Hoy día existe un gran porcentaje de centros educativos planteados como espacios de transmisión de conocimientos para el desarrollo intelectual de sus alumnos. Muchas veces están basados en un sistema cada vez más desfasado, poco adaptado a las necesidades de la sociedad cambiante actual, y sobre todo en relación a la salud mental de sus estudiantes.
Los avances en neurodidáctica y psicología demuestran que ninguna educación es completa si no se acompaña de un proceso fundamental y trascendental para cualquier ser humano: el aprendizaje emocional.
En este artículo te explicamos por qué el aprendizaje emocional es esencial en cualquier proceso de enseñanza y los principales beneficios que ofrece, tanto al docente como a sus alumnos/as.
“Dime y lo olvidaré, enséñame y lo recordaré, involúcrame y lo aprenderé.”
Benjamín Frankling
En este vídeo, Víctor Villalobos comparte las principales características del docente inspirador, poniendo el foco en la conexión con uno mismo, y explica cómo podemos comenzar a ser modelos de referencia de aquello que queremos transmitir a nuestros alumnos.
Iván cursa tercer año de secundaria, a primera hora de la mañana tiene que realizar una charla en la clase de Biología. Lleva cinco noches despertando intermitentemente, desvelándose y comiendo a deshoras, como cada vez que está nervioso por alguna situación que no sabe gestionar emocionalmente. Si no aprueba es posible que tenga que repetir el año escolar.
Su cerebro, como el de todos, está diseñado para actuar en el menor tiempo posible y tomar decisiones de la forma más eficaz y eficiente. Ha interpretado esta situación como “peligrosa” y ha desencadenado una serie de respuestas fisiológicas que lo preparan para la lucha o la huida. Para ello su cuerpo es invadido por unas sustancias bioquímicas que temporalmente lo mantienen en este agotador estado de alerta.
Iván está atravesando una crisis o conflicto interno, se debate entre lo que piensa de sí mismo y sus capacidades reales, debe tomar una decisión: en este caso elige luchar y se prepara para presentar su exposición a pesar de que le avergüenza hablar en público. Está enfocado en pasar de curso, a sabiendas de que sus compañeros pueden burlarse de él, pero ¿a qué costo?…
Nunca le han enseñado qué hacer ante esta situación, tiene capacidades y aptitudes de sobra para aprobar pero su estado emocional las bloquea inhibiendo su desempeño académico.
¿Te identificas a ti mismo/a o identificas a alguien de tu entorno con este ejemplo?
La Universidad Estatal de Pensilvania define el Aprendizaje Emocional como “un proceso a través del cual niños y adultos aplican efectivamente el conocimiento, las actitudes y las habilidades necesarias para entender el manejo de las emociones, proponerse y alcanzar metas positivas, sentir y mostrar empatía por otros, establecer y mantener vínculos positivos y tomar decisiones responsables”. Y recalca la necesidad de emprender investigaciones acerca de la práctica y política del aprendizaje emocional.
“Lo que realmente importa para el éxito, el carácter, la felicidad y los logros vitales es un conjunto definido de habilidades sociales, no solo habilidades cognitivas…”
Daniel Goleman
Los conflictos que experimentamos internamente o con otras personas, surgen de nuestra manera de percibir lo que nos sucede y a nosotros mismos. Nuestra percepción es siempre una interpretación basada en nuestras creencias inconscientes (“no valgo lo suficiente”, “no merezco”, “no soy inteligente”…) y las emociones que emergen provienen de sentimientos y pensamientos intrusivos que no sabemos gestionar, formando un bucle que refuerza la creencia, dejándonos en un estado de indefensión y parálisis.
Cabe entonces preguntarnos: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina, el pensamiento o la emoción? ¿de qué forma podemos transformar nuestras creencias inconscientes?
Para dar respuesta a esta cuestión, es fundamental comprender cómo funciona nuestra mente.
En la infancia no hay cuestionamiento del sistema de creencias familiar, tomamos como verdades absolutas las inseguridades, heridas y creencias de nuestro entorno familiar. Aceptamos todo lo enseñado como cierto, sin filtro, ya que dependemos de nuestra capacidad de adaptarnos al entorno para sobrevivir.
Cuando somos adultos, a pesar de no ser conscientes de ellas en muchos casos, estas creencias inconscientes se manifiestan en forma de emociones (tristeza, rabia, miedo..) y las racionalizamos a través de sentimientos y pensamientos. Las justificamos mediante explicaciones, puntos de vista y reacciones automáticas que llegamos incluso a identificar como parte de nuestra personalidad. Llega un momento en que nos percatamos de que, si bien pueden llegar a ser útiles en algunos casos, en otros nos limitan y entorpecen nuestro camino.
En este circuito racional, en este “darse cuenta” de las creencias que seguimos sosteniendo desde nuestra infancia, es precisamente donde somos capaces de intervenir, sobre aquellos traumas que nos sabotean y se alojan en lo más profundo de nuestra psique, manifestándose en forma de situaciones estresantes o de conflicto.
