Vemos con la mente

09 febrero 2017

Nos hemos acostumbrado a estudiar el cuerpo humano buscando soluciones para nuestro propio beneficio lo que, sin duda, nos ha ayudado a progresar. Sin embargo, es evidente que existen otras formas de mirar el cuerpo que son más imaginativas y desafiantes.

Dejar de contemplar la parte mecánica del cuerpo y otorgarle formas más simbólicas nos permite alejarnos de la idea de que nuestro organismo es puro engranaje y acercarnos a una perspectiva que nos ofrece una nueva compresión más holística del propio cuerpo

Gavin Francis es médico de familia, neurocirujano y escritor. En su último libro, Aventuras por el ser humano, propone reflexionar sobre lo que significa ser humano. Plantea que si nuestro cuerpo es un territorio que se puede explorar o una geografía por la que se puede transitar ¿cuánto sabemos de él? Abordar un viaje, como una expedición, por nuestro propio cuerpo puede transformar la manera en la que nos relacionamos con él y darnos información sobre el vínculo que tenemos con el organismo en el que vivimos.

Si con algo mantenemos una relación durante toda nuestra vida es con nuestro propio cuerpo y esto nos ha llevado a identificarnos casi totalmente con él.

Aún así, sabemos muy poco de sus entresijos y es, para nosotros, un perfecto desconocido. El cuerpo en el que vivimos está formado por distintas partes que tienen una o diversas funciones que se coordinan entre sí. Poder ver este funcionamiento desde diferentes perspectivas culturales, filosóficas y médicas y, al mismo tiempo, según distintas tradiciones y diversos momentos históricos nos proporciona una visión completamente distinta a la que está actualmente instaurada.

Bajo esta amplia mirada, nos damos cuenta de que las cosas no han sido siempre así y que en cada época han sido vistas de un modo distinto. Por ejemplo: “Hasta el siglo XVII, el hígado generaba la sangre y el corazón sólo la mezclaba con el aire. Y por contradecir esto, Servet fue tildado de hereje y quemado en la hoguera”. Asimismo, nos recuerda la importancia de los pies: “su anatomía permitió a nuestros ancestros las marcha bípeda, lo que liberó sus manos, lo que estimuló sus cerebros…”

Francis asegura que, en algún momento, hemos creído que “el ojo ve porque proyecta una flecha de energía de ida y vuelta”.

En sus ansias de conocer el funcionamiento del cuerpo muchos investigadores han probado cosas inverosímiles. Nos cuenta que “Newton llegó a hincarse alfileres en los globos oculares para saber” y que hoy sabemos que “vemos con la mente: si a un ciego de nacimiento le devuelves la función ocular, no ve! El cerebro aprende a ver, como a hablar”.

Como médico, Francis utiliza un lenguaje inusual. Sus metáforas del cuerpo humano describen al sistema inmunitario como “un jardín que debemos mimar para que florezcan bellas y aromáticas flores que no dejen espacio a malas hierbas”. Y al relacionar ciertos órganos con sus representaciones nos dice que ve “los pulmones como unos frondosos árboles invertidos…Así como los árboles toman anhídrido carbónico y expelen oxígeno, lo contrario hacen los pulmones”.

En este mismo sentido, pone su atención en el lenguaje que utilizan los médicos en consulta: “Todo médico debiera saber que, por su autoridad, es un psicoterapeuta: la escucha y la palabra son curativas, el mimo a su paciente es la más poderosa medicina”. A lo largo de su libro mezcla la escritura propia de ensayo con su práctica como médico y nos dice que según su experiencia la calidad de la atención del médico favorece las condiciones para la curación puesto que “el cuerpo tiene sus razones, y son emocionales”.

En Bioneuroemoción® sugerimos que no somos un cuerpo sino que vivimos en un cuerpo. El primer paso para comprender el poder creador de la mente es empezar a desidentificarnos con nuestro propio cuerpo y, al mismo tiempo, atender a sus avisos que pueden ser respuestas a nuestros reclamos inconscientes. Dicho de otra manera, lo que hay que sanar es la percepción y comprender que siempre estamos haciendo interpretaciones de aquello que vemos.

 

“Nada sucede por casualidad. No es el cuerpo el que necesita curación, sino la mente. El cuerpo necesita tratamiento, que es algo muy diferente. Una mente sanada opera en la modalidad 1 + 1 = 1 —holística— y el cuerpo hay que tratarlo con una mente que opera en la modalidad 1 + 1 = 2 —dual—. El cuerpo está sujeto a las leyes de la dualidad, en las que tú y yo estamos separados. La mente sanada, con una conciencia abierta al campo de la Consciencia, siempre sabe que Yo soy Tú”.
Enric Corbera, en su libro Yo soy tú: la mente no dual.

 

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