El estrés en la educación se suele considerar algo negativo. Descubre cómo transformarlo en una herramienta para potenciar el aprendizaje.
En esta conexión, Enric Corbera explica en qué consiste la autogestión emocional, un recurso que contribuye a renovar la mirada frente a los recursos que disponemos para encarar los desafíos propios de la labor docente de una manera más motivante y potenciadora.
El contexto educativo – en todos sus niveles – brinda un ambiente fértil para construir saberes, estimular experiencias y potenciar el desarrollo de alumnos y docentes. Sin embargo, lo que pudiera en principio parecer idílico y promisorio puede verse entorpecido por una gestión inadecuada del estrés.
Durante el desarrollo de este artículo conoceremos las manifestaciones del estrés en el ámbito escolar, las posibles causas asociadas a éste, así como diferentes alternativas de solución para gestionarlo adecuadamente en el aula.
El objetivo es adquirir una nueva visión sobre el estrés que permita aprovecharlo como un recurso motivador para la educación, en lugar de ser un enemigo de la misma.
En este vídeo, Curro Aguilar explica que la gestión de conflictos entre los alumnos comienza por el autoconocimiento y la autogestión emocional del docente. Presenta algunas claves y técnicas orientadas a generar un ambiente emocional óptimo para el aprendizaje.
Facilitar contenidos actualizados en forma interesante, corregir actividades, entregar notas, manejar el estado emocional del grupo de alumnos y lidiar con padres, entre otros, son desafíos cotidianos de la docencia.
El problema aparece cuando el docente siente que es incapaz de darle resolutividad a todas estas demandas y el estrés se hace recurrente, afectando a su motivación, su desempeño y, en ocasiones, hasta su salud.
Además, la docencia es una de las profesiones que más experimenta estrés debido a la sobreexposición al contacto personal y constantes demandas sociales.
“El estrés debería ser una fuerza poderosa conductora, no un obstáculo.”
Bill Phillips
“Las investigaciones demuestran que existe una relación entre el trabajo docente y diversos trastornos de salud tanto a nivel biológico – problemas cardiovasculares, respiratorios, lumbalgias, cervicalgias, preeclampsia o úlcera de estómago, etc. – , como psicológico – ansiedad, depresión, insatisfacción laboral, reducción de la productividad, absentismo laboral, pasividad en la vida extra laboral, etc. – (Martínez, 2009).
De ahí que sea de vital importancia que el docente identifique su propio mecanismo activador, así como el verdadero origen del estrés que experimenta habitualmente, y que aprenda a gestionarlo de una manera eficaz.
De este modo, además de potenciar su propio bienestar, podrá usar las situaciones de dificultad que se presenten con los alumnos, con el objetivo de desarrollar en ellos las capacidades de gestión emocional necesarias para manejar el estrés en otros contextos de su vida.
En el tránsito del contexto familiar al educativo, los alumnos atraviesan una serie de experiencias novedosas a nivel físico, psicológico y social.
En algunos casos estos cambios pueden ser desafiantes y, sin embargo, en otros suponen un reto motivador, según cómo los perciban y sus recursos personales para afrontarlos.
El estrés gestionado deficientemente en los niños y jóvenes puede generar falta de concentración, descenso del rendimiento intelectual o físico, procrastinación de las asignaciones, desmotivación, apatía, frustración y, en muchos casos, absentismo y abandono escolar.
Además, los alumnos que experimentan un estrés constante, pueden llegar a presentar síntomas físicos – dolores de cabeza, cansancio, dolor de espalda, etc. -, psicológicos – irritabilidad, ansiedad, inquietud, etc.- y sociales – como bullying, aislamiento social, conflictos recurrentes, etc.
Como se puede apreciar, ambas figuras – docente y estudiante – están sometidas a situaciones de estrés. Sin embargo es el docente quien ha de asumir un rol activo, ser un referente de conducta y actitudes que estimule a los chicos a desarrollar las capacidades emocionales necesarias para afrontar el estrés de una manera más ecológica.
Un profesor que no gestiona su estrés adecuadamente, además de proporcionar un modelo disfuncional de conducta a sus alumnos, incrementa los niveles de estrés en el grupo y los retroalimenta.
Por tanto, es fundamental entrenar y reforzar las estrategias de gestión emocional que le permitan reducir su nivel de estrés y actuar como un modelo de referencia. Esto contribuirá a que los alumnos puedan aprender a gestionar sus emociones y el estrés que experimentan en cualquier contexto de su vida, no solo en el aula.
Una de las ideas más importantes que nos ayudan a comprender el estrés que experimentamos, ya sea en el aula o en otro contexto, es comprender que lo que nos genera malestar y tensión no es lo que sucede, sino nuestra manera de percibirlo.
