La mirada de mamá: cómo influye la relación con nuestra madre en la vida adulta

26 enero 2024

El entorno emocional de nuestra infancia es un escenario vital donde las huellas más profundas las imprime la relación con nuestros padres. Allí, la mirada que percibimos de nuestra madre es un factor crucial.

Esta conexión, más que un mero capítulo de nuestro pasado, puede estar condicionando la esencia misma de nuestro presente.

Vayamos a desentrañar su impacto en nuestras relaciones y en la conformación de nuestra identidad actual, un viaje para comprender mejor cómo nos relacionamos con los demás.

 

De niños somos esponjas

En los primeros compases de nuestra existencia, entre los 0 y 5 años, absorbemos como esponjas las experiencias que nos rodean, particularmente las de nuestros padres. Y dentro de este contexto, la conexión con nuestra madre tiene un efecto potenciado.

El apego necesario que vivimos en los primeros meses de vida es determinante para nuestra supervivencia y esta condición natural hace que el rol materno sea indispensable.

En este período, donde el cerebro actúa con asombrosa receptividad, se establecen las bases de nuestra percepción sobre diversas experiencias para el resto de nuestra vida. Aprendemos velozmente para adaptarnos al entorno, una destreza vital, ya que somos seres dependientes que requerimos cuidado, alimentación y, sobre todo, amor.

 

La huella emocional de mamá

Nuestra madre va a tener un desafío importante: ser transmisora de vida sin perder su conexión interna y experimentar interacciones saludables con papá.

Ella tiene un papel protagónico en la conformación de la estructura emocional que perdura en sus hijos, dejando huellas importantes en la senda que explorarán en la vida.

 

Como percibimos a nuestros padres, nos percibimos a nosotros mismos

Sentimos y respiramos los estados emocionales de nuestra madre desde que estamos en su vientre, como lo confirma la epigenética. Su forma de ver y experimentar los acontecimientos que vivió durante nuestra primera infancia configuran el núcleo de nuestro inconsciente.

Esto afecta nuestro desarrollo hasta tal punto que, si no tomamos conciencia de ello, puede moldear nuestras creencias, la forma en que interpretamos situaciones y nuestras respuestas emocionales a lo largo de la vida. Esto se manifiesta en la manera en que manejamos el estrés, en cómo enfrentamos los desafíos y cómo nos relacionamos en los diferentes ámbitos de la vida adulta.

Por ejemplo, cuando un padre grita y una madre opta por el silencio y les pide a sus hijos que se callen, de adultos éstos pueden repetir ese patrón al quedarse en silencio cuando alguien alza la voz. Aunque aprendieron a hacerlo de niños para sobrevivir o encajar, cuando de adultos reconocen este mecanismo, pueden elegir cambiar su forma de responder.

Es por eso que indagar con ejemplos concretos nos va a permitir aprovechar el fruto de los recuerdos con nuestros padres.

 

madre los recuerdos

 

Ejemplo: “Mamá critica a papá”

Imaginemos una escena cotidiana en la que la madre de un niño está molesta porque su pareja ha llegado tarde a casa. Ella comienza a decir cosas como: «Nunca cumples tus promesas, siempre llegas tarde», y hace gestos de desaprobación. 

El niño absorbe estos patrones y gestos, creando una impresión de cómo deben ser las relaciones y cómo se manejan los conflictos.

Cuando escucha a mamá criticar a papá, su inconsciente construye un discurso que forma su propio concepto y modelo de hombre. Este escenario puede dar lugar a una protección tácita del padre a quien percibe como víctima. Como varón lo puede llevar, además, a protegerse de las críticas maternas reprimiendo en sí mismo aquellas facetas que juzgó mamá.

Este patrón puede replicarse con otras figuras femeninas, donde el niño de esta historia puede optar por el silencio para evitar «herirlas». Otra manera de compensarlo es crear una resistencia hacia las relaciones, prefiriendo la soledad

Este ejemplo nos invita a la autoindagación sobre nuestras propias experiencias parentales e integrar aspectos de nuestra personalidad que estaban inactivos. Nos impulsará a expresar nuestras opiniones sin preocuparnos por el juicio de una mujer, desafiar la pasividad que surge al cuidar demasiado de otros, etc. 

