La autoayuda proliferó estas últimas décadas con propuestas y métodos tan diversos como creativos, logrando que se popularice la búsqueda del bienestar emocional y personal.
Al mismo tiempo, en muchos casos expresa promesas que no tienen en cuenta la complejidad de la psique humana y la responsabilidad individual que implica cualquier camino de autoconocimiento y desarrollo personal.
En este artículo vamos a reflexionar sobre algunas de estas promesas engañosas con una comprensión más holística.
El primer paso hacia el bienestar emocional es darse cuenta que uno mismo tiene el poder de transformar su vida. En este podcast Enric Corbera comparte algunas claves para responsabilizarnos de nuestro propio proceso de desarrollo personal.
En esta conferencia organizada por Mallorca Emotions, Enric Corbera muestra que aprender a vivir en la paradoja nos permite reescribir nuestra propia vida.
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Si bien en sus inicios el concepto se relacionó principalmente con libros que proponen recetas y formulaciones muy simplificadas para lograr éxito profesional y económico, o mejorar la salud física y el bienestar psicológico, se fue extendiendo a recursos más complejos.
Hoy abundan los talleres, seminarios, terapias y métodos que promueven la “superación personal” mediante la adopción de conceptos psicológicos y espirituales muy eclécticos.
Una de las características de esta ola es la creencia de que una autoridad externa puede darnos la solución, que siempre tiene razón o que sabe qué es lo mejor para uno mismo.
De este modo, nos mantenemos en una postura infantilizada y victimista que no valida nuestra propia experiencia y nuestra sabiduría interna. Una posición en la que estamos ignorando la capacidad que todos tenemos de transformar nuestra vida.
Hemos de ser proactivos y no eludir nuestra responsabilidad. Esto lo hacemos de manera inconsciente, dándole todo el poder al terapeuta, al coach, al sacerdote o al maestro o líder de una corriente espiritual, entre otros.
«Religión es creer en la experiencia de otra persona. Espiritualidad es vivir tu propia experiencia».
Deepak Chopra
Podemos valorar el aporte de las diferentes disciplinas sin perder el pensamiento crítico y sin precipitarnos con lo que viene de fuera.
Muchas propuestas del ámbito de la autoayuda se basan en la promoción ególatra del individuo: “Naciste para ser un ganador porque fuiste el espermatozoide más rápido”, “Estás aquí para un propósito especial”, son frases típicas.
Los adeptos a esta creencia suelen situarse por encima de los demás. Sobre todo de los que, a su juicio, no estarían en un proceso de “despertar” –término utilizado con frecuencia por sus seguidores-.
Estas personas se identifican con una sola posición y se polarizan para defender esta identidad. A todo el que no es como ellas lo ven como un enemigo o es juzgado como una amenaza ante la que deben defenderse.
«Soy espiritual» o «soy vegano» son ejemplos de afirmaciones que indican posicionamientos basados en sus creencias, que en principio no son “buenas” ni “malas”. Sin embargo, si se aferran de manera extrema e inflexible a ellas y no respetan a aquellos que no actúan igual, pueden acabar perjudicando sus relaciones y, por tanto, su bienestar.
Además, puede ser limitante en diferentes aspectos de su vida, ya que el posicionamiento rígido les lleva a evitar ciertas personas, situaciones o actividades que no encajan con lo que creen que es correcto.
Asimismo, al aferrarse a una identidad concreta y definida, buscando ser mejores o más de lo que ya son, rechazan aspectos propios que no encajan con su ideal. Renunciando a ser quienes son en toda su potencialidad, se desconectan de sí mismas y, en consecuencia, de su entorno.
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La idea de que somos especiales se sustenta en una baja autoestima ya que buscamos ese valor en una identidad ficticia que, precisamente, nos impide conocernos y valorarnos.
Esta idea también reduce la tolerancia ante los fracasos, creemos que lo merecemos todo y no reconocemos nuestros límites. Nos creamos una imagen de nosotros mismos basada en una fantasía inalcanzable y en la comparación con los demás, lo que habitualmente implica una distorsión perjudicial.
Al poner el foco en un idealizado “¿quién quiero ser?, en vez de ¿quién soy?, generamos frustración y desesperación.
La tiranía del pensamiento positivo es un rasgo típico de las corrientes de la autoayuda facilista que anula las lecciones que puede ofrecer el transitar una dificultad. Ve como posible una realidad exenta de sufrimiento siempre y cuando se la visualice con insistencia.
Acá podemos sumar al happycondríaco, término acuñado por el psicólogo Edgar Cabanas que describe a la persona que está obsesionada con una idea de felicidad que, de todos modos, le resulta insaciable. Incluso cuando todo le va bien se siente insatisfecha.
Estamos en constante evolución. No se trata de estar «mal» o «bien», sino de mantenernos en un estado de apertura que favorece nuestro proceso de desarrollo natural.