Es decir, los retos y desafíos que se presentan en una institución educativa pueden ser experimentados como motivadores o abrumadores, dependiendo de la manera en la que cada persona percibe lo que sucede y cómo gestiona sus emociones, especialmente en las situaciones de estrés.
“La realidad de la vida es que tus percepciones, correctas o incorrectas, influyen en todo lo que haces”
Roger Birkman
Así, por ejemplo, si un docente interpreta como rebeldía o falta de respeto el hecho de que un alumno no entregue sus deberes, pudiera generarle estrés, desencadenando una serie eventos tales como: predisposición negativa hacia el/la alumno/a, modificación en las estrategias de enseñanza, pensamientos intrusivos, etc.
Es decir, incluso sin ser consciente de ello, el docente adoptará una actitud basada en sus conclusiones, fundamentadas a su vez en suposiciones y, por tanto, desconectadas de la realidad.
Además, es fundamental comprender que nuestra manera de percibir lo que sucede y nuestra manera de reaccionar, así como las suposiciones que hacemos, están basadas en nuestra propia experiencia de vida, aprendizajes y creencias.
Es decir, la información que tenemos, consciente e inconsciente, determina cómo vivimos y experimentamos el mundo.
Una vez el docente elige “ver de nuevo”, ver más allá de su interpretación, se informa de la situación familiar del alumno/a y descubre que sus padres manejan potestad compartida y que los días en los que está con su padre, no hace la tarea y se acuesta tarde porque éste le lleva al bar.
Al comprender que su situación personal le impide concentrarse y cumplir con lo asignado, deja de tomarse lo sucedido como algo personal y su manera de ver la situación cambia radicalmente.
Este cambio de percepción, le permite ofrecer un apoyo ajustado a las necesidades reales del niño o la niña que experimenta dificultades.
Partiendo de la base de que la causa del estrés radica en nuestra manera de ver y experimentar el mundo, para poder gestionarlo adecuadamente debemos girar el foco a nuestro interior.
En las situaciones de dificutad podemos comenzar por observar cómo percibimos nuestra propia capacidad para responder al desafío y el propio proceso de la reacción emocional y fisiológica que experimentamos.
Este movimiento en nuestro enfoque, además de ayudarnos a gestionar eficazmente el estrés que experimentamos, nos permitirá guiar a los alumnos en el mismo proceso y enseñarles , desde el ejemplo, recursos para manejar sus estados emocionales en momentos de dificultad.
El modo en que el docente o el alumno evalúa sus propios recursos (cognitivos, competencias, habilidades, fortalezas y debilidades), puede entorpecer o favorecer su desempeño laboral y el rendimiento académico respectivamente.
En este sentido, la Bioneuroemoción propone tomar conciencia de los recursos personales que poseemos para así encarar de un modo motivante los desafíos y dificultades que se nos presenten.
Así, por ejemplo, si una persona posee un sistema de creencias potenciador en relación a su habilidad para hablar en público, las probabilidades de que realice una intervención en clase o de que se desenvuelva satisfactoriamente durante una exposición frente a sus compañeros, serán altas.En este caso, el estrés o los niveles de tensión que le pudiera generar una de estas situaciones, serán suficientes como para motivarlo a la acción.
Por el contrario, cuando una persona maneja un sistema de creencias perjudicial acerca de sus capacidades para expresarse ante una audiencia, puede percibir su entorno social como un ambiente hostil en el que sea objeto de burlas o de críticas.
Por tanto, mostrará menor probabilidad de responder efectivamente ante esta situación, y será poco probable que evalúe la ocasión como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje. Más bien lo vivirá como un problema que le produce sufrimiento, generando mayor tensión en su mente emocional y en su organismo.
“El estrés es como la especia: en la proporción correcta realza el sabor de un plato. Muy poco produce una comida insípida y sosa; demasiada puede ahogarte.”
Donald Tubesing
Vemos así la importancia de evaluar la percepción que tenemos acerca de nuestros propios recursos y capacidades, para dar respuesta a las situaciones de estrés.
Según cómo percibamos la capacidad que poseemos para responder satisfactoriamente a los desafíos que se nos presenten, así se verá reflejada sobre nuestros pensamientos, nuestras reacciones emocionales y nuestra conducta. Pudiendo entonces evaluar una misma situación de estrés como motivadora o como paralizante.
Ver el estrés como un aliado hace que pase de ser un obstáculo a ser un elemento motivador e impulsor de la conducta.
