La experiencia subjetiva es la manera única e intransferible en la que cada persona interpreta y experimenta el mundo. Está basada en su percepción personal de la realidad e involucra diferentes procesos a nivel físico, mental y emocional.
Comprender este proceso interno puede ayudarnos a tomar las riendas de nuestra vida y mejorar nuestro bienestar emocional.
Cada persona tiene una sensibilidad concreta ante estímulos auditivos, visuales, táctiles, olfativos o gustativos. Por ejemplo, podemos escuchar más o menos frecuencias de sonido, tener un olfato más o menos refinado, etc.
En la vida cotidiana podemos encontrar muchas situaciones que ilustran esto de manera clara.
Por ejemplo, un director de orquesta distingue el sonido de cada instrumento durante la ejecución de una pieza musical, mientras que un sommelier tiene una capacidad especial para determinar aromas y sabores de una misma copa.
«La subjetividad es el filtro a través del cual vemos el mundo.»
Jiddu Krishnamurti
El cerebro interpreta los estímulos que recibe con base en la información que contiene. Esta información filtra todo lo que percibimos con nuestros sentidos y es única en cada persona, pues está basada en nuestros aprendizajes y experiencias previas.
Por ejemplo, si soy de un pueblo pequeño y voy a ver a un amigo a la capital, me puede decir que su casa está a “solo” 20 minutos de la estación. Lo que para él es cerca, para mí implica “lejos”.
Una persona se cruza por la calle con un perro y lo percibe como una amenaza porque de pequeño fue mordida, mientras que otra lo ve como un ser inofensivo, ya que se crio con una mascota que lo hizo muy feliz.
La misma distancia y el mismo perro: la misma situación objetiva da como resultado una experiencia subjetiva -diferente y única- en cada persona.
Nuestras reacciones dependen de cómo percibimos las cosas. Y estas incluyen las emociones y sentimientos que producen una respuesta emocional y conductual única.
«La realidad no es más que una ilusión, si bien una bastante persistente.»
Albert Einstein
Varios estudios sobre el mecanismo tras las ilusiones ópticas demuestran la capacidad de la mente de percibir a través de la interpretación.
Nuestro sistema visual interpreta la información que recibe y le da forma, estableciendo una hipótesis frente a lo que tiene delante. Por ejemplo, si percibimos algo incompleto, lo completamos con nuestra mente.
Esta figura es una ilusión óptica descrita por primera vez por el psicólogo italiano Gaetano Kanisza. En ella percibimos un triángulo equilátero blanco, pero de hecho no existe ninguno, lo construimos gracias al efecto conocido como contorno subjetivo.
Nuestro cerebro es una máquina tan compleja que a veces reconoce lo que no hay. Al igual que tu cerebro ha completado el triángulo, también tiende a completar vacíos en tus memorias y en las relaciones interpersonales.
Por ejemplo, cuando alguien cancela un plan, aun con la mínima explicación, nosotros empezaremos a construir la historia de por qué canceló.
Y este ejemplo lo podemos aplicar casi a cualquier ámbito de nuestra vida en el que “completamos” e interpretamos los diálogos o las acciones de los demás.
La investigadora Sandra J. Kuhlman, miembro del proyecto BrainHub de la Carnegie Mellon University (USA), afirma que, al observar el triángulo, nuestro cerebro está buscando referencias que le permitan ver el triángulo. Esto indica que una parte de la información procedente de la corteza visual no es una respuesta directa al estímulo visual, sino una respuesta a cómo los estímulos fueron percibidos por otras áreas del cerebro.
Kuhlman sostiene: “Vemos tanto con nuestro cerebro como con nuestros ojos”.
Las cosas son como son, pero quien le da sentido es nuestra conciencia y nuestra percepción particular.
Nuestra percepción es influenciada por filtros neurológicos, es decir, por nuestros sentidos (vista, oído, tacto, gusto, olfato). También por los filtros sociales que tomamos de nuestro entorno y por los filtros individuales, nuestras experiencias y gustos personales.
Esto hace que en ciertas situaciones percibas siempre lo mismo y que algunas experiencias en tu vida se repitan, aunque a ti no te gusten.
Entender que la experiencia subjetiva es la que creamos a través de nuestras referencias previas nos permite comprender que en “realidad” no se repiten las experiencias como tal, sino el sentido que les damos.
Por tanto, el conflicto que vemos tiene más que ver con nuestras interpretaciones que con lo que está sucediendo objetivamente.
Uno de los objetivos principales de la Bioneuroemoción es aprender a diferenciar entre nuestra experiencia subjetiva y lo que ocurre objetivamente. Es decir, nuestra forma particular de interpretar una situación.
Se centra en detectar los filtros individuales que determinan la percepción del mundo. Es lo que la PNL llama mapa.
En una sesión en Bioneuroemoción, el acompañante guía al consultante a describir lo más objetivamente posible la situación que desencadena un conflicto. Luego lo acompaña a analizar los sentimientos, emociones y conductas que se derivan de cómo percibía la situación.
Ahí es donde interviene el mapa de cada persona, el cual está relacionado con sus herencias emocionales y experiencias previas.
«Reaccionamos a nuestras historias, no a la realidad.»
Pema Chödrön
Identificar la información inconsciente que influye en nuestra manera de experimentar lo que nos sucede nos permite transformar la percepción de lo que vivimos. Así, evitamos que nuestras referencias anteriores sean las que interpreten lo que nos sucede hoy.
Este cambio no se consigue solo con la voluntad o cambiando ciertas conductas. Se alcanza al comprender que lo que nos altera realmente es cómo percibimos lo que nos sucede. Y eso es lo que determina nuestra reacción emocional.
Reconocer que el juicio que hacemos de lo que vivimos es lo que condiciona nuestro bienestar (y, con ello, la implicación, el compromiso y la actitud que tenemos con nosotros y con los demás), nos permite dejar de estar a merced de las circunstancias y pasar a ser participantes activos de nuestras experiencias de vida.
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En este pódcast, Enric Corbera explica ciertos principios fundamentales para comprender que nuestra percepción es siempre una interpretación subjetiva y, por lo tanto, al tomar conciencia tenemos la opción de cambiarla.
La realidad que percibimos no es más que una interpretación de los estímulos que recibimos. En esta conferencia, Enric Corbera nos explica hasta qué punto nuestras creencias conforman lo que vemos, lo que sentimos y lo que hacemos.
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