La comunicación en el trabajo: Tensión emocional, palabras no dichas y un cambio de perspectiva

11 diciembre 2024

Un pilar esencial para construir ambientes laborales saludables y productivos es la comunicación efectiva. El desafío para potenciar nuestra capacidad de relacionarnos en el trabajo es el autoconocimiento y la observación de nuestras propias emociones.

¿Crees que puedes fomentar conexiones auténticas y colaborativas en tu trabajo que impulsen el éxito colectivo?

 

La comunicación como reflejo: asumir nuestra responsabilidad personal

El lenguaje es una de las herramientas más poderosas que poseemos. Sin embargo, rara vez nos detenemos a reflexionar sobre su impacto, tanto en quienes nos rodean como en nosotros mismos.

¿Cómo elegimos nuestras palabras? ¿Desde qué lugar emocional nos expresamos? Más allá de ser un medio para transmitir ideas, la comunicación es un espejo que refleja nuestras emociones, pensamientos y valores.

Y esto incluye a nuestro ámbito laboral, donde replicamos, inconscientemente, rasgos del ambiente familiar en el que crecimos.

 

Comunicarse no comienza con el otro

En este acto cotidiano se encuentra una oportunidad única para el autoconocimiento y la transformación personal. Es que no se trata de cómo hablamos con los demás: el punto de partida está en cómo nos comunicamos con nosotros mismos.

La responsabilidad personal en la comunicación comienza por reconocer que lo que decimos está profundamente influido por cómo nos sentimos y por las historias que nos contamos. Y por la forma en que enfrentamos nuestras emociones.

 

 

El poder de las emociones en nuestras palabras

Hablar nunca es un acto neutro, como no lo es ninguna expresión humana. Cada palabra que pronunciamos o que callamos lleva consigo una carga emocional que puede fortalecer o debilitar nuestras relaciones.

¿Cuántas veces hemos reaccionado de forma desproporcionada ante un comentario o hemos malinterpretado un mensaje porque no fuimos capaces de reconocer y comprender las emociones que nos generaba?

¿Recuerdas las veces que callaste en tu trabajo por temor a no ser escuchado/a y no comprender de dónde venía ese bloqueo?

 

El filtro de lo que expresamos y cómo entendemos a los demás

Si nos sentimos ansiosos, nuestras palabras pueden sonar apresuradas o tensas. Si estamos frustrados, podríamos utilizar un tono más agresivo del que realmente deseamos.

Ser conscientes de estas dinámicas es un paso crucial hacia una comunicación más efectiva y auténtica. No se trata de reprimir lo que sentimos, sino de reconocerlo y transformarlo.

Antes de responder, antes de escribir un mensaje o iniciar una conversación difícil, vale la pena detenerse y preguntarse: “¿Desde qué emoción estoy hablando?”.

Este pequeño ejercicio puede marcar una diferencia significativa, ayudándonos a expresarnos desde un lugar de calma y claridad.

 

Escuchar como acto de conexión

Hablar y escuchar son dos caras de la misma moneda, pero a menudo olvidamos la importancia de la segunda. Escuchar activamente no significa simplemente oír las palabras del otro, sino estar verdaderamente presente, sin juicios ni distracciones.

¿Ves posible de hacerlo en tu espacio laboral?

 

Qué nos decimos

Esta habilidad no solo debe practicarse hacia afuera; también es esencial aprender a escucharnos a nosotros mismos.

¿Qué nos dicen nuestras emociones cuando alguien nos habla? ¿Qué pensamientos surgen cuando enfrentamos una crítica o un desacuerdo? La escucha interna es una herramienta poderosa para identificar patrones, inseguridades y necesidades que quizás no hemos atendido.

Cuando nos permitimos conectar con estas partes de nosotros, podemos responder al mundo exterior de manera más consciente y menos reactiva.

