Sentir dependencia emocional de alguien a menudo nos hace sentir vulnerables y a dudar sobre nuestra propia fortaleza. La creencia de que necesitar al otro es algo perjudicial puede llevarnos a evitar la intimidad y las conexiones profundas por miedo a perder nuestra independencia.
Si te reconoces en este patrón de conducta y tiendes a sobrecargarte con la presión de ser completamente autosuficiente, es posible que a veces sientas agotamiento emocional o soledad.
En este artículo te invitamos a transformar tu mirada y descubrir cómo esa misma dependencia, cuando está bien equilibrada, es clave para establecer vínculos saludables que refuercen tu independencia y tu seguridad.
Reconocer que necesitas a los demás podría ser clave para promover tu fortaleza y no un signo de debilidad ¿Lo habías pensado? Sentir un nivel adecuado de dependencia emocional no solo es aceptable, sino necesario.
Los seres humanos somos sociales, estamos programados para buscar conexiones. Por lo tanto, tiene sentido pensar que esa necesidad de relacionarnos es esencial para llegar a ser autónomos y verdaderamente independientes.
El problema es que muchas personas no hemos recibido un sostén emocional adecuado durante nuestro desarrollo.
Durante la niñez nuestra dependencia es vertical, necesitamos la protección, el alimento y la guía de nuestros padres o cuidadores. ¿Qué pasa entonces si esas necesidades básicas no quedan cubiertas?
El psiquiatra y psicoanalista de niños John Bowlby dice que «somos tan necesitados como nuestras necesidades insatisfechas». En su “Teoría del apego” habla de cuán importante es para un bebé generar una relación de seguridad con un cuidador para su correcto desarrollo emocional y social (por ejemplo, cuando aprende a caminar).
«Los niños pequeños, que por cualquier razón se ven privados del cuidado y la atención continuos de una madre o de una madre sustituta, no sólo se ven perturbados temporalmente por esa privación, sino que, en algunos casos, pueden sufrir efectos a largo plazo que persisten.»
En la adolescencia pasamos por un proceso de desapego. Ello supone ir adaptándonos a una dependencia horizontal, donde cuidar y ser cuidado deberían ser cada vez más equitativos y estar en armonía.
Podemos recordar qué nos decían nuestros padres ante nuestras primeras relaciones, tanto amorosas como de amistad, si nos animaban a salir al mundo o nos limitaban diciéndonos cosas como:
“¿Quién te va a querer más que tu propia familia?”, “No puedes confiar en nadie”, “Todos los hombres/mujeres son iguales”, “Los amigos van y vienen, pero la familia siempre estará contigo», etc.
Al tomar conciencia de los aprendizajes que adquirimos veremos que no son “verdades”, sino creencias que asumimos. Será entonces cuando podamos cambiarlos y dejar de repetir relaciones de las que dependemos en exceso o con las que no nos comprometemos por seguir dependiendo de la familia.
Ser emocionalmente maduros implica no esperar de otras personas la solución a nuestras carencias, ni que cumplan las expectativas no satisfechas que arrastramos desde la infancia. Sin embargo, enfrentar esto no es fácil.
¿Qué podemos hacer si, efectivamente, fuimos descuidados, abandonados o heridos cuando éramos pequeños?
«El trauma puede ser una puerta de entrada a una mayor conciencia y autoconocimiento»
Peter A. Levine
Peter A. Levine, psicoterapeuta y autor reconocido por su trabajo pionero en el campo del trauma, sugiere que la clave para la sanación de las heridas de la infancia es liberar la energía atrapada en el cuerpo a través de la expresión emocional. Y, además, transformar la manera en que percibimos y narramos nuestra historia personal.
Si hemos pasado por momentos difíciles durante la infancia, enfrentar de adultos ese dolor resulta crucial. Una forma de hacerlo es practicar la autoindagación para poder identificar y expresar nuestras emociones de manera auténtica.
También, podemos observar lo vivido con una mentalidad más consciente que nos permitirá reconstruir nuestra historia desde una perspectiva más amplia y compasiva. Esto implica no solo reconocer lo que sucedió, sino también encontrar nuevos significados y aprendizajes en esas experiencias dolorosas.
Es un proceso que requiere valor, honestidad y autenticidad. A pesar de su dificultad, nos conduce hacia una mayor comprensión de nosotros mismos y nos ayuda a desarrollar nuestras habilidades y fortalezas. En última instancia, nos lleva a experimentar una mayor libertad emocional y paz interior.
La pareja es nuestro mejor espejo. En ella volcamos nuestras inseguridades y carencias afectivas, con el riesgo de hacerlo de forma excesiva.
Un estudio realizado por Janire Momeñe y Ana Estévez, de la Universidad de Deusto (España), mostró cómo, a medida que aumentaba la dependencia emocional en las relaciones de pareja, mayor era el abuso psicológico.
El verdadero amor no manipula. Surge cuando nos hacemos responsables de las intenciones que esconden nuestros comportamientos para decir “tú y yo somos iguales, nos encontramos para crecer juntos”.
«Un cierto grado de dependencia emocional es completamente normal y saludable; es más, es el componente imprescindible para que las parejas funcionen. La diferencia entre la dependencia emocional patológica y la ‘normal’ es únicamente de grado, es cuantitativa y no cualitativa.»
Jorge Castelló
Cómo dice Gabor Maté: “Nacemos con una necesidad de apego y una necesidad de autenticidad”. Si bien es cierto que, a medida que vamos creciendo, buscamos también encajar en un sistema, no somos lo que nos sucedió ni el rol que tuvimos que representar.
El vínculo de apego inadecuado tal vez nos hizo crear una coraza y nubló nuestra capacidad intrínseca de amar y ser amados. Pero podemos ir transformando ese mecanismo de adaptación en cada relación que tenemos, en cada momento de soledad y vacío, si decidimos afrontarlos de otra manera.
Podemos ver la dependencia emocional como una señal que nos guía en un camino de reconciliación con nuestro pasado. Una luz para descubrir quién queremos ser en relación a nuestra historia.
Así, maduramos emocionalmente, recuperamos la libertad emocional y nuestras relaciones comienzan a basarse en la reciprocidad y en una dependencia saludable.
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En este podcast, Enric Corbera explica cómo podemos gestionar nuestros estados emocionales a través de nuestros conflictos y relaciones para dar luz a nuestras sombras. La confianza es clave en este proceso.
En este vídeo, Sara Pallarés habla del tesoro de mirar a nuestro interior, nuestro “trastero emocional” de experiencias y herencias emocionales vividas con dolor. Para salir del papel de víctimas debemos aceptar estas situaciones y pasar a la acción.
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