Más allá de los dogmas: qué es la espiritualidad y cómo aplicarla para una vida plena

13 diciembre 2023

El término espiritualidad suele generar algunas controversias. ¿Realmente comprendemos su significado? ¿Es lo mismo ser religioso que ser espiritual? ¿Qué experiencias o aspectos internos consideramos relevantes para definirnos como personas espirituales?

En este artículo ahondaremos en el concepto de espiritualidad, disipando sus ambigüedades y debatiendo sobre sus prácticas. Reflexionaremos sobre los juicios asociados a este término, explorando cómo puede beneficiarnos en la práctica diaria.

 

Qué es la espiritualidad

La espiritualidad implica conectarnos con nuestra esencia más profunda y reflejarla en cada acción y palabra.

¿Qué es esencia? Es lo que somos por dentro, es nuestra motivación interna, es decir, la energía vital que nos impulsa y que busca manifestarse en nuestra vida. Entonces, «ser espiritual» es expresar y materializar nuestra vida interior, actuar de acuerdo con nuestros valores y sentimientos.

Implica vivir en coherencia. En otras palabras, es integrar todos los aspectos de nuestra existencia de manera auténtica y equilibrada.

Reconocernos más allá de nuestros pensamientos y de la máscara que hemos construido nos allana el camino hacia nuestra autenticidad sin las limitaciones de estos filtros.

 

Qué entendemos por “despertar espiritual” y por qué puede ser doloroso

El término «despertar espiritual» se refiere a un proceso de cambio profundo en la percepción y la comprensión de la realidad desde nuestro interior.

Este «despertar» no sigue pasos definidos. A veces es gradual y otras, repentino. Tampoco implica llegar a un destino, sino que marca el comienzo de una transformación interna.

No resuelve todos los problemas ni significa sentirse o parecer “iluminado”. Es más bien la capacidad de comenzar a ver lo que antes pasaba desapercibido porque se cae el velo de nuestros ojos.

Pero asumir la responsabilidad de ser profundamente coherentes con lo que deseamos hacer de nuestra vida implica tener el coraje de dejar atrás nuestro viejo yo. Y sostener esa decisión puede doler, ya que significa renunciar a las mieles del halago y del afecto de las relaciones de apego.

También implica enfrentar nuestra propia “procrastinación emocional”. Significa tener que recuperar la motivación cuando nos sentimos desfallecer, son momentos en los que nos enfrentamos a nosotros mismos para encontrar la armonía interna que resulta de sernos fieles. Y eso da paz.

 

La paradoja de dejarse ir para poder encontrarse a uno mismo

En el camino hacia el desarrollo de una espiritualidad genuina ocurre un inevitable aumento de la conciencia. Es decir, nos vamos dando cuenta de que nuestra manera de ver la vida y el sentido que le estamos dando no nos sirven porque no nos sentimos bien. Reconocemos que necesitamos hacer cambios y que hay un impulso interno que nos lo impide.

Tomamos conciencia de que hay algo que nos mueve sin que seamos conscientes de ello.

Así, a medida que nos vamos haciendo preguntas se van despertando dudas, se va resquebrajando la estructura interna sobre la que sosteníamos nuestra identidad.

Este proceso puede presentar resistencias ya que acarrea desprendimiento. Lo que vamos soltando son las ideas que definen a ese personaje que construímos para sentirnos seguros, aceptados y, en definitiva, amados.

Esto implica desestabilizar los cimientos sobre los que sostenemos nuestra idea del “Yo”, perdemos contacto con lo conocido y saltamos al vacío. Esa sensación de perderse a uno mismo puede ser aterradora, hasta que comprendemos que ese salto es, precisamente, el que nos lleva a conectar con nuestra verdadera identidad.

La auténtica espiritualidad se experimenta en un espacio mental en el que no sabemos quiénes somos y en el que permanece nuestra pluripotencialidad intacta: todo lo que podemos llegar a ser.

 

 

No es lo mismo ser religioso que ser espiritual

La palabra religión viene del latín religio, «acción y efecto de ligar fuertemente (con Dios)». Se basa en principios, creencias y prácticas ligadas a una divinidad o figuras externas que ordenan la vida de sus seguidores de manera individual y social.

Muchas personas eligen ciertas doctrinas de manera consciente y las encarnan. Sin embargo, cuando las normas religiosas imponen límites a la propia libertad, a la autoconfianza y a la capacidad de ser creadores de nuestra propia vida, pueden funcionar como un corsé que impide nuestra madurez emocional.

Por otra parte, al instar depositar la fe en un actor externo todopoderoso, se alimentan expectativas de soluciones milagrosas o mágicas despojadas de responsabilidad personal.

Imaginemos que aspiramos a completar una maratón. No basta con rezar o incluso tener al mejor entrenador, sino entrenarnos con nuestro propio esfuerzo y compromiso, desafiandonos internamente.

La espiritualidad trasciende las religiones pues se fundamenta en las profundidades de toda experiencia humana. Esta conexión intrínseca con el universo es una intuición compartida por diversas culturas y religiones.

Mientras que la religión tiende a limitarse por interpretaciones y creencias, la espiritualidad es independiente de la tradición.

Le preguntaron al Dr. David R. Hawkins qué diferencia de significados hay entre Dios, yo-idad, budeidad, Cristo, avatar, verdad, iluminación, ser, Krishna, realidad, consciencia, unidad, absoluto, totalidad y divinidad.

