¿Competir o colaborar? Qué hay detrás de este difícil equilibrio

07 diciembre 2024

¿Es mejor competir o colaborar? ¿Qué ocultan esos impulsos que parecen innatos?

En la naturaleza del ser humano está implícita la lucha por la supervivencia basada en la reciprocidad y la cooperación, pero también en la rivalidad.

¿Qué experiencias, creencias y lealtades te llevan a optar por uno o por otro en tu trabajo?

 

En el contexto laboral, ¿es mejor competir o colaborar?

Ambas opciones tienen sus beneficios, ser flexibles es clave para el éxito.

El objetivo de competir es alcanzar un resultado óptimo mediante la superación y evolución. Sin embargo, cuando el objetivo es ser más o mejor que el otro, o conseguir aprobación y admiración, se convierte en un rasgo perjudicial. 

 

¿Solo queremos ser más eficientes y productivos?

No existe el fracaso. Tanto competir o colaborar nos ofrecen eficiencia y productividad, por lo que el motivo por el que los elegimos está un paso más atrás, en nuestro inconsciente. 

Colaborar aporta un sentimiento de pertenencia a un equipo en el que la ayuda es mutua. Pero puede ser perjudicial si la tendencia a ayudar está por encima de alcanzar los propios objetivos. 

Descuidar las propias prioridades puede frenar nuestro desarrollo y generar expectativas en los otros. Cuando no las cumplen queda el resentimiento, la apatía y la desmotivación.

¿Por qué ponemos la responsabilidad en el otro?

 

«Nuestras heridas de la infancia determinan nuestros comportamientos de adultos»

Bert Hellinger

 

La mirada competitiva: El miedo a la conexión

Cuando una persona se enfoca de manera excesiva en la competición, se aísla, creyendo que su único valor radica en ganar a toda costa. Atrapada en un ciclo de comparación constante, no logra ver que puede crecer y aprender de los demás.

Esta actitud suele estar marcada por una profunda desconfianza que se arraigó en su psiquis desde la infancia. La persona que compite demasiado ve a los demás no como aliados, sino como rivales.

 

La lucha interna: confianza vs. miedo

El miedo a perder la controla, y por eso, prefiere confiar solo en sí misma, aunque a veces, incluso los grandes logros no le dan paz ni satisfacción. La soledad y la insatisfacción son sus compañeras silenciosas, porque le cuesta abrirse y generar relaciones auténticas basadas en la confianza.

Si te sientes identificado con esta manera de estar en el mundo, podrías preguntarte:

  • ¿En quién quisiera apoyarme, pero no me lo permito?
  • ¿Me siento aceptado/a en mi entorno o siempre estoy a la defensiva?
  • ¿Quién me ha hecho sentir vulnerable de pequeño/a y no pude mostrarme tal y como soy?

Confiar no es una debilidad. Al contrario, es una fortaleza que permite generar lazos genuinos, donde se crece individualmente mientras se aprende a ser parte de un todo. 

La verdadera fuerza radica en conectar y confiar, no en luchar solo.

 

 

Creer que fracasamos por culpa de los demás

La creencia de que algo externo puede hacernos fracasar puede provocar estrés, frustración, tensión y agresividad. Sentir miedo no es malo en sí mismo, pero estar en constante estado de alerta contra “enemigos” provoca cansancio, dificultad para pensar con claridad, irritabilidad, etc.

Admirar a alguien puede ser inspirador, pero cuando la comparación se vuelve excesiva, estamos cambiando el foco hacia el otro en lugar de en nuestra superación. En el entorno laboral, esto crea un clima de resentimiento y desconfianza que afecta al equipo y al rendimiento. 

Además, al compararnos constantemente, alimentamos nuestras propias inseguridades y debilidades, reforzando la baja autoestima en lugar de superarla. 

Al llevar al trabajo el clima emocional que vivimos de pequeños en casa, podríamos preguntarnos de quién esperábamos la aprobación y no la recibimos. Cómo fue la relación con nuestros hermanos y pares ante los ojos de los adultos que nos guiaban.

 

«Lo mejor de la competencia no es saber quién es mejor, sino la mejora personal de cada individuo en cada enfrentamiento.»