 

Desprotección o sobreprotección de nuestros cuidadores

Tanto la ausencia (real o simbólica) como la sobreprotección de los padres puede tener un impacto limitante significativo en el desarrollo emocional de los hijos.

La poca presencia de papá, por ejemplo, ya sea por una separación o por cualquier otra razón, puede debilitar la figura paterna y, por ende, sobredimensionar la figura de la madre.

 

Maternalismo tóxico: cuando el cuidado se convierte en control

Una madre que percibe como débil o inadecuada a su pareja puede generar una actitud de sobreprotección hacia sus hijos (o de quienes juzgue como más débiles). A menudo, se manifiesta en acciones que limitan la independencia de estas personas, como lavarles la ropa o prepararles la comida cada fin de semana

Este exceso de maternalismo puede extenderse al control, donde la madre puede sofocar a sus hijos/as. Por ejemplo, los llama constantemente o les dicta lo que deben hacer, creando una dependencia poco saludable.

Puede ser el caso de una joven adulta que vive sola y está planeando un viaje, pero sus padres interfieren en cada detalle. Aunque percibe la molestia, ella no se siente capaz de definir lo que realmente le gustaría hacer y ponerse firme con ello. 

El desafío de la joven será establecer límites saludables y asumir su propia libertad y autonomía. 

Por lo tanto, a medida que nos adentramos en un proceso consciente de individuación, es esencial no permitir que nuestros padres definan el equilibrio emocional de la familia o de nuestro propio bienestar. 

Se trata de encontrar un punto en el que podamos amar y respetar a nuestros padres sin comprometer nuestra propia autonomía.


 

Distinguirnos de nuestros padres para ser nosotros mismos

Según Carl Gustav Jung, a medida que vamos creciendo se desarrolla un proceso de individuación cuya culminación se representa en un viaje interno hacia la plenitud y la realización personal.

En él nos enfrentamos a nuestras sombras y buscamos la armonía entre lo consciente y lo inconsciente. Esta transformación, ya en la adultez, nos concede el poder de cuestionar y decidir conscientemente.

La clave reside en la autoobservación para discernir entre patrones no reconocidos y elecciones lúcidas, evitando quedar a merced de las raíces que se formaron en nuestra infancia.

 

“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.”

Friedrich Nietzsche

 

Honrar a la madre y al padre

Resolver los conflictos que heredamos implica desarrollar una forma personal de afrontarlos. 

Entonces, respetar a papá y mamá no significa seguir ciegamente sus deseos ni obedecer sin pensar. Frases como «debo» o «tengo que» nos ayudan a reconocer la lealtad inconsciente sobre ellos. 

Comprender a los padres no implica evitar enfrentarlos, sino vivir nuestras vidas, entendiendo nuestra programación heredada y eligiendo conscientemente nuestro camino.

La clave para honrar a nuestros padres es nuestra propia toma de conciencia. Ser dueños de nuestras vidas nos libera de la culpa y de sentirnos víctimas. En el fondo, es lo que ellos quieren para nosotros.

Cuando entendemos la herencia emocional de la que venimos, podemos aceptarla sin sentirnos atrapados por ella.

 

 

La educación emocional empieza por casa

Establecer vínculos saludables entre padre y madre implica cuidar emocionalmente a los hijos. Este cuidado funciona mejor cuando ambos están en coherencia emocional y son conscientes de lo que sucede en su propio interior.

 

Madre hay una sola

Comprender a mamá nos permite aceptarla, reconociendo que también fue moldeada por sus propios entornos emocionales. Con ello, hizo lo mejor que pudo.

Al procesar nuestras propias experiencias con madurez emocional, podemos encontrar los patrones heredados y elegir transformarlos.Y así, construir un legado consciente y equilibrado para nosotros y para nuestros descendientes.

 

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

 

En este podcast Enric Corbera comparte claves para una crianza orientada a la felicidad y explica cómo la autoconciencia emocional nos ayuda a educar mejor a nuestros hijos.

 

En este video David Corbera realiza un acompañamiento partiendo de un motivo de consulta relacionado con un conflicto con los padres que repercute en su vida actual, en el ámbito de la pareja.

 

 

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Diplomado en Bioneuroemoción®

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© 2021 Enric Corbera Institute.

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