En este artículo te explicaremos qué es la dependencia emocional y la codependencia, y descubrirás cómo superar la dependencia afectiva.
¿Qué esperas de los demás? Nos juzgamos a nosotros mismos porque pensamos que tenemos muchas carencias. Nos sentimos culpables por eso y buscamos a quienes puedan llenar nuestro vacío. En este podcast, Enric Corbera profundiza sobre la dependencia emocional.
En este vídeo, descubrirás qué es la codependencia emocional, cómo usarla para crecer y cómo evitar la necesidad de depender de otros para desarrollarte.
Imaginemos un bebé que se cae aparatosamente al suelo, ¿qué es lo que hace inmediatamente después? Mira a su alrededor buscando una figura de referencia en la que basarse para desarrollar su respuesta emocional.
Si ve a su madre asustada seguramente empiece a llorar. En cambio, si ve un rostro relajado que no le da mayor importancia, es probable que no le genere un gran estrés la caída, se levante y simplemente siga jugando.
Aunque pueda parecer una respuesta fruto de la falta de maduración psicológica propia de esas etapas del desarrollo, lo cierto es que todos seguimos mirando a nuestro alrededor de alguna forma buscando una pista de cómo «debemos» reaccionar emocionalmente ante lo que nos sucede.
Aprendemos a sentirnos como dicta nuestro ambiente, tanto emocional (el estado de ánimo de la gente que me rodea), relacional (cómo las personas interactúan con nosotros) e incluso atmosférico (si hace frío, llueve o hace sol).
Continuamente ponemos la atención fuera de nosotros para comprobar cuál debe ser nuestro estado de ánimo en relación a nuestro entorno más cercano. Hasta el punto que si nos levantamos por la mañana y está lloviendo somos capaces de ponernos de mal humor.
Un día aprendimos a entregar nuestra esencia interior a factores externos y nos convertimos en dependientes emocionales.
La dependencia emocional es un patrón psicológico que nos impide establecer vínculos saludables. Se da en las relaciones interpersonales, ya sean familiares, de amistad, de pareja o en otros contextos, como el trabajo.
Cuando una persona está en una relación de dependencia espera que el otro asuma la responsabilidad en aspectos importantes de su vida, experimenta temor a la separación y a la soledad, tiene gran dificultad para tomar decisiones por sí misma y le cuesta expresar el desacuerdo con el entorno, por miedo al abandono y a la pérdida de aprobación.
Las personas dependientes priorizan a los demás, hasta el punto de anularse a sí mismas a favor de su pareja, familia o amistades. Por tanto, establecen relaciones disfuncionales, en las que expresan unas demandas afectivas desproporcionadas y tienden a ser muy sensibles a la aprobación por parte de los demás.
La dependencia emocional puede ser unidireccional o bidireccional.
La codependencia emocional es una forma de apego disfuncional entre dos individuos que se necesitan mutuamente para “ser felices” y que puede establecerse en cualquier tipo de relación: de pareja, familia, amistad, etc.
Se da entre dos perfiles complementarios que actúan desde una búsqueda de reafirmación continua ante la propia inseguridad interna: el dependiente, que necesita al otro, y el codependiente, que busca sentirse necesario e imprescindible, sacrificando su bienestar por los demás.
Ambos se relacionan de manera adictiva, reforzando sus necesidades y utilizando estrategias de manipulación y control.
Somos seres sociales por naturaleza, ya que las relaciones interpersonales son la base del desarrollo en el ser humano.
Por tanto, todos tenemos un cierto nivel de dependencia afectiva que es saludable y necesaria para poder establecer vínculos de calidad. Si no, terminaríamos funcionando siempre de forma individualista y aislada.
Sin embargo, cuando la dependencia es excesiva, se produce un desequilibrio en la relación que nos impide vivirla de una manera beneficiosa que potencie nuestro desarrollo y bienestar.
Veamos algunas características que podemos tener en cuenta para establecer si somos propensos a establecer relaciones de dependencia y codependencia, por ejemplo:
Parece que no podemos soportar ese instante de auto-reconocimiento de lo que nos falta e inmediatamente queremos que acabe. La sensación de carencia va cambiando de forma pero, en el fondo, siempre es la misma. Tratamos de que todos a nuestro alrededor puedan ver nuestro vacío mientras nosotros mismos ni lo miramos.
Y así, seguimos dependiendo de los demás, del entorno, aferrados a lo que no tenemos y, como en cualquier adicción, convirtiéndonos en dependientes.
“Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes.”
Jorge Bucay
En lugar de pararnos un momento a observar nuestra propia necesidad y usarla para conocernos, buscamos compulsivamente la manera de llenarla para silenciarla de una vez por todas.
Nos engañamos pensando que hemos arreglado nuestro problema por una satisfacción inmediata que viene de fuera (un abrazo, una palmadita en la espalda o un rato de atención) en lugar de utilizar ese momento para ver qué hay de nosotros expresándose en esa necesidad.
Es decir, buscamos bienestar sacrificando el Bienser.
¿Qué porcentaje de tu bienestar depende de ti? ¿y de los demás? Una clara señal de maduración psicológica se produce cuando desarrollamos una autonomía emocional que nos permite entender y empatizar con el ambiente en el que nos movemos, pero sin «contagiarnos» del mismo.
Se trata de estar conectados con nuestro entorno, pero manteniendo un estado de coherencia interna que nos permita elegir cómo sentirnos y cómo responder en cada momento, independientemente de aquello que nos rodea.
Cuando sientas que dependes de algo o de alguien, puedes preguntarte: ¿qué consigues a través de esa relación? ¿Qué parte de ti mismo/a has delegado fuera? ¿a quién has hecho responsable de lo que debías encargarte tú?
Siguiendo con la analogía del bebé que se cae, ¿a quien miras cuando te sucede algo y no sabes cómo te has de sentir?
Podemos seguir justificando nuestros estados emocionales por aquello que hacen los demás, culparlos de cómo nos sentimos, o tomar la decisión de crecer como adultos emocionales y hacernos cargo de nuestras emociones.
Relacionarnos de una manera inmadura emocionalmente, que implica no asumir la responsabilidad de nuestro bienestar, limitando nuestra autonomía emocional y evolución personal.
Cedemos el poder de dirigir nuestra vida otorgándole un valor especial a determinadas relaciones, u otros factores externos.
Esta manera de relacionarnos nos juega en contra ya que, sin ser conscientes de ello, buscamos personas que nos complementen, porque sentimos que nos hace falta algo, y creemos que ese algo lo encontraremos en ellas cuando, en realidad, está y siempre ha estado en nuestro interior.
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Esta forma de relacionarnos nos genera un sufrimiento que no podemos gestionar, ya que creemos que lo que nos hace sufrir es culpa del otro.
Sin embargo, cuando tomamos conciencia de que, en realidad, somos los únicos responsables de nuestra manera de ver y experimentar las relaciones, las transformamos en experiencias de aprendizaje.
Así, dejan de ser una fuente de sufrimiento y pasan a ser fuente de autoconocimiento, desarrollo personal y bienestar.
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Estoy muy contento de leer este artículo aquí. Has hecho un muy buen trabajo como escritor. Aunque tengo muchas intenciones de ser un escritor profesional. He estado intentando esto durante 3 años. Vamos a ver qué pasa después. ¡Muchas gracias!
¡Gracias! ¡Buena publicación!
Creo que todos los extremos son malos, pero debe existir una retroalimentación en ese campo emocional. Es una forma de saber que somos seres humanos pero ya, con el conocimiento incorporado del que nos brindan «maestros» como ud. eso hará la diferencia y en consecuencia toda situación será más acertiva y menos dolorosa. (op. pers.)…Gracias y Bendiciones para ud. y su equipo.
Maravilloso. Gracias por tan valiosa información !
Siempre dependí emocionalmente de alguna o algunas personas. Luego me di cuenta de que puedo confiar en mí. Sentir esa maravillosa libertad de poder hacer lo que siento sin la necesidad de aprobación, aunque me equivoque, me convierte en la única responsable de mis acciones. Y a la vez, esto me el poder de mi desarrollo personal.
Que fuerte que me resulta esta parte. Es como si iría decantando toda la información y yo me siento robotizada. Gracias por tanto.
NUNCA PODRÉ ESTARLE LO SUFICIENTEMENTE AGRADECIDA A ENRIC POR TODO LO QUE HA APORTADO A MI SER
«La existencia no admite representantes.” esta frase resuena al leer este articulo. Dejé de arreglar lo que creía que estaba roto en los otros. Entendí que algo estaba roto en mi. Comencé a escuchar más a mi cuerpo y aprendo dia a día a ver lo que el otro me muestra. Siempre tenia una opinión (juicio). Deje de juzgar.