¿Te comparas con los demás?

13 agosto 2021

Según diversos estudios, comenzamos a compararnos con los demás entre los 12 y 18 meses de edad aproximadamente. Se trata de uno de los principales mecanismos de desarrollo personal y una herramienta muy útil y poderosa para la autoindagación y el autoconocimiento. Sin embargo, cuando no parte de una gestión emocional adecuada, en lugar de disfrutar de sus beneficios, puede convertirse en motivo de frustración, culpa y autoengaño, ya que las comparaciones son una parte fundamental en el proceso de construcción de nuestra identidad y autoestima.

Cuando nos comparamos, tanto para sentirnos superiores o inferiores, estamos utilizando un marco de referencia utópico e idealizado que se ajustará a la medida de nuestro complejo o de nuestro anhelo, pero no a la realidad con la que nos estamos comparando.. Por ejemplo, idealizamos a un amigo que se acaba de casar porque nos gustaría tener pareja, sin embargo ignoramos la totalidad de su realidad. Si estuviéramos en sus zapatos, comprenderíamos que hay luces y sombras, que su realidad es más amplia y compleja, que desear estar en su lugar es una visión reduccionista y parcial de su situación.

Comparar es utilizar una visión idealizada y subjetiva para alimentar o aniquilar un ego, bloqueando así nuestro desarrollo personal.

Otro ejemplo habitual es envidiar la vida de un millonario, lo vemos en frases como “No entiendo cómo se queja con el dinero que tiene”. Es una forma de equiparar la felicidad con la riqueza económica, de focalizar y justificar nuestros bloqueos atendiendo únicamente a nuestra economía, evitando de este modo autoindagarnos y responsabilizarnos de lo que realmente nos hace infelices.

Llevado a un ámbito cotidiano, solemos comparar nuestra relaciones y nuestras etapas vitales con expresiones como “cuando era joven la gente era más amable”, “eres igual que tu madre”, “mi anterior pareja me regalaba flores”… todas estas frases, en lugar de favorecer la comunicación emocional, bloquea y distorsiona aquello que realmente se quiere decir, comparando lo que vivimos en el presente con escenarios y situaciones que solo existen en nuestra mente.

Cuando comparamos, bloqueamos la expresión de la necesidad presente y la transformamos en una forma de recriminación que bloquea la comunicación emocional.

Por otra parte, como mencionamos al comienzo del artículo, la comparación bien gestionada puede ser un recurso de evolución, cambio y desarrollo personal. Como dijo el periodista y novelista John Lanchester, “medir el progreso es la única manera de lograr un éxito duradero” y, precisamente, las comparaciones pueden ser una excelente guía de medición.  Nos podemos comparar para establecer un camino que transitar o una meta donde llegar, y así, mediante la observación de las cualidades de los demás, potenciar las nuestras. Aquello que comparamos puede servirnos como un faro en medio del mar, que nos indica dónde nos encontramos y hacia dónde debemos avanzar.

Cuando actuamos y nos comparamos con la única intención de mejorarnos no existe el fracaso ya que transformamos cualquier comparación en una herramienta para potenciarnos. Se trata de usar la comparación como un estímulo en lugar de un obstáculo. Compararnos desde la humildad en lugar del ego se basa en entender que cada persona tiene unas características únicas y especiales, reconocer y potenciar nuestra valía parte de entender que hay muchas formas de actuar, tantas como personas hay en el mundo, y no por ello ninguna es mejor que otra. El valor del ser humano consiste precisamente en poder apreciar que existen tantos caminos como caminantes, tantas soluciones como personas que se atreven a trazar su propia senda de crecimiento y a alcanzar sus metas.

 

«La humildad es la más grande libertad. Mientras tengas que defender un yo imaginario que crees que es importante, pierdes la paz de tu corazón. Mientras comparas esa sombra con las sombras de otras personas, pierdes toda alegría, porque has empezado a traficar irrealidades, y no hay alegría en cosas que no existen.»

Thomas Merton

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