Madre tóxica: 5 pasos para transformar esa relación

08 junio 2024

Existe la creencia generalizada de que el vínculo con una madre tóxica determina la vida del adulto. Lo cierto es que no es determinante, sino que todos tenemos la capacidad y la responsabilidad de transformar nuestra manera de relacionarnos con nuestra madre cuando somos adultos.

En este artículo te compartimos algunos ejemplos con cinco pasos para abordar este tipo de relación en la búsqueda de vivir una vida libre emocionalmente.

 

Somos responsables de nuestra manera de relacionarnos

Es importante comprender que todas las actitudes de una madre tóxica son el resultado de patrones de conducta que aprendió en el ambiente emocional de su infancia. 

Cuando se mantienen durante los años de crianza, constituyen una forma sutil de ejercer un maltrato. Aunque la madre actúa de manera inconsciente e incluso bienintencionada, puede marcar la vida de ese/a niño/a. 

Pero también es fundamental comprender que, cuando somos mayores, somos nosotros los que mantenemos el vínculo tóxico con nuestra madre. Por tanto, los responsables de transformar cómo nos relacionamos con ella somos nosotros.

 

madre tóxica

 

Cómo saber si aún mantienes una relación tóxica con tu madre

Para hacer los cambios internos que nos permitirán superar los conflictos con mamá, debemos comenzar por reconocer las señales que nos indican que aún mantenemos un vínculo tóxico. Esto, incluso si ha fallecido o no nos relacionamos con ella de manera habitual. 

Recordemos que no estamos hablando únicamente de nuestra madre, sino del arquetipo. Esto significa que se puede expresar simbólicamente en otras personas de nuestro entorno, como una jefa, una amiga, la pareja o incluso nuestra propia hija. 

De este modo, los conflictos que experimentamos con las personas que nos rodean nos permiten reconocer el tipo de relación que hemos establecido con nuestra madre durante la infancia y la influencia que aún ejerce en nuestra vida. 

 

 

Ejemplo de proyección del Arquetipo Madre (pero tóxica)

Tomar conciencia de los patrones emocionales y de conducta generados por la relación disfuncional que aún mantenemos con nuestra madre, nos permite comprender por qué actuamos y nos relacionamos de la forma en que lo hacemos.

 

Veamos un ejemplo:

Una mujer realiza una sesión en Bioneuroemoción en la que consulta sobre un conflicto con su jefa. El punto de mayor estrés sucede cuando ésta le dice que “no le sirve la ayuda que está dando en la compañía”. 

Al investigar en otras situaciones en resonancia, encontramos que, durante su infancia, ella ayudaba a su madre en las labores del hogar y ésta solía decirle: “No lo haces bien, no me ayudas, me das más trabajo”. 

Ambas escenas muestran el conflicto de la clienta, donde la imágen arquetípica de la madre se expresa en su jefa. Así, de manera automática e inconsciente, se activan creencias, pensamientos, sensaciones físicas, sentimientos y comportamientos.

Al considerar que su madre “no la quiere ni la aprecia”, que no reconoce su esfuerzo ni la valora”, la percepción que tiene sobre ella misma en esta situación laboral es que “no es lo suficientemente buena”, entre otras. 

Ella proyecta esta información de su infancia sobre la situación del ámbito laboral, lo cual le permite reconocer el conflicto con la madre y comprender el origen del estrés que vive con su jefa en la actualidad. 

El trabajo de autoindagación es clave para identificar esta información y dejar de lado patrones de pensamiento y de comportamiento que no nos pertenecen (y que ya no nos sirven). Esta comprensión nos permite redefinir desde la madurez emocional la relación que mantenemos con nuestra madre.

 

¿Qué hago si tengo una «madre tóxica»‘?

Para transformar la manera de relacionarnos, el desafío está en invertir el pensamiento: la “toxicidad” no está en la otra persona, sino en la relación que mantenemos con ella, lo cual es responsabilidad de ambas.

Cuando pongo la etiqueta de “tóxica” a mi madre, aún la estoy culpando de no tener el valor de vivir mi vida responsable y libremente. Y lo justifico diciendo que ella es la tóxica.

Una “madre tóxica” es una herramienta que nos regala la vida para descubrir y transformar nuestra propia toxicidad.

 

“Comprende que no reaccionas a nada directamente, sino a tu propia interpretación de ello. Tu interpretación, por lo tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones.”

Anthony de Mello

 

Pasos para descubrir lo tóxicos que somos

Te proponemos una actividad que te servirá para conocerte e identificar los cambios que puedes realizar para dejar de justificarte y comenzar a vivir tu vida. Obsérvate y pregúntate:

 

Paso 1: ¿Qué es lo que más te molesta de tu madre?

(o de otra persona que pueda estar representando este rol en tu vida). Por ejemplo, quizás aún sientes que tu madre es ausente, o que te controla y te molesta que sea absorbente y posesiva.

 

Paso 2: ¿Qué hace ella para que le pongas esas etiquetas?