Por tanto, no es que tengamos que «ayudarnos», sino responsabilizarnos de nuestro propio bienestar y de nuestra vida.
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Esta aseveración es una de las preferidas de la moda de la autoayuda y se basa en una autoafirmación envalentonada como solución al victimismo o a una autoestima frágil.
Se apoya en un lenguaje simplificado cuyo foco es el logro de cosas o metas con frases motivacionales y seductoras con poco rigor científico, como, por ejemplo, “Sólo una cosa convierte en imposible un sueño: el miedo a fracasar”.
Si bien es loable la promoción de la autoconfianza, las afirmaciones que propone esta promesa no suelen tomar en cuenta la complejidad de la naturaleza humana, donde cada persona es un sofisticado constructo de historia, genética, contexto y aspiraciones.
“Es señal de una mente educada poder considerar un pensamiento sin necesidad de aceptarlo”.
Aristóteles
Indudablemente, muchas personas han superado grandes obstáculos, como enfermedades, pérdidas significativas o graves dificultades económicas, gracias a la creencia en su propio poder, entre otros factores.
Pero esta misma creencia, si no va acompañada de otras capacidades personales como la flexibilidad, la perseverancia, la determinación y la responsabilidad, puede llevar a las personas a la culpa o la desesperanza al no alcanzar los objetivos que se propone.
Hay un mito que promueven diferentes corrientes de autoayuda basado en la ley de la atracción mal entendida: “Atraes a las personas y a las circunstancias a tu vida, por lo que eres responsable de todo lo que te pase”.
Esto no es tan simple ni directo, aunque sí somos responsables de nuestra manera de ver lo que nos sucede y de cómo respondernos.
«No puedes controlar lo que te pasa, pero sí puedes controlar cómo reaccionas ante ello.» –
Dale Carnegie
En otras palabras, aunque no tienes el control sobre las situaciones que te presenta la vida, siempre puedes elegir cómo reaccionas ante ellas. Para hacerlo es fundamental dejar de culpar a otros o a las circunstancias por cómo te sientes.
Se trata de asumir la responsabilidad de tus pensamientos, emociones y acciones. Recuperar tu poder personal y la capacidad de tomar decisiones conscientes, para enfrentar los retos y dificultades en lugar de simplemente reaccionar a ellos.
Esta es una buena noticia porque implica que tenemos la capacidad de hacer cambios, de transformar nuestra vida y aumentar nuestro bienestar, en lugar de caer en la culpa y la frustración.
Esta peligrosa afirmación establece una relación lineal y causal entre determinado conflicto con un síntoma. Recurriendo a cierto pensamiento mágico, se proponen recetas reduccionistas que no tienen en cuenta otros factores.
Cuando se pone el foco en curar la enfermedad en lugar de sanar la percepción sobre las circunstancias que nos generan estrés y las emociones “negativas” persistentes – afectando al estado de salud de nuestro organismo-, el resultado puede resultar contraproducente.
No podemos obviar que el síntoma es multifactorial y, por tanto, ante cualquier manifestación física es fundamental tener en cuenta los múltiples factores que intervienen en el bienestar emocional y la salud de cada persona.
Atender el factor emocional puede sumar, pues está comprobado que reducir el estrés y las emociones “negativas” favorece el restablecimiento del equilibrio del organismo.
En esa línea, aprender a escuchar el cuerpo nos permite identificar qué aspectos de nuestra vida están en incoherencia. Y nos llevará a reconocer los recursos internos que podemos poner en práctica para recuperar la capacidad innata de potenciar nuestro bienestar mental y emocional, mejorando así nuestro estado de salud.
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Sobre los libros de autoayuda, el psicólogo Luis Valero Aguayo sostiene que “El remedio es peor que la enfermedad-. Producen entusiasmo y motivación (…), pero una semana después (…) se ha olvidado todo. Se han convertido en otro bien de consumo”.
Teniendo en cuenta esto, lo bueno de las promesas de la autoayuda es que llaman la atención sobre la capacidad de la persona de buscar su propio bienestar y salir de un pensamiento infantil que pone el poder en factores externos.
Sus ideas pueden resultar tanto perjudiciales como útiles, dependiendo de cómo las entendamos y de la conciencia con que las adoptemos.
“La responsabilidad hacia uno mismo significa negarse a dejar que otros piensen, hablen y nombren por usted; significa aprender a respetar y usar sus propios cerebros e instintos; por lo tanto, lidiando con el trabajo duro”
Adrienne Rich.
Transformar el conocimiento en sabiduría siempre pasa por la experiencia. Todo lo que tomemos por cierto sin reflexión y sin vivenciarlo es potencialmente debilitante, porque estamos dejándonos llevar por algo externo, cediéndole nuestro poder.
La capacidad de cambiar está solo en nosotros, nadie puede hacerlo por uno mismo, no hay atajos, ni fórmulas mágicas. Lo que sí es seguro es que podemos -y debemos- hacer algo por nuestro propio bienestar.
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