Ese punto justo en el cual hay más entusiasmo que temor al intentar, por ejemplo, hacer algo distinto a lo que venimos acostumbrados, puede ser un reto que active nuevos circuitos cerebrales.
“La única persona que se educa es el que ha aprendido a aprender y cambiar”
Carl Rogers
Podemos hacer que las nuevas experiencias generen nuevos modelos mentales, los que a su vez con la práctica constante crearán nuevos rasgos personales que brinden una retroalimentación positiva acerca de nosotros mismos.
Esto nos permitirá perder cada vez más el temor a lo desconocido y, por ende, dejar de ver al estrés como un evento nocivo, sino más bien enriquecedor.
El docente como mentor, referente y figura de apoyo, debe saber gestionar su propio estrés para poder enseñar esto a los alumnos desde el ejemplo.
A través de la aplicación de la Bioneuroemoción el docente va conociéndose en profundidad, descubriendo su funcionamiento interno e identificando la información inconsciente que está en el origen de aquello que le genera estrés.
Además, va integrando una serie de herramientas de gestión emocional que le permitirán reducir su nivel de estrés en situaciones complicadas y, así, resolver los conflictos de una manera más creativa y eficaz.
“He aprendido y sigo aprendiendo cómo hacer que una escuela sea un lugar
de felicidad y sabiduría para mis estudiantes y para mí».
Solo si un docente es capaz de gestionar efectivamente su estrés, y consecuentemente habiendo recorrido ese camino, puede acompañar a sus estudiantes en este aprendizaje.
Cuando los chicos ven de primera mano una manera diferente de manejar las dificultades, aprenden a hacerlo ellos mismos, ya que aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice.
Son múltiples las situaciones potencialmente estresantes que se presentan diariamente en el aula, y en una escuela en general. Todas pueden vivirse como una oportunidad de entrenamiento activo, de ensayo y error para juntos – docente y alumnos – redefinir el concepto que se tiene del estrés.
El patio del recreo, los pasillos del cole, la cancha de deporte, todos son espacios aprovechables para enseñar y aprender que una situación potencialmente estresante al inicio puede ser redefinida como motivadora.
Todos y cada uno de los desafíos se pueden aprovechar como un eje transversal en el currículum, para que en lugar de ser visto como una limitación, el estrés se convierta en un potenciador del aprendizaje.
Un entorno escolar amenazante, así como un exceso de estrés percibido por el estudiante, pueden provocar un bajo rendimiento académico (Jensen, 2004).
Esto es debido a que los sentidos y la psique -elementos conscientes e inconscientes de la mente- están comprometidos en resolver la situación de tensión para poder regresar a un estado de equilibrio, no se pueden ocupar con nada más por el momento.
Un estrés moderado -en cambio- genera un estado de tensión/estimulación tal que moviliza a la acción. Esta activación es beneficiosa para encender el interés por el aprendizaje y poner en marcha todos los procesos superiores en él implicados, tales como el pensamiento, la atención, la concentración y la memoria.
Las mentes de los estudiantes contienen infinidad de semillas que están latentes. La función del maestro es generar un ambiente óptimo para su germinación y desarrollo.
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Realizar un trabajo responsable de autoconocimiento es una labor diaria que contribuye a renovar la mirada frente a los recursos que disponemos para encarar los desafíos propios de la labor docente de una manera más motivante y potenciadora.
Cuando asumimos un rol activo frente a las dificultades, aprovechando las situaciones estresantes como oportunidades de aprendizaje, para los estudiantes y para nosotros mismos, cuestionamos nuestra percepción y mantenemos una disposición de apertura que refresca el proceso de enseñanza -aprendizaje, tanto a nivel personal como curricular, nos convertimos en mentores inspiradores para nuestros alumnos.
Sabemos que heredamos modelos mentales, emocionales y de conducta, y que somos marcados por experiencias personales. No obstante, en la medida en la que desarrollamos una mejor y más profunda relación con nosotros mismos, mayor será nuestra capacidad para convertirnos en referentes e influir en nuestros alumnos de una manera beneficiosa y potenciadora.
«De nosotros, maestros y maestras, depende que este mundo en el futuro sea un lugar mejor, porque cada día que asistimos a clase tenemos la posibilidad de contagiar e influir con nuestra actitud y con nuestra pasión a todas las personas que ahora son niños pero que rápidamente dejarán de serlo».
La Bioneuroemoción ofrece recursos prácticos orientados a desarrollar las competencias necesarias para aprender a reevaluar tu realidad, gestionar mejor las situaciones que te generan estrés y con ello ser un mentor que movilice e inspire al alumnado a través de su ejemplo.
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Referencias:
© Enric Corbera Institute.
Interesante y me ayuda mucho en mi investigación