Observa qué conductas concretas de “controladora, víctima y absorbente” te molestan. Por ejemplo: 

“Siento que no le interesa lo que hago y nunca me apoya. Cuando intento hablarle de mis emociones y mis dificultades, cambia de tema, parece que solo se preocupa de sí misma”.

“No la soporto. Siempre quiere saber a dónde voy y con quién estoy. Me dice lo que tengo que hacer y critica mis decisiones”.

“Es una manipuladora. Malcría a mis hijos y exige que vaya a verla con los niños con demasiada frecuencia; no me deja espacio para mí y mi familia”.

 

Paso 3: ¿Qué haces tú cuando ella actúa de esta manera?

Observar cómo actuamos nos permite identificar los comportamientos que hemos aprendido y que seguimos realizando (aunque no nos beneficien).

Siguiendo con los ejemplos anteriores: 

“Cuando no me da atención, a veces no digo nada y otras, me enfado. Le grito e insulto, le digo que para qué me tuvo si no me quiere y que es una egoísta”.

“Aunque no me pregunte, siempre le cuento mis cosas. Cuando juzga negativamente lo que hago o querría hacer, no le digo nada. A veces, evito contarle cosas, pero me siento culpable”.

“En general accedo a sus peticiones. He intentado decirle que no venga tanto a casa y que me gustaría pasar más tiempo con mi familia, pero no me escucha.”

En cada caso, la persona sigue esperando que su madre cambie. Al mismo tiempo, ella misma no cambia su manera de relacionarse con su propia mamá, manteniendo de este modo el vínculo tóxico, perjudicial para ambas. 

 

Paso 4: Invertir el pensamiento: ¿quién es la persona tóxica?

Si te ves reflejado/a en alguno de estos ejemplos, puedes preguntarte: 

¿Para qué sigo actuando de la misma manera? 

¿Sigo deseando que me quiera como yo quiero que lo haga? 

¿Continúo esperando su aprobación y reconocimiento? 

¿Quiero que ella actúe de otra manera?

Todas nuestras acciones tienen una intención, y mientras sigamos esperando que nuestra madre cambie, nuestros actos serán manipuladores y victimistas. Son de un estado infantil que ya no tiene sentido en la vida adulta.

 

Paso 5: ¿Qué pasaría si actuases de otra manera? ¿Qué te gustaría hacer?

Las decisiones que tomamos y los límites que establecemos como adultos le enseñan al otro quiénes somos y cómo queremos ser tratados. Definen el tipo de relación que estamos dispuestos a establecer. 

Cuando una persona adulta no toma sus propias decisiones o no pone límites saludables con mamá para no molestarla o para complacerla, está estableciendo una relación perjudicial. En vez de responsabilizarse, se relaciona con ella desde la acusación y la culpabilidad.

 

 

Qué hacer si te consideras una madre tóxica

Si identificas en tí comportamientos de “madre tóxica”, ya has dado el primer paso (y el más importante) para comenzar a cambiarlos: reconocerlo

El siguiente es aceptarlo, evitando culpabilizarte y, en su lugar, comprender-te tomando conciencia de cómo es el vínculo que aún mantienes con tu madre.

Redefinir la relación con tu madre es lo que te permitirá transformar los patrones de pensamiento y conducta disfuncionales que ahora estás reproduciendo con tus hijos. 

 

Trascender la información para desarrollar relaciones sanas

Tanto nuestra madre como nosotros somos el fruto de nuestra propia historia. Juzgar o rechazar a mamá es una forma de juzgar o rechazar parte de lo que somos hoy día. 

Con ella compartimos limitaciones, creencias, miedos, etc. Recordemos que nos dio lo que supo y lo que pudo, de la misma manera que recibió de su madre lo que ésta pudo darle. 

Es una información que se va transmitiendo de manera inconsciente como herencia. Y está en nuestras manos cortarla, siendo conscientes de nuestra historia personal para recuperar la capacidad de darnos y de dar aquello que nos fue negado.

 

 

Nadie es tóxico: todos podemos transformar nuestros vínculos

Lo que llamamos “toxicidad” no es más que una relación disfuncional. Pero todos tenemos la capacidad de cambiar nuestra percepción y, por ende, la relación que mantenemos con nuestra madre.

La invitación es pasar de una conciencia dual a una conciencia de unidad, donde comprendemos que la causa de lo que nos sucede subyace en nosotros mismos

Nuestra responsabilidad como personas adultas es aportar nueva información al sistema, enseñando a nuestros padres a ser libres. ¿Cómo? 

Atreviéndonos a ejercer nuestra propia libertad de elegir quién ser y cómo vivir nuestra vida.

 

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

 

En este podcast, Enric Corbera resalta la importancia que tienen las mujeres en su rol de madres y de la información emocional que transmiten a sus hijos.

 

En este video, David Corbera reflexiona sobre la influencia de la madre en nuestra vida. Habla de la relevancia de las libertades en el sistema familiar y de trascender los condicionamientos familiares para vivir la propia vida.

 

 

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Diplomado en Bioneuroemoción®

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