 

 

Abrirnos a lo que nos dice el otro

Escuchar a los demás también nos desafía a salir de nuestra propia perspectiva. Implica dejar de lado nuestras interpretaciones y prejuicios para abrirnos a comprender realmente al otro.

Este acto, aunque sencillo en teoría, requiere una profunda humildad y empatía. En un entorno laboral, en el hogar o incluso en interacciones casuales, la escucha activa puede transformar los conflictos en oportunidades para construir relaciones más auténticas.

 

El impacto de la claridad y la empatía en la comunicación

En un mundo donde muchas conversaciones ocurren a través de pantallas, la claridad se ha convertido en una necesidad esencial. La falta de contexto visual y emocional puede dar lugar a silencios o malentendidos que, en ocasiones, escalan innecesariamente.

Por eso, expresar nuestras ideas de forma directa y transparente no solo facilita la comunicación, sino que también demuestra respeto hacia quienes nos escuchan y hacia nosotros mismos.

 

La otra cara de la moneda

La claridad debe ir de la mano con la empatía. Comunicar no es solo transmitir información; es conectar con las emociones y necesidades de los demás.

Antes de responder a un correo, antes de dar una opinión o proponer una solución, podemos preguntarnos: “¿Cómo puedo expresar esto de una manera que considere los sentimientos del otro?”.

La empatía no suaviza los mensajes, los enriquece, mostrando que detrás de nuestras palabras hay una intención genuina de construir en lugar de dividir. En definitiva, empatizar con el otro es algo que hacemos por nosotros mismos.

 

 

Teletrabajo: una lección sobre comunicación consciente

Trabajar sin contacto presencial con colegas, jefes, clientes, etc. es una parte de nuestra realidad actual que nos enseña importantes lecciones sobre la responsabilidad personal en la comunicación. Al eliminar el contacto físico, nos obliga a depender principalmente de nuestras palabras para transmitir mensajes, resolver conflictos y construir relaciones.

Esto nos enfrenta a una verdad ineludible: cuando el lenguaje no verbal desaparece, cada palabra -dicha o escrita- cuenta.

 

Crece el valor de la palabra

La capacidad de gestionar nuestras emociones adquiere un valor aún mayor en este contexto. Si bien las herramientas digitales nos ayudan a mantenernos conectados, no sustituyen la profundidad y la autenticidad de una comunicación consciente.

Por ello, el teletrabajo se convierte en un espacio ideal para practicar la escucha activa y la conexión real, incluso a través de una pantalla.

 

«La actividad misma de comunicar, de comprenderse, se lleva a cabo entre sujetos despiertos y conscientes.»

Jean–Pierre Changeux

 

Comunicar desde el autoconocimiento

Cambiar nuestra manera de comunicarnos no es un proceso inmediato, pero sí uno profundamente transformador. Al asumir la responsabilidad de cómo nos expresamos, mejoramos nuestras relaciones y creamos un entorno más armónico para nosotros mismos.

Este proceso comienza con pequeños pasos: dedicar tiempo a reflexionar sobre nuestras emociones antes de hablar y practicar la escucha activa, tanto hacia los demás como hacia nosotros mismos.

 

La responsabilidad personal como motor de cambio

En última instancia, la comunicación efectiva es un reflejo de nuestra relación con nosotros mismos. Si queremos hablar con claridad, primero debemos tener claridad interna.

Si deseamos ser empáticos, debemos comenzar por tratarnos con empatía. Y si queremos construir relaciones significativas, debemos estar dispuestos a mirar hacia adentro y asumir nuestra responsabilidad personal.

La comunicación es un acto cotidiano, pero su impacto es profundo y duradero. Al elegir nuestras palabras con conciencia, al hablar desde nuestras emociones más genuinas y al escuchar con atención, podemos transformar no solo nuestras interacciones, sino también nuestra manera de habitar el mundo.

En esa transformación, descubrimos que la comunicación no es solo un medio para transmitir ideas, sino una herramienta poderosa para crecer, conectar y vivir con mayor plenitud.

 

 

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