Antonio Cabado

 

El miedo a las críticas

Las personas excesivamente competitivas temen las opiniones ajenas y rechazan el feedback, lo que frena su crecimiento y alimenta su inseguridad

Este miedo a perder su estatus les impide reconocer los logros de los demás y compartir éxitos, creando conflictos y deteriorando sus relaciones. La búsqueda de aprobación externa los aleja del verdadero éxito.

Este exceso tiene su origen en los aprendizajes y experiencias de la infancia. Suelen ser personas que crecieron en ambientes donde se les daba valor e incluso cariño con base en su “hacer». 

Aprendieron que su valor reside en lo que hacen, no en lo que son.

 

 

Colaborar en exceso: El costo de no confiar en uno mismo

Las personas con un estilo colaborativo se enfocan en satisfacer las necesidades de los demás, adaptándose y sacrificando sus propios deseos por el bien común. Sin embargo, en este proceso, pueden desconectarse de sí mismas, olvidando sus propios anhelos y propósitos.

Este exceso puede venir acompañado de perfeccionismo, miedo al rechazo y a ser excluidas. Estas personas evitan el conflicto y anteponen las necesidades ajenas a las propias, buscando la aprobación de los demás para sentirse valiosas.

 

Si te sientes identificado/a, es importante preguntarte:

  • ¿A quién debo complacer antes de tomar una decisión?
  • ¿Qué pasaría si decidiera actuar sin esperar la aprobación de los demás?
  • ¿Qué estoy perdiendo al esperar siempre la validación externa?

Guiarnos por referentes externos es necesario en nuestro proceso de adaptación al entorno social, pero es importante no perder nuestra propia referencia interna.

 

Miedo a perder el contacto con los demás

El rechazo social genera miedo y dolor, por lo que puede ser un gran bloqueo que nos lleva a sobrepasar los límites sanos de la complacencia y la colaboración.

Para nuestros ancestros, ser excluidos del clan era la amenaza más peligrosa para la supervivencia. La investigadora Naomi Eisenberg demostró que sentirse excluido activa las mismas regiones cerebrales que cuando sufrimos dolor físico

Cuando este temor es excesivo, la persona tiende a sobreadaptarse al entorno, sacrificando sus opiniones, necesidades y preferencias para ser aceptada y valorada. 

 

«Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento.»

Eleanor Roosevelt

 

El peligro del exceso de autocrítica

La autocrítica puede ser una herramienta valiosa para mejorar, siempre que se enfoque en nuestro deseo de crecer. Sin embargo, cuando se convierte en excesiva, nos lleva a paralizarnos, impidiéndonos reconocer también nuestras fortalezas. 

Este proceso interno de autocrítica nace del miedo al rechazo, como una forma de anticiparnos a las críticas externas. Si no somos conscientes de este diálogo negativo, podemos convertirnos en nuestros propios verdugos, repitiendo las voces críticas que escuchamos en el pasado, principalmente durante la infancia. 

Aprender a observar y transformar esa voz interna es clave para liberarnos de su poder limitante.

 

competir o colaborar

 

El poder del equilibrio entre colaborar y competir

La clave de una adaptación efectiva está en reconocer los beneficios de ambas cualidades. 

La competencia nos impulsa a superarnos, identificar nuestras fortalezas y áreas de mejora, y destacar en lo que hacemos, fomentando la innovación. Por otro lado, la colaboración nos permite compartir talentos, trabajar en equipo y reducir el estrés, creando un ambiente positivo que mejora nuestra motivación, salud y desempeño. 

Ambas maneras de funcionar residen, primero, en nuestro interior. Cuando ponemos el foco en nuestro autoconocimiento podremos destrabar y desarrollar nuestros recursos para poder adaptarnos mejor, ser más flexibles y, en definitiva, más exitosos.

 

 

Si quieres seguir profundizando sobre este tema, puedes acceder a este material en nuestro canal de Spotify y de Youtube:

 

Enric Corbera nos propone afrontar cada dificultad laboral con una mentalidad de crecimiento que comprende que cada situación desafiante refleja un conflicto interno no resuelto.

 

En este vídeo, David Corbera explica qué influye para que adoptemos cualquiera de estos posicionamientos y ofrece claves para integrarlos de una forma eficaz en nuestra vida.

 

 

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