La paz como elección: estar en armonía más allá del conflicto social

Para que te sientas en paz ¿hasta qué punto necesitas que los demás cambien o sean como tú quieres? ¿Discutes con la intención de que admitan que tienes razón? ¿A qué situaciones o personas responsabilizas por tu malestar o tu bienestar?

Estas preguntas son el umbral de nuestra reflexión sobre cómo nuestras creencias y juicios influyen directamente en los conflictos que experimentamos en nuestro entorno y los que surgen en el mundo que compartimos.

En este artículo, te invitamos a explorar la crucial importancia de cultivar nuestra paz interior. Descubriremos la necesidad de incluir, en nuestra búsqueda de paz, a toda la sociedad, incluso a quienes rechazamos.

La clave está en compartir activamente nuestra paz interior, construyendo puentes de comprensión en lugar de muros de discordia.

El mundo como espejo: reflexiones sobre nuestras emociones y juicios

Día a día somos testigos de hechos que nos agradan o nos desagradan. Esto es natural, no tiene por qué gustarnos todo en la vida.

No obstante, cuando nuestras emociones se intensifican, es probable que estemos proyectando, directa o indirectamente, nuestra historia personal en esas situaciones que presenciamos. Cuando juzgamos lo agradable como lo bueno y queremos eliminar aquello que nos provoca enojo, tristeza o desafía nuestras convicciones, comienzan los problemas.

Culpa y juicio como claves de la renuncia a la serenidad

¿Notas cómo la intolerancia se replica a grandes escalas cuando una ideología, cultura o religión busca erigirse como mejor que la otra? Cuando entramos en el juego de la culpabilidad con lo que pasa en el mundo, renunciamos a nuestra paz interior.

Otras veces, de forma inconsciente buscamos excusas para sacar el enojo que llevamos dentro, necesitamos encontrar culpables por no estar viviendo la vida que queremos. Entonces aparecen en nuestra vida personas con las características que tanto nos disgustan y que,  bajo ninguna circunstancia, aceptaríamos tener:

Alguien que no respeta el semáforo, un  político que miente, el compañero de trabajo que habla a gritos, nuestros padres que critican nuestras decisiones, etc.

Estar en paz con los demás comienza con estarlo con nosotros mismos

¿Qué pasaría si “en lugar de ver la paja en el ojo ajeno, vemos la viga en el nuestro”? Para lo único que nos sirve juzgar a los demás es para conocernos a nosotros mismos, porque nuestros juicios hablan de nuestras creencias.

Además, cualquier crítica sin conciencia disminuye nuestra paz y nos causa sufrimiento. Por eso, es crucial estar dispuestos a enfrentar y aceptar todas nuestras facetas para ser más integrales, resolutivos y experimentar serenidad.

Veamos algunos ejemplos

Si noto una exacerbada reacción en mí cuando las personas no respetan las reglas en la sociedad, podría revisar dónde tengo el mismo comportamiento que juzgo y me genera culpa.

Otra opción es ver en qué lugar de nuestra vida somos tan estructurados que nos impide mostrarnos realmente como somos. Quizás damos demasiada importancia a la opinión de otros en lugar de valorar la nuestra y vivir de una manera más auténtica.

O cuando seguimos respondiendo a las demandas de nuestros padres y no tomamos nuestras propias decisiones. Tal vez preferimos no correr el riesgo de eventuales fracasos.

El fin de realizar este ejercicio es reconocer las partes que rechazamos en nosotros mismos por creerlas inaceptables.

“Cada paso que damos hacia arriba nos abre también un camino hacia las profundidades.”

Daniel Berrigan

El tesoro que esconde aquello que juzgamos negativamente

Es probable que, en un contexto determinado, sea útil aplicar el comportamiento que juzgamos. Pero no lo hacemos porque lo tachamos como negativo, inaceptable, vergonzoso…

Es decir, si me molesta que mi madre hable continuamente de lo mal que se siente, quizás es eso lo que tengo que permitirme hacer. Tal vez no comunico cómo me siento y me cuesta pedir ayuda.