Este entrenamiento es parte de lo que llamamos Aprendizaje Emocional o socioemocional, el cual parte inicialmente de una toma de conciencia o un “darse cuenta”.
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Se trata de identificar la situación estresante, intervenir sobre los pensamientos que la originan y actuar progresivamente sobre la misma hasta lograr el equilibrio emocional necesario para afrontarla adecuadamente.
Es aquí donde cobra relevancia la intervención de un docente eficaz, interesado en ir más allá del plan curricular. Uno que intervenga como ese filtro entre las creencias del alumno y el exterior, un mentor inspirador que genere espacios físicos y mentales para experimentar de otro modo las emociones y actuar sobre ellas a favor del propio desarrollo.
Este proceso de evolución y aprendizaje implica el uso de una serie de competencias cognitivas, afectivas y conductuales tales como: conciencia de sí mismo, autorregulación, conciencia social, destrezas sociales y toma responsable de decisiones, entre muchas otras.
La Neurociencia ha demostrado que las emociones mantienen la curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, es decir, los procesos emocionales y los cognitivos son inseparables (Damasio, 1996).
El cerebro emocional es el responsable de la creatividad, la memoria y la motivación, de la misma forma que favorece la acción hacen que los cambios en nuestras vidas permanezcan en el tiempo.
“… la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia… es la intersección de ambas”.
David Caruso
El docente ejerce una función clave en el aula, dada su condición de ejemplo y referente es fundamental que aprenda a gestionar sus propios estados emocionales, solo así será capaz de guiar y acompañar a sus alumnos a hacer lo mismo. Los seres humanos somos un proceso en constante cambio y evolución: “no estamos hechos del todo” aún siendo adultos.
Esa apertura al autoconocimiento nos brinda la humildad de reconocer que no todo está dicho ni hecho y, en este contexto, las emociones sirven como un instrumento de calibración que nos va indicando hacia dónde inclinar la balanza para lograr un equilibrio.
Se suele decir que: ”Educar es enseñar a volar mientras tú estás volando”, por eso es tan importante ser consciente de ambos procesos que transcurren de forma paralela y bidireccional, la enseñanza-aprendizaje que se genera, la responsabilidad personal que eso implica y la oportunidad de crecer y enseñar que hay en cada acción docente.
«El juego es la forma favorita de aprendizaje de nuestro cerebro»
Diane Ackerman
Un mentor inspirador es capaz de:
Para cualquier alumno, el hecho de estar en un entorno de exigencia académica donde además deben interactuar con decenas de iguales supone un gran reto pero, al mismo tiempo, una gran oportunidad para desarrollar las aptitudes que les permitirán desenvolverse en sociedad en el futuro.
La Comisión Nacional del Instituto de Aspen (USA) para el Desarrollo Social, Emocional y Académico ha implementado exitosamente el Aprendizaje Emocional por medio de un proyecto en algunas escuelas.
Así,ha comprobado que puede ser incorporado efectivamente en un contexto de lazos de confianza dirigido por adultos competentes y comprometidos, incluyendo a padres, madres y representantes de la comunidad, mediante un mentorazgo enfocado en el estudiante como una totalidad.
Todos en algún momento ejercemos el rol de educadores o referentes de otros: ya sea en el trabajo, en nuestro sistema social o en nuestra propia familia, de una forma u otra somos participantes y responsables de la salud emocional de nuestro entorno, de ahí la importancia de auto observarnos, de hacer una lectura interna, identificar nuestras emociones, y con ello romper el hábito de reaccionar en forma automática.
Sin la autoobservación y la capacidad de autocrítica adecuada, podemos seguir alimentando las mismas creencias limitantes durante toda la vida, así que bienvenidas sean las crisis y los conflictos ya que son la principal excusa que nos impulsa a cuestionarnos la utilidad y veracidad de nuestras convicciones.
A través del Aprendizaje Emocional son estimuladas una serie de competencias intra e interpersonales que pueden ser extrapoladas a todas las áreas y estados vitales, y con ello impactar positivamente en nosotros mismos, así como en nuestro entorno personal y profesional.
En esta línea de trabajo, desde Institute of Emotions hemos creado la formación “Postgrado en Educación Emocional y Liderazgo en la Enseñanza” dirigida a padres, docentes y alumnos de primaria y secundaria. El objetivo principal es ofrecer recursos de aprendizaje emocional que te permitan transformarte en un referente para tus alumnos, mejorando tu práctica docente y aumentando tu bienestar mediante la gestión de tus emociones.
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“En la última década, la ciencia ha descubierto el rol que las emociones juegan en nuestras vidas. Los investigadores han encontrado que incluso más que el cociente intelectual, la conciencia emocional y habilidades para controlar sentimientos, determinarán nuestro éxito y felicidad en todos los ámbitos de la vida, incluyendo las relaciones familiares”
John Gottman
Para ser experto/a en este ámbito, te recomendamos el Postgrado en Educación Emocional y Liderazgo en la Enseñanza. Aumentar tu bienestar emocional es la clave para impulsar tu desarrollo profesional como docente.
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Buenisimo me parece muy cierto xq con emociones mal gestionadas no se puede nada menos aprender