¿Para qué sirven las emociones?

05 enero 2023

Las emociones son de suma importancia para nuestra supervivencia y bienestar. Generan la energía necesaria para que podamos actuar y adaptarnos a las situaciones que se presentan en nuestra vida. 

Gracias a prestar atención a lo que sentimos, podemos pararnos a observar nuestra vida y reconocer cuán honestos y coherentes somos con nosotros mismos y hacia dónde queremos ir. 

Las emociones son un tesoro, que nos ayudan a vivir los momentos más significativos y también nos hacen conectar con las heridas que tenemos que sanar. Por eso es muy importante aprender a desarrollar competencias emocionales para gestionarlas adecuadamente y así tomar decisiones con mayor conciencia.

 

En este podcast, David Corbera nos muestra a través de un caso práctico, cómo nuestras emociones y sentimientos repercuten en nuestra forma de comportarnos y responder ante un conflicto. 

 

En este video, Enric Corbera reflexiona sobre los mecanismos que nos llevan a sentir lo que sentimos. Nos dice que los sentimientos no son objetivos, son subjetivos. Lo que sentimos tiene que ver con cada uno de nosotros exclusivamente.

 

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Función de las emociones 

¿Qué son las emociones ? 

Las emociones nos proporcionan la energía que necesitamos para actuar. Su función es ayudarnos a adaptarnos con éxito a las diversas situaciones que atravesamos en la vida y, en última instancia, a sobrevivir.

Además, podemos definir las emociones como reacciones fisiológicas que tienen un sentido de adaptación al medio. En este sentido, son el vehículo que nos permite conectar la mente con el cuerpo. Así, al estar vinculadas con las necesidades biológicas no podemos considerarlas buenas o malas, sino necesarias todas ellas.

A su vez las emociones actúan como mensajeros en el tiempo. Nos muestran el hilo conductor de los programas inconscientes que tenemos. Éstos son información acumulada en nuestra psique, heredada de nuestra familia y aprendida durante nuestro desarrollo.  

 

¿Cómo nos puede ayudar la emoción?

Las reacciones emocionales son naturales, pero cuando son excesivas reflejan nuestra información inconsciente de una forma explícita y reveladora. Así, ante una situación de estrés experimentamos un estado emocional que nos saca de nuestro centro de equilibrio y nos permite volver a recorrer el camino que nos muestra. 

En ese momento podemos dejarnos llevar y responder de la misma manera que lo hemos hecho siempre. Pero también podemos pararnos, observar cómo estamos reaccionando, indagar de dónde procede este comportamiento y descubrir qué aprendizaje nos ofrece esa situación. Este proceso de observación y reflexión nos ayuda a desarrollar competencias emocionales

De esta manera, reconocer y comprender nuestros estados emocionales es una excelente manera de conocernos en profundidad. Esto  nos permite elegir nuestro comportamiento ante cualquier situación de dificultad. 

Cuando somos conscientes de nuestro estado emocional, su intensidad es menor. Por lo tanto,  no nos domina de una forma inconsciente y podemos decidir quién ser y cómo responder ante lo que nos sucede de una manera adaptativa. 

Atender y usar nuestras emociones de este modo nos permite salir fortalecidos de cada dificultad y, en consecuencia, ser cada vez más capaces de gestionar nuestra vida exitosamente. 

 

Aprendizaje emocional a lo largo de la vida 

Educación emocional durante la infancia 

La habilidad de  identificar, comprender y expresar las emociones, tanto en nosotros mismos como en los demás, nos ayuda a gestionar nuestros estados emocionales, a relacionarnos de manera saludable y a llevar las riendas de nuestra vida de manera responsable.

Sin embargo, la mayoría de personas no han recibido una educación emocional adecuada. Es posible que desde pequeños aprendiéramos a callar nuestras emociones y a creer erróneamente que hay emociones buenas o malas. Cuántas veces hemos escuchado “los niños no lloran” o “ no te enojes que te hará mal”.

Así, paulatinamente, nuestro verdadero sentir quedó reprimido y hasta a veces olvidado, creyendo que si no expresábamos lo que sentíamos, el malestar desaparecería. 

 

«El principio de todo fue la emoción. Sentir no es, pues, un proceso pasivo».

Antonio Damasio

 

Las emociones reprimidas contienen información que no desaparece 

Por muy sofisticado y perfecto que sea al funcionamiento de nuestro cuerpo, somos algo más que el resultado de una serie de reacciones bioquímicas. Las emociones son parte del equipo básico con el que nacemos, por eso, no podemos aprender a emocionarnos, a estar tristes o alegres.

