Estrés en la educación: ¿Cómo transformarlo en motivación?

20 septiembre 2023

El contexto educativo brinda un ambiente fértil para construir saberes, estimular experiencias y potenciar el desarrollo de alumnos y docentes. Sin embargo, lo que pudiera parecer promisorio puede verse entorpecido por una gestión inadecuada del estrés.

El objetivo de este artículo es adquirir una nueva visión sobre el estrés que permita aprovecharlo como un recurso motivador para la educación, en lugar de ser un enemigo de la misma.

El estrés en el docente

Facilitar contenidos actualizados y en forma interesante, corregir actividades, entregar notas, manejar el estado emocional del grupo de alumnos y lidiar con padres, entre otros, son desafíos cotidianos de la docencia.

El problema aparece cuando el docente siente que es incapaz de resolver todas estas demandas y el estrés se hace recurrente, afectando su motivación, su desempeño y, en ocasiones, hasta su salud.

Además, la docencia es una de las profesiones más estresantes debido a la sobreexposición al contacto personal y las constantes demandas sociales.

Las investigaciones demuestran que existe una relación entre el trabajo docente y diversos trastornos de salud tanto a nivel biológico -problemas cardiovasculares, respiratorios, lumbalgias, cervicalgias, preeclampsia o úlcera de estómago, etc.- como psicológico -ansiedad, depresión, insatisfacción laboral, reducción de la productividad, absentismo laboral, pasividad en la vida extra laboral, etc.”, dice la educadora Cristina Alemañy Martínez.

 

“El estrés debería ser una fuerza poderosa conductora, no un obstáculo.”

Bill Phillips

 

Qué puede hacer el docente con su propio estrés

Es de vital importancia que el docente identifique su propio mecanismo activador, así como el verdadero origen del estrés que experimenta habitualmente. Esto le permitirá aprender a gestionarlo de manera eficaz para potenciar su propio bienestar.

De este modo, además, podrá usar las situaciones de dificultad con los alumnos para estimularlos a que desarrollen sus propias capacidades de gestión emocional.

 

El estrés en el estudiante

En el tránsito del contexto familiar al educativo, los alumnos atraviesan experiencias novedosas a nivel físico, psicológico y social. Estos cambios pueden ser desafiantes o un reto motivador, según cómo los perciban y los recursos personales que posean para afrontarlos.

El estrés gestionado deficientemente en los niños y jóvenes puede generar falta de concentración y descenso del rendimiento intelectual o físico, procrastinación, apatía, frustración. En muchos casos también provoca ausentismo y abandono escolar.

Además, los alumnos que experimentan un estrés constante pueden llegar a presentar síntomas físicos (dolores de cabeza y de espalda, cansancio, etc.), psicológicos (irritabilidad, ansiedad, inquietud, etc.) y sociales (bullying, aislamiento, conflictos recurrentes, etc.).

 

educacion planta

Qué puede hacer el docente con el estrés de sus alumnos

El docente como mentor, referente y figura de apoyo, debe saber gestionar su propio estrés para poder enseñar a los alumnos desde el ejemplo. Si no lo maneja adecuadamente, incrementa los niveles de estrés en el grupo.

Ha de ser un referente de actitudes que estimulen al alumnado a desarrollar sus propias capacidades emocionales para poder afrontarlo de manera ecológica. Por tanto, debe entrenar y reforzar las estrategias de gestión emocional que le permitan reducir su nivel de estrés y actuar como un modelo de referencia.

Cuando los chicos ven de primera mano una manera diferente de manejar las dificultades, aprenden a hacerlo ellos mismos, ya que aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice.

 

«He aprendido y sigo aprendiendo cómo hacer que una escuela sea un lugar de felicidad y sabiduría para mis estudiantes y para mí.»

Nancie Atwell

 

No es lo que sucede en el aula, sino cómo se percibe

Comprender el estrés que experimentamos es reconocer que lo que nos genera malestar y tensión no es lo que sucede, sino nuestra manera de percibirlo.

Así, por ejemplo, si un docente interpreta como rebeldía o falta de respeto ciertas acciones del alumno, puede actuar con mala predisposición, modificar estrategias de enseñanza, experimentar pensamientos intrusivos, etc.

Es decir, incluso sin ser consciente de ello, el docente adoptará una actitud basada en conclusiones fundamentadas en suposiciones y, por tanto, desconectadas de la realidad.

En tal sentido, los retos y desafíos que se presentan en una institución educativa pueden ser vividos como motivadores o abrumadores, dependiendo de la manera en la que cada persona percibe lo que sucede y cómo gestiona sus emociones.

 

“La realidad de la vida es que tus percepciones, correctas o incorrectas, influyen en todo lo que haces.”

Roger Birkman

 

La raíz de nuestras percepciones

Nuestra manera de percibir lo que sucede y de reaccionar están basadas en nuestra propia experiencia de vida, aprendizajes y creencias.

