lugar de reprenderlo, le pidió que sea su ayudante en el aula. Como consecuencia el niño llegaba motivado a clases.

Con esta responsabilidad se atendió la hiperactividad del niño y se reforzó la confianza en sus capacidades.

 

Enseñar con el ejemplo es la clave

Cabe destacar que si la maestra no hubiese cultivado en ella misma la inteligencia emocional, no hubiese podido conectar con el niño y ser la guía que él necesitaba en ese momento.

La educación integral no se limita a la adquisición de conocimientos y al cumplimiento de normas sociales. Su propósito principal es guiar, inspirar, motivar y preparar a los niños y adolescentes para la vida.

Por eso es necesario atender nuestras necesidades emocionales primero, desarrollar en nosotros mismos las capacidades que queremos enseñar. Buscar la coherencia emocional es un desafío diario que nos abre las puertas al aprendizaje, al crecimiento y al bienestar, aspectos esenciales para orientar a las futuras generaciones hacia una vida plena y feliz.

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

 

Cuando sabemos gestionar nuestros propios estados emocionales, somos mucho más eficaces en todos los aspectos. Enric Corbera nos propone algunas claves para cultivarla.

 

Enric Corbera comparte algunas claves para una crianza orientada a la felicidad y cómo la autoconciencia emocional nos ayuda a educar a nuestros hijos de una manera más equilibrada y beneficiosa.

 

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Diplomado en Bioneuroemoción®

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