Lo que se puede regular es el grado en el que las emociones se expresan. Y eso tiene que ver con el entorno en el que hemos crecido. Está directamente relacionado con los valores y las creencias implícitas en la educación que hemos recibido. 

Es posible haber nacido en una familia en la que la expresión de la rabia esté mal vista y por eso aprendimos a reprimirla. Sin embargo, eso no quiere decir que no la sintamos y que no la necesitemos. 

 

 

Además las emociones que callamos  siempre encontrarán una manera de expresarse, ya sea aumentando su intensidad o incomodándonos hasta el punto de llegar a afectar a nuestra salud física y psicológica. 

Este planteamiento, así como la distinción entre las emociones primarias y las sociales,  se sustenta en los argumentos, publicados en Scientific American, del profesor Antonio Damasio, neurocientífico y profesor en la Southern California University. 

Damasio es el autor de libros como: La sensación de lo que ocurre, El error de Descartes o En busca de Spinoza: neurología de la emoción y los sentimientos.

 

Sentir las emociones verdaderas sin necesidad de pensar 

Tipos de emociones: Emoción oculta y emoción social 

Para llegar al origen de un conflicto es fundamental reconocer 2 tipos de emociones. La primera, es la emoción primaria u oculta, que es aquella que se sintió en un momento de impacto pero que se reprimió por no ser aceptada socialmente. La segunda, es la emoción secundaria o social,  esta es la que sí se pudo expresar por ser aceptada en la familia.

Las emociones que mostramos habitualmente, las que aceptamos y no nos avergüenzan, esconden una emoción más profunda, un sufrimiento que no nos permitimos expresar por tabúes o creencias

Gestión emocional y Bioneuroemoción 

Cuando hablamos de gestionar las emociones no nos referimos a reprimir, aguantar o solo expresar una emoción. Tampoco es racionalizar lo que sentimos. 

Más bien para poder gestionar nuestros estados anímicos, es necesario tomar conciencia del origen de nuestras reacciones emocionales, de los beneficios obtenemos con nuestro comportamiento y qué necesitamos aprender de cada situación.

Al hacerlo abrimos una puerta al autoconocimiento. Comenzamos a comprender  qué  nos sucede realmente, qué creencias sustentan nuestros juicios, por qué actuamos como lo hacemos y cómo podemos cambiar aquello que nos perjudica de algún modo. Y, al reflexionar en esto, podremos comprendernos mejor y atender nuestras necesidades

 

¿Cómo regular la intensidad de lo que sentimos?

Para gestionar lo que sentimos, es necesario permitirnos conocer esa emoción, sin juzgarla. Simplemente, atrevernos a sentirla y acogerla sin buscar responsables. A su vez, es útil reconocer que lo que sentimos sucede en un momento determinado. Por ejemplo, podemos decir: En este momento siento tristeza, alegría, o rabia, etc.

Ante un conflicto, hay una diferencia muy grande en expresar “tuve un día desastroso, estoy furioso”, a decir que, “cuando estaba atascado en el tráfico sentí mucho enojo”. Reconocer el momento en que se sienten las emociones, nos ayuda a evitar extender lo que sentimos en el tiempo, centrándonos en el aquí y ahora.

Un siguiente paso para regular la intensidad de lo que sentimos, sería atrevernos a reformular nuestra percepción de lo sucedido y desafiar nuestras creencias.

 

«No olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin darnos cuenta».

Vincent Van Gogh

 

Ver, sentir y actuar de otra manera 

El objetivo principal de la Bioneuroemoción es, precisamente, ayudarnos a cambiar la percepción de lo que sentimos, vemos y experimentamos. Para ello nos enseña a aumentar la conciencia emocional

Es decir, nos invita a aceptar nuestras emociones, a reconocerlas y a usarlas a nuestro favor.  Nos enseña a observar sin juicio, a permitir su expresión y a indagar a partir de lo que estamos sintiendo

La autoindagación es el camino que nos lleva a descubrir el origen del sufrimiento para poder darle una nueva interpretación a nuestras experiencias presentes y pasadas. Nos lleva a comprendernos y comprender, a perdonarnos y perdonar, a liberarnos y liberar. 

Las emociones nos guían, abren puertas en nuestro interior, nos conectan con el cuerpo, con nuestros deseos, anhelos, miedos y limitaciones. Representan los vientos de nuestra vida y, dependiendo de cómo las manejamos, nos pueden arrastrar o proporcionar la energía necesaria para dirigirnos hacia nuevos horizontes.

 

 

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Herencias Emocionales

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© 2021 Enric Corbera Institute.

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