Comprender esto nos ayuda a estar en paz, incluso cuando estamos en desacuerdo con el proceder de los demás.

Si observamos cómo se construyen nuestras experiencias, sabremos que lo que las sustentan son creencias, ideas que sostenemos de manera inflexible. Las encarnamos tanto que nos sentimos amenazados ante las de otros porque tenemos miedo de dudar de nuestras propias certezas.

Lo que atacamos y no integramos, persiste

Aunque es natural experimentar sentimientos de asco, odio y tristeza ante las atrocidades que suceden en el mundo, en lugar de permitir que estas emociones nos enajenen, podemos indagar en la raíz de la necesidad de buscar culpables.

Creer que la solución radica en exterminar o luchar contra el caos solo contribuye a reforzarlo. Es posible mantener nuestro equilibrio y paz interior al responder de manera más constructiva ante estas situaciones.

Ejemplos:

Si presenciamos eventos que nos afectan emocionalmente, es útil preguntarnos cómo esos elementos, como la violencia, la manipulación o la falta de respeto, pueden manifestarse en nuestra vida diaria.

Independientemente de que la justicia cumpla su rol, reflexionar sobre estas conexiones puede ayudarnos a entender y abordar nuestras propias experiencias. Es un camino hacia la recuperación de la serenidad.

Podemos preguntarnos:

¿De qué forma violentamos nuestro cuerpo? Teniendo atracones de comida, esforzándonos al punto de enfermar, desatendiendo nuestros estados emocionales, etc.

¿Cómo manipulamos a las personas? Condicionando nuestro amor a que hagan lo que nosotros creemos que es mejor, por ejemplo.

¿De qué formas no nos respetamos y amamos lo suficiente? Por ejemplo, quedándonos en lugares donde no queremos estar.

Abordar con honestidad estas cuestiones nos guía hacia un entendimiento más profundo de nosotros mismos. Ello alimenta la serenidad en nuestra existencia y promueve un ambiente de comprensión y tranquilidad en nuestras interacciones cotidianas.

¿Cuál es el verdadero origen de la paz y de los conflictos?

«Las guerras nacen en la mente de los hombres y es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz», así lo enuncia la Unesco en su acta constitutiva.

Si consideramos que solo podemos experimentar serenidad cuando vivimos experiencias agradables y en un entorno exento de conflictos, contrastes y tensiones, es lógico que creamos que es imposible estar en paz. No podemos controlar lo externo, pero sí podemos cambiar nuestra manera de pensar y observar al mundo.

Si buscamos evitar el dolor emocional nos hacemos rehenes del sufrimiento porque seguimos esperando que los demás cambien en lugar de transformarnos a nosotros mismos.

Renunciar a querer tener la razón es un camino que nos lleva a flexibilizar nuestras creencias y acercarnos a la mutua comprensión.

«La verdadera medida de un hombre no se encuentra en la forma en que se comporta en momentos de comodidad y conveniencia, sino en cómo se mantiene en tiempos de controversia y desafío.»

Martin Luther King Jr

Entre sombras y luces: la danza transformadora hacia la paz interior

Estar en paz muchas veces es, simplemente, abrazar lo que siento, independientemente de lo que sea, sin hacer responsable a otros por mi estado emocional. A veces el camino a la serenidad viene revestido de momentos de miedo y valentía, de alegría o profunda tristeza.

Existe una danza entre la luz y la sombra que nos habita y que se refleja en la sociedad, donde la paz interior integra la vida, no la rechaza por dolorosa que sea. La observa y la atiende con profunda compasión, pues aquel que ha aprendido a reconocerse en su hermano no puede hacer otra cosa que amarlo.

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

David Corbera explica que necesitamos “aliados” y “enemigos” para descubrir las cualidades que no reconocemos en nosotros. ¿Qué comportamiento juzgas en los demás que no reconoces en ti mismo?

En este video David Corbera habla acerca de los condicionamientos que nos impiden estar en paz con las decisiones que tomamos. ¿Reconoces qué juicios te impiden estar en paz con algún familiar?

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