Es decir, la información que tenemos, consciente e inconsciente, determina cómo vivimos en el mundo.

 

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Redireccionar la mirada en el aula

Si  la causa del estrés radica en nuestra manera de ver el mundo, para poder gestionarlo adecuadamente debemos girar el foco a nuestro interior.

En las situaciones de dificutad podemos comenzar por observar cómo percibimos nuestra propia capacidad para responder y la reacción emocional y fisiológica que experimentamos.

Este movimiento, además, nos permitirá guiar a los alumnos a manejar sus estados emocionales en momentos de dificultad.

 

Percepción de las propias capacidades

El modo en que el docente o el alumno evalúan sus propios recursos (cognitivos, competencias, habilidades, fortalezas y debilidades), puede entorpecer o favorecer su desempeño laboral y el rendimiento académico respectivamente.

Así, por ejemplo, si una persona posee un sistema de creencias potenciador sobre su habilidad para hablar en público, las probabilidades de que se desenvuelva satisfactoriamente durante una exposición frente a otros serán altas.

Por el contrario, si maneja un sistema de creencias perjudicial acerca de las mismas habilidades puede percibir su entorno social como hostil en el que puede ser objeto de críticas.

Por tanto, los niveles de tensión que le pudiera generar esta situación serán suficientes para motivarlo a la acción y responder efectivamente o vivirlo como un problema que le produce sufrimiento. Si le genera tensión en su mente emocional y en su organismo será poco probable que la vea como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.

 

“El estrés es como la especia: en la proporción correcta realza el sabor de un plato. Muy poco produce una comida insípida y sosa; demasiada puede ahogarte.”

Donald Tubesing

El estrés como obstáculo o como motivación

Según cómo percibamos nuestra capacidad para responder a los desafíos que se nos presenten, así serán nuestros pensamientos, reacciones emocionales y conducta. Podemos, entonces, evaluar una misma situación de estrés como motivadora o como paralizante.

Ver el estrés como un aliado hace que pase de ser una traba a ser un impulsor de una conducta superadora. Es el punto justo en el cual hay más entusiasmo que temor al intentar, por ejemplo, hacer algo distinto a lo que venimos acostumbrados,

Por lo tanto, un estrés moderado puede generar un estado de tensión/estimulación tal que movilice a la acción, encendiendo el interés por el aprendizaje.

 

“La única persona que se educa es el que ha aprendido a aprender y cambiar”

Carl Rogers

 

Podemos hacer que las nuevas experiencias generen nuevos modelos mentales, que con la práctica constante, crearán nuevos rasgos personales que nos brinden una retroalimentación positiva sobre nosotros mismos.

El patio del recreo, los pasillos del cole, la cancha de deporte, son espacios para comprobar que una situación potencialmente estresante puede convertirse en un potenciador del aprendizaje.

Esto nos permitirá dejar de ver al estrés como un evento nocivo, sino más bien enriquecedor.

 

“De nosotros, maestros y maestras, depende que este mundo en el futuro sea un lugar mejor, porque cada día que asistimos a clase tenemos la posibilidad de contagiar e influir con nuestra actitud y con nuestra pasión a todas las personas que ahora son niños pero que rápidamente dejarán de serlo.”

César Bona

 

Ser mentores en la autogestión del estrés

Un trabajo diario de autoconocimiento renueva la mirada frente a los recursos que disponemos para encarar los desafíos de la labor docente de una manera más motivante y potenciadora.

Sabemos que heredamos modelos mentales, emocionales y de conducta, y que somos marcados por experiencias personales. No obstante, en la medida en la que desarrollamos una mejor y más profunda relación con nosotros mismos, mayor será nuestra capacidad para convertirnos en referentes e influir en nuestros alumnos de una manera beneficiosa y potenciadora.

La Bioneuroemoción ofrece recursos prácticos orientados a desarrollar las competencias necesarias para aprender a reevaluar tu realidad, gestionar mejor las situaciones que te generan estrés y, con ello, ser un mentor que movilice e inspire a los alumnos a través de tu ejemplo.

 

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

 

En esta conexión, Enric Corbera explica cómo la autogestión emocional renueva la mirada frente a los recursos que disponemos y, así, encarar los desafíos propios de la labor docente de una manera más motivante y potenciadora .

 

En este video, David Corbera explica que el término autoridad se asocia al verbo augere, que significa acrecentar, aumentar. Es decir,  tiene que ver con ayudar a crecer y desarrollarse. ¿Quieres saber cómo aplicar una autoridad potenciadora?

 

Si quieres conocer más acerca del método de la Bioneuroemoción y cómo aplicarlo, tanto personal como profesionalmente, para aumentar el bienestar emocional, síguenos en nuestras redes sociales: YouTube, Instagram, Facebook, Twitter y LinkedIn.

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Postgrado en Educación Emocional y Liderazgo en la Enseñanza

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