 

«Ninguna. Son diferentes formas lingüísticas que reflejan la cultura en la que se originaron las enseñanzas, ninguna diferencia es posible. Todas las supuestas diferencias se deben simplemente a malentendidos y son reflejo de las limitaciones del contexto. Pueden existir diferencias entre las religiones, pero no entre las verdaderas enseñanzas espirituales.

La espiritualidad une, la religiosidad divide

 

La trampa del ego espiritual

Cuando las personas basan su espiritualidad en el afuera, en agradar a una divinidad o sacrificarse por el mundo, suelen enfocarse en un altruismo que se desentiende de su propio ser interior.

Entonces, su accionar se basa más en el ego, en una pretensión de guiar o “salvar” a otros con base en dogmas y formas que imponen la exclusión o condenación a los desobedientes.

Cuando intentamos erigirnos como los baluartes de la corrección, no sólo nos olvidamos de nosotros mismos, sino que no consideramos lo que el otro está destinado a vivir y obstruimos sus propias experiencias. Por lo tanto, no estaríamos viendo al otro como individuo sino como objeto de necesidad de nuestro propio ego.

Acompañar en lugar de guiar y ser un ejemplo son las mejores formas de ayudar desde el amor.

 

Las prácticas espirituales que pueden ser engañosas

La espiritualidad va más allá de ciertas prácticas, como la meditación o el rezo. Ellas pueden ser herramientas muy útiles para disminuir la actividad mental, entrenar la atención o focalizar en el presente, autoobservarse, buscar una conexión interna con nuestra propia divinidad, etc.

Sin embargo, cuando nos identificamos con ciertos métodos considerados socialmente “espirituales” es común caer en la tentación de realizar juicios sobre los que no los practican.

Por ejemplo, para algunas personas el ayuno ayuda a purificar el cuerpo y a aumentar la claridad mental, lo que se asocia con una mayor espiritualidad. Sin embargo, si juzgan a quienes no lo realizan como menos comprometidos con su desarrollo espiritual, están actuando desde su ego, comparando.

 

espiritualidad

 

La dimensión espiritual es la conciencia universal

Cuando aplicamos la conciencia de unidad estamos siendo espirituales, ya que comprendemos que formamos parte del Todo, siendo creadores de nuestra experiencia vital.

Nuestra dimensión espiritual es la conexión con nuestra esencia, con lo que nos une a los demás, a la vida y al universo.

Estamos todos en un viaje espiritual, ya sea que seamos conscientes de ello o no. La dimensión material tiene una duración limitada, como una ola que aparece y desaparece: la esencia de la ola es el océano mismo.

Todos tenemos una forma única que nos diferencia, pero más allá de ella, somos una unidad en lo profundo que nos conecta. Recorrer un camino espiritual no implica olvidar la forma, pero sí comprender que ella no define quiénes somos.

 

 

 

¿Cómo puede la espiritualidad influir en nuestro bienestar?

Primero hay que reconocer su existencia innata y universal. Y esto depende del grado de conciencia que tengamos de nosotros mismos.

Para ello es necesaria una actitud sostenida de autoobservación para hacernos conscientes de nuestras acciones, perspectivas y comportamientos que derivan de cómo percibimos el mundo y, por lo tanto, cómo actuamos en él.

Cuando nos experimentamos como seres espirituales asumimos que el agente causal de nuestras experiencias externas está en nosotros. Esto nos plantea un desafío crucial: asumir la responsabilidad sobre ellas, sean las que sean.

Esta forma de comprenderlas nos ofrece la posibilidad de cambiar nuestra manera de ver y de responder a dichos acontecimientos, aprender de ellos y potenciar creencias funcionales sobre la capacidad de conseguir los objetivos que nos proponemos.

Ya no dejamos las riendas sueltas de nuestra vida justificando las situaciones como si fuera nuestro destino, sino que reconocemos nuestro poder para transformarlas desde nuestro interior.

 

“El venado no puede cambiar la naturaleza del lobo, pero aprende de ella para moverse en el bosque.”

Proverbio africano

 

Nuestro día a día siendo espirituales

Ser espiritual no implica hacer algo específico sino reconocer lo que somos. Y a partir de ello, actuar.

La espiritualidad no se encuentra en el retiro solitario en la más alta cima de una montaña, sino en la capacidad de aplicar la conciencia de unidad en la vida cotidiana, asumiendo la responsabilidad de nuestras experiencias emocionales.

Todos compartimos un origen común y una condición espiritual intrínseca. Arraigada en nuestra conciencia desde que somos conscientes, la espiritualidad es un atributo fundamental que atraviesa nuestra existencia. Nos conecta con algo más allá de lo material y nos une a todos y a todo.

Esta forma de vida nos conecta con nuestra naturaleza pluripotencial y es clave para experimentar paz interior, fomentar relaciones significativas y descubrir un sentido trascendental en cada experiencia vivida.

 

 

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En este podcast, Enric Corbera, a través de ejemplos personales, comparte las claves para acceder a una mentalidad transformadora y recuperar la capacidad que todos tenemos de elegir cómo vivir nuestras experiencias.

 

En este vídeo, Enric Corbera explica algunas claves prácticas para aplicar y desarrollar la conciencia de unidad. Al ir más allá de nuestra mente dual descubrimos que la verdadera espiritualidad ya está en nuestra vida si sabemos verla.

 

 

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