La ecología es la ciencia que estudia cómo es la relación entre las partes de un sistema. Un sistema será más ecológico cuanto más beneficioso sea el resultado de esta interacción tanto para cada una de las partes que componen dicho sistema como para el total. La ecología no solo es un concepto relacionado con la naturaleza, es aplicable a cualquier otro sistema, ya sea familiar, sentimental, profesional, personal, estatal, etc…
El nivel de equilibrio y colaboración del sistema depende del tipo y la calidad de las relaciones que se establecen entre sus partes. A su vez, la capacidad de dichas partes para establecer relaciones de calidad es un reflejo de su equilibrio interno. Por lo tanto, es fácil deducir que cuando un sistema funciona de manera poco ecológica debemos atender a las partes que lo componen y preguntarnos qué está sucediendo dentro de ellas, qué las hace incapaces de establecer relaciones equilibradas con el resto del sistema.
Vemos mares llenos de plástico, bosques ardiendo intencionadamente, emisiones tóxicas a la atmósfera, sobreexplotación animal, combustibles contaminantes…. sin embargo, separar todas estas situaciones de nosotros mismos, pensar que no tiene nada que ver con nuestro estado interno, es uno de los errores que sostienen y alimentan esta circunstancia.
Pongamos un ejemplo, parece lógico que no beneficia al sistema al que pertenecemos arrojar basura al suelo de la calle, gritar hablando en mitad del silencio de un restaurante, ocupar dos aparcamientos a la vez innecesariamente, el escenario post-apocalíptico que parecen algunos cines cuando encienden las luces… son actos aparentemente sin importancia pero que, si lo pensamos de una forma un poco más profunda, reflejan el mismo trasfondo de desconexión con el entorno que conductas mucho más globales y perjudiciales.
Uno de los ecologistas más reconocidos de la historia, Murray Bookchin, dijo que: “Mientras que vivamos en una sociedad que marcha hacia la conquista, al poder, fundada en la jerarquía y en la dominación, no haremos nada más que empeorar el problema ecológico, independientemente de las concesiones y pequeñas victorias que logremos ganar.” Con esto quiere decir que, por mucho que consigamos plantar más árboles, consumir menos plástico o recoger más basura de la montaña, si el cambio que necesitamos no sucede a un nivel más profundo, por muchos actos puntuales que llevemos a cabo, seguiremos irremediablemente en el mismo camino destructivo.
Esta forma de relacionarnos con lo que nos rodea también se refleja en nuestra forma de tratar a nuestra familia, nuestros amigos o nuestros compañeros de trabajo. Debemos preguntarnos ¿hasta qué punto cuidamos nuestro sistema? ¿desde dónde actuamos?, ¿qué impacto tienen las decisiones que tomamos en nuestro entorno? ¿vemos a los demás como partes de nosotros mismos o como seres totalmente desconectados de nuestra información?
No se trata de cuidar a las personas que nos rodean o actuar pensando en los demás, al contrario, en muchas ocasiones lo ecológico es precisamente dejar ir ciertas relaciones, establecer límites o permitir que la gente sea capaz de errar y aprender por sí mismas. Sin embargo todo depende de la conciencia desde la cual se hace. Todos hemos escuchado la frase “trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti mismo”, y así es, pero para ello empieza a tratarte a ti mismo con amor, respeto y dignidad, solo así podrás transmitirlo al sistema al que perteneces. Ser ecológico no es llevar a cabo ciertos hábitos, ser ecológico es una forma de percibir el mundo que acaba manifestándose en nuestro comportamiento.
© Enric